Absueltos los acusados de matar a la periodista rusa Politkóvskaya
La familia exige que se juzgue a los auténticos responsables
El asesinato de Anna Politkóvskaya, la periodista más crítica con el Kremlin, sigue siendo una incógnita. Los acusados de haber cometido el crimen fueron absueltos ayer por unanimidad del jurado, que consideró que no había pruebas de su culpabilidad. A más de dos años de la muerte de Politkóvskaya -quien se hizo famosa por sus artículos sobre las torturas en Chechenia, las barbaridades cometidas por los militares rusos y las arbitrariedades de los policías-, el asesino y sus cómplices siguen en libertad, así como también el que encargó la eliminación de la periodista.
El veredicto del jurado no fue una sorpresa para los que han seguido el juicio, celebrado en Moscú. La fiscalía no logró demostrar que los acusados formaban un grupo criminal ya que ni siquiera pudo presentar pruebas de que el ex capitán de policía Serguéi Jadzhikurbánov, a quien se le atribuía el papel de organizador, conocía a los tres hermanos Majmúdov -chechenos- en otoño de 2006, es decir, en vísperas del asesinato que ocurrió el 7 de octubre, a la salida del ascensor del edificio en el que vivía Politkóvskaya.
El jurado decidió de forma unánime que no hay pruebas de culpabilidad
Uno de los hermanos, Rustam -que se encuentra en paradero desconocido-, habría sido, según la fiscalía, el ejecutor material del crimen; otro, Dzhabraíl habría hecho de chófer del auto en que llegaron al domicilio de Politkóvskaya, y el tercero, Ibrahim, habría participado en el seguimiento de la reportera. Los dos últimos estaban en el banquillo junto con Jadzhikurbánov y el ex teniente coronel de los servicios secretos Pável Riáguzov, pero todos fueron puestos en libertad ayer, aunque la fiscalía anunció que apelará el veredicto absolutorio.
Para la familia, sin embargo, la decisión del jurado abre las puertas a la búsqueda de los auténticos culpables. "Cualquier veredicto de culpabilidad habría permitido a los investigadores esconderse detrás de la premisa de que el trabajo está hecho. Ahora existe la clara necesidad de realizar una investigación efectiva", declaró Karina Moskalenko, la abogada que representa a la familia de la periodista asesinada.
El fracaso de la fiscalía al no conseguir que ninguno de los acusados haya sido declarado culpable pone en duda el interés del Kremlin en proteger la libertad de expresión. "Este fracaso equivale a la crisis de los derechos humanos", dijo a Reuters Miklos Haraszti, representante para la libertad de prensa de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).
Nadie duda de que el sicario que mató a Politkóvskaya era un profesional: esperó a que la reportera de Novaya Gazeta subiera a su apartamento con parte de la compra del supermercado y volviera a bajar para recoger el resto que había dejado en el auto. En cuanto se abrió la puerta del ascensor, el asesino disparó. Acto seguido abandonó el lugar del crimen y en él dejó, como suelen hacer los asesinos a sueldo, el arma.
La versión de la fiscalía parecía plausible en un principio, por tener los elementos necesarios para crear el perfil de un grupo criminal contratado para asesinar a la periodista que tantos dolores de cabeza había causado al Kremlin. Estaba presente la huella chechena, los servicios secretos y también un oficial de la policía. Pero la fiscalía no pudo demostrar no sólo que el supuesto organizador del grupo criminal conocía en la época del crimen a los otros implicados; tampoco logró presentar pruebas de que el arma había sido comprada por Jadzhikurbánov y entregada a los Majmúdov, ni que Dzhabraíl condujera el coche supuestamente utilizado para el asesinato antes de diciembre de 2006, ni que éste y su hermano siguieran a Politkóvskaya.
"Tengo esa sensación de una vergüenza increíble", declaró al conocer el veredicto Vsevólod Bogdanov, presidente de la Unión Rusa de Periodistas.
Verdad es que la tarea de los investigadores y de la fiscalía era sumamente difícil. Si se acepta que Politkóvskaya fue asesinada por sus artículos desenmascaradores de crímenes horribles, se llegará a la conclusión de que uno de los principales sospechosos es Ramzán Kadírov, el actual presidente de Chechenia. Pero es poco probable que la fiscalía quisiera tener en sus manos a unos sicarios que indicaran que habían cometido el asesinato por encargo de un alto cargo checheno, o en su defecto, de la policía o de los servicios de seguridad.
Sobre Kadírov, que ha negado categóricamente estar implicado en el asesinato, Politkóvskaya escribió: "Es un cobarde, armado hasta los dientes y protegido por guardaespaldas". "Mi sueño es sentarlo en el banquillo de los acusados y que investiguen todos sus crímenes". Difícilmente el sueño de Politkóvskaya podrá hacerse realidad en el futuro próximo.
La fiscalía recurrirá a las instancias superiores e insistirá en sus acusaciones. No tiene otra salida, pues por una parte, no puede estar interesada en encontrar a los auténticos culpables y por otra, siente la presión del Kremlin. El régimen ruso quería realizar un proceso ejemplar para demostrar ante el mundo que no estaba dispuesto a dejar impune el escandaloso crimen de Politkóvskaya, que ha salpicado su imagen.
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