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Los interrogatorios ilegales de la policía española

La policía interrogó a diez presos de Guantánamo sin vinculación con España

Los detenidos llegaban ante los agentes esposados de pies y manos y con cadenas en la cintura

La "misión diplomática y humanitaria", según el PP, de los policías españoles que viajaron a Guantánamo consistió en interrogatorios a 13 detenidos, de los que al menos 10 no tenían ninguna vinculación con España (un marroquí, dos sirios, dos argelinos, un danés, dos tunecinos, un saudí y un palestino). El PP asegura que los agentes tenían como misión gestionar la entrega de los españoles detenidos en Guantánamo. Pese a ello, los policías españoles decidieron aprovechar su estancia para hacer interrogatorios donde mostraron a los detenidos fotografías y grabaciones de extremistas.

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La misión impulsada por el Gobierno de Aznar careció de autorización judicial. Los informes oficiales, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, sostienen que el viaje estuvo "en todo momento" organizado por la CIA, que supuestamente tenía "especial interés" en que la policía española, de la que destacaban su trabajo de investigación contra el terrorismo islamista vinculado con el 11-S, pudiera entrevistar a detenidos en Guantánamo.

La base estadounidense, en la que el Gobierno de Bush encerró en condiciones infrahumanas (grilletes en muñecas, pies y cintura y rostros tapados) a 598 personas de 34 nacionalidades distintas, fue calificada por el Tribunal Supremo como "un limbo en la comunidad jurídica de imposible justificación".

En ese lugar, los policías españoles sometieron a 13 detenidos a diversos interrogatorios, en algún caso de hasta siete horas de duración, para sacarles información sobre extremistas radicales en España.

Los agentes llevaron a cabo los interrogatorios en barracones del campamento Delta. Los detenidos llegaban esposados de pies y manos y con cadenas alrededor de la cintura. Los policías españoles decidieron ampliar su trabajo de investigación a presos de Guantánamo sin vinculación aparente con España porque tenían tiempo de sobra. Los interrogados sin relación con España fueron los que siguen:

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- Abunasser Mohamed Abdelkalder Kanthumi y su hijo Mohamed Kanthumi (sirios). El padre montó un restaurante en Afganistán y posteriormente se reunió allí con su familia. El hijo llegó poco tiempo después del 11-S. "La consigna de Estados Unidos era que todos los árabes en Afganistán o en Pakistán debían ser puestos a disposición de las autoridades militares", declararon.

- Ahmed Bin Salen Bel Bacha (argelino). Fue reclutado en Londres para hacer la guerra santa. Llego a Afganistán con pasaporte francés falso. "Cuando ocurrió el ataque a las Torres Gemelas salí huyendo hasta Pakistán porque todo el mundo sabía que la guerra estaba cerca". Allí fue detenido. La policía española le enseñó fotografías, pero no identificó a nadie.

- Sais Farhi (argelino). Hizo un recorrido similar a Ahmed Bin Salen. Fue reclutado en la mezquita londinense de Finsberry, donde según declaró a la policía española "acabó convenciéndose de que debía hacer la guerra santa".

- Simon Hadj Abderrahmane (danés). Viajó a Afganistán desde Londres para hacer la yihad. "No reconoció a nadie en fotos".

- Mishan Ben Ali Ben Amorsiedad y Salaha Essiesi (tunecinos). "Ninguno aportó información de interés", señala el informe. Essiesi declaró: "Soy un simple ladrón que actuaba en Italia y Bélgica".

- Jaled Saud Albawardi (saudí). "Muy joven y muy asustado, prácticamente no se atrevió a levantar la cara para mirar las fotos".

- Mohamed Abdullah Taha Muttan (palestino). Estuvo cinco meses en Afganistán antes de ser capturado por las tropas estadounidenses. Al principio se negó a contestar a las preguntas de la misión española porque creía que los policías eran agentes del Mossad. "Tras demostrarle que no era así, se mostró más dispuesto, si bien no reconoció a nadie", señala el informe oficial.

Un militar estadounidense vigila a los detenidos en la base  de Guantánamo.
Un militar estadounidense vigila a los detenidos en la base de Guantánamo.ASSOCIATED PRESS

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