Apostar por el átomo y perder
Recordábamos ayer con el director de Der Spiegel, Georg Mascolo, cómo la decisión de prolongar la vida útil de las nucleares se antojaba un anuncio del ocaso de Merkel.
Ayer, su volantazo para no caer en la cuneta nuclear demostró por enésima vez su forma de entender la política. Dos días antes, Merkel aún defendía la "seguridad" de las centrales nucleares alemanas. Es improbable que la doctora en físicas haya cambiado de opinión tan rápido. Pero hay elecciones a la vista y la canciller es una experta en supervivencia.
Los riesgos más graves de apostar por el átomo están quedando espantosamente claros en Fukushima. Las consecuencias del riesgo político que asumió Merkel se concretarán en algo más de una semana, cuando el Estado federado de Baden Württemberg elija su Parlamento regional. Los democristianos gobiernan allí desde 1953. Perder uno de los länder más prósperos y poblados del país sería un revés (en septiembre escribimos terremoto) de consecuencias imprevisibles para la presidenta de la CDU. El primer ministro regional Stefan Mappus (CDU) fue uno de los más significados defensores de la energía atómica durante el largo debate sobre la prolongación de su uso. En Baden-Württemberg aún hay cuatro centrales en funcionamiento.
Tras cuatro años de gran coalición con los socialdemócratas (2005-2009), se decía que la democristiana es acomodaticia y poco ambiciosa en sus reformas. Ganó Merkel en 2009, pactó con sus prometidos liberales... y tardó meses en dar el proverbial puñetazo en la mesa. Se encaró a los votantes para tomar una decisión claramente impopular. Poco después, una gran manifestación en Berlín permitía hacerse una idea de lo variopinta y poderosa que es la oposición antinuclear en Alemania.
Los gigantes eléctricos lograron mantener con vida a su gallina atómica de los huevos de oro. La CDU de Merkel y sus socios liberales del FDP la indultaron por una media de 12 años sobre lo previsto por la ley de desconexión de 2002. La Oposición rechazó en bloque la medida. Estamos inmersos en uno de los debates más sensibles en Alemania. Fukushima lo haatizado con toda la virulencia.
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