Karzai promete dialogar con los talibanes si es reelegido
El presidente afgano y candidato a la reelección, Hamid Karzai, aseguraba ayer en una entrevista al periódico francés Le Figaro que si vence en las elecciones, iniciará contactos con los jefes talibanes para establecer una suerte de reconciliación nacional.
"Es algo que voy a hacer en los primeros cien días. He notado un cambio de actitud del presidente Obama con respecto a su predecesor. Pero ¡atención! Esto es algo que en Arabia Saudí deben tener bien presente: no se negociará ni se dialogará con talibanes que no renuncien a sus vínculos con Al Qaeda o que rechacen la Constitución afgana", explicó. A este respecto, si sale elegido, Karzai se compromete a expender salvoconductos necesarios a estos jefes talibanes para que puedan desplazarse a Kabul "desde ya".
Ahora mismo, Karzai, con el 74,2% de los colegios escrutados, cuenta con el 48,6% de los votos, lo que le coloca a un paso de la mayoría absoluta y, por lo tanto, a un paso de la reelección. En Le Figaro repite que él no es "una marioneta de los americanos". Y para justificarse añade: "Los americanos atacan a Karzai bajo cuerda porque les gustaría que fuera más dócil. Y se equivocan. Les debería interesar que el presidente de los afganos fuera un presidente respetado por su pueblo. ¡A nadie le interesa que el presidente de Afganistán sea una marioneta!".
Durante la entrevista, celebrada en el despacho del presidente afgano, Karzai responde así a las acusaciones de fraude masivo que ha lanzado su principal oponente, Abdulá Abdulá, y la prensa anglosajona: "Hubo fraudes en 2004, los ha habido en estas elecciones y los habrá en las próximas. Desgraciadamente, es inevitable en una democracia naciente. Pero nuestra ley da todos los poderes a una comisión independiente para que examine las quejas".
El hermano del presidente, Salid Karzai, presidente del Consejo regional de Kandahar, ha sido acusado de enriquecerse gracias al narcotráfico de opio. El líder afgano se defiende así de las acusaciones: "En este mismo despacho, dos meses después de las elecciones de 2004, mantuve una entrevista tormentosa con los embajadores británico y americano, que querían imponerme la destrucción de campos de amapolas. Me opuse porque eso implicaría un levantamiento popular parecido al que hubo con los rusos. Dos días después, aparecía en The New York Times afirmando que mi hermano era un traficante de droga. (...) Desconfíe usted de los rumores en Afganistán".
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