La ONU cree que Ruanda cometió genocidio contra los hutus en Congo
Un informe señala que miles de civiles fueron asesinados a partir de 1996
Un informe de Naciones Unidas cree que Ruanda pudo haber cometido genocidio, además de crímenes de guerra y contra la humanidad, por las matanzas de refugiados hutus que huyeron a la vecina República Democrática de Congo (RDC) a partir de 1996. Las víctimas, en su mayoría mujeres, ancianos, enfermos y niños, escapaban del horror causado por otro genocidio, el de la etnia tutsi, perpetrado a su vez en 1994 por milicianos hutus. Es la primera vez que una investigación de la ONU, llevada a cabo por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos y desvelada por el diario francés Le Monde, señala de forma tan directa a Ruanda.
El texto, aún en borrador y que será publicado en breve, señala que las muertes de miles de civiles hutus "no pueden considerarse un accidente de la guerra". Las acusaciones suponen un varapalo para el Gobierno del presidente ruandés, Paul Kagame, un tutsi, que se atribuye la pacificación de su país. Sus portavoces han calificado el informe de "basura" y advertido desde la capital, Kigali, que sopesan la retirada de las tropas ruandesas de las misiones de paz en Darfur. Eso, si el informe acaba llegando a la calle.
El trabajo de la ONU describe a lo largo de 600 páginas los asesinatos, violaciones y saqueos ocurridos a lo largo de siete años y dos sangrientas invasiones ruandesas de Congo. En ambos casos, los refugiados hutus fueron abatidos a golpes de martillo, atravesados con bayonetas, mutilados con machetes y hoces, o quemados vivos. Se trata de un suceso menos publicitado que el genocidio de la minoría tutsi a manos de los hutus ocurrido en 1994, y que se cobró 800.000 muertos.
Según el informe, Ruanda invadió Zaire (actual RDC) por primera vez en 1996. Iba en busca de soldados hutus y otros causantes de la muerte de tutsis. Las bases hutus estaban camufladas en los campos de refugiados de la ONU en Goma y Bukavu, que acogían a miles de civiles ruandeses huidos. Desde allí, las tropas hutus seguían la batalla contra el Gobierno tutsi de Kigali. Dos años después, hubo otra incursión similar que desencadenó una guerra a escala regional. Miles de civiles hutus fueron obligados a regresar a Ruanda. Otros muchos escaparon hacia el interior de Congo. Y allí fue donde tuvieron lugar los crímenes denunciados.
El Alto Comisionado de Derechos Humanos señala que "los ataques fueron sistemáticos, metódicos y premeditados". "Las víctimas suman probablemente varios millares, entre ellas mujeres, niños, ancianos y enfermos. Unas cifras que no pueden considerarse accidentes derivados de la guerra", dice el informe. Si es o no un genocidio, eso lo deberá tipificar un "tribunal competente". Hoy, el foro permanente para juzgar el genocidio es el Tribunal Penal Internacional, con sede en La Haya, que echó a andar en 2002.
Aunque la redacción del informe no ha concluido, organizaciones humanitarias como Human Rights Watch ya han saludado el esfuerzo de "acabar con la impunidad de los autores de estos crímenes". Para expertos como Oladiran Bello, de la Fundación FRIDE, la investigación no es una sorpresa. "Llevaba semanas esperándolo. Lo sorprendente es que hasta ahora no haya habido voluntad política para publicar un informe tan polémico", dice Bello, informa Carlos G. Cano. En su opinión, "para los expertos no hay duda de que lo ocurrido en Congo fue parecido a lo de Ruanda". "Kagame debería rendir cuentas ante un tribunal internacional. De todas formas, es muy difícil relacionarlo directamente con las órdenes criminales. Y si existían documentos que probaran esa vinculación, seguro que ya no existen".
Incluso de existir dichos documentos, demostrar un genocidio es complicado. Se trata del "crimen de crímenes" y la justicia internacional lo ha catalogado en contadas ocasiones. La primera y tal vez más conocida fue en los juicios de Núremberg, que procesaron a la cúpula nazi tras el Holocausto. Mucho más cerca en el tiempo, en febrero de 2007, el Tribunal Internacional de Justicia, máximo órgano judicial de la ONU, calificó así la matanza de más de 8.000 varones musulmanes en Srebrenica. Los autores fueron soldados serbios, pero los jueces fallaron que Serbia no había conspirado, incitado, ni cometido el genocidio, pero sí criticaron a Belgrado por no haber tomado medidas para evitarlo. Según Oladiran Bello, "no se puede afirmar cuántos genocidios reconoce la ONU oficialmente. La respuesta es política".
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