EE UU y China concilian intereses
El Gobierno de Pekín da signos de compromiso sobre la revaluación del yuan
Ante el riesgo alarmante de conflicto en la península de Corea, Estados Unidos redobló sus esfuerzos por consolidar su relación con China y mantener a esta nación en el bando de los países que buscan la estabilidad en Asia. Ambos Gobiernos, reunidos durante tres días al máximo nivel en Pekín, se esforzaron ayer por destacar un tono conciliatorio en el que predominaban los intereses en común, tanto en relación con la cotización del yuan como con la seguridad internacional.
"Queremos dar un nuevo impulso al crecimiento de las relaciones entre China y Estados Unidos", dijo ayer el presidente chino, Hu Jintao, al inaugurar la segunda ronda del Diálogo Económico y Estratégico entre las dos mayores potencias actuales, lo que se ha dado en llamar el G-2.
El país asiático busca un contexto internacional estable para sus productos
Para Estados Unidos es imprescindible consolidar esa relación con el fin de disminuir las tensiones internacionales y expandir su comercio exterior. El crecimiento de la economía china, y su desarrollo como nación, requiere también un contexto internacional estable en el que los productos chinos encuentren mercados dinámicos y pacíficos.
Todo eso se concentra estos días en Pekín en dos asuntos: la crisis de Corea y la cotización del yuan. Otros problemas, como el del programa nuclear iraní o las diferencias sobre Taiwan o Tíbet, parecen en estos momentos aparcados o en vías de solución.
También el problema de la moneda china parecía ayer haber encontrado una vía satisfactoria para ambos países. Nada se ha informado claramente sobre el asunto, pero las interpretaciones que se dan a las declaraciones de unos o los silencios de otros hacen pensar que están cerca de un acuerdo.
El secretario del Tesoro norteamericano, Tim Geithner, que forma parte de una delegación tan numerosa que requirió una caravana de 48 vehículos para trasladarse por Pekín, no se refirió en su discurso a la larga reclamación norteamericana de que China revalorice el yuan (o renminbi) para competir en condiciones más justas. El propósito era, obviamente, el de no herir la delicada sensibilidad patriótica de China, que se resiste a actuar bajo presión.
Por su cuenta, sin embargo, Hu aludió a la voluntad de su país de "avanzar reformas en el tipo de cotización del renminbi de acuerdo a los principios de independencia, control y gradualidad". Lo que, dicho en un lenguaje menos alambicado, significa que el Gobierno chino asume la necesidad de revaluar su moneda, pero de acuerdo a sus condiciones y a su ritmo.
Son buenas noticias para toda la economía occidental. El G-2 envió asimismo un mensaje de optimismo a Europa. Los participantes en la reunión dijeron haber abordado los problemas económicos europeos y haber llegado a la conclusión, en palabras del presidente del banco central chino, de que "el ritmo del crecimiento económico global se mantendrá".
Para ello, desde luego, nada más contraproducente que un conflicto en la península de Corea. Las negociaciones en esa materia se llevaron también con gran sigilo. China, que formalmente es neutral pero mantiene una relación histórica con Corea del Norte, no quiere aparecer traicionando a su aliado. Pero Estados Unidos parece haberse quedado con la impresión de que no se pondrá del lado de Pyongyang.
"Los chinos comprenden la reacción de los surcoreanos y comprenden nuestra responsabilidad única en la paz y la estabilidad en la península de Corea", declaró la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Aunque ningún gobernante chino se refirió directamente a ese asunto, Dai Bingguo, el número dos de la delegación china, aseguró que "a nadie le interesa un estado de guerra, ni fría ni caliente ni templada".
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