Las reinas de la pista
Serena Williams pellizca con cariño el culo de su hermana Venus. Es lo que tiene estar detrás de ellas mientras posan para el fotógrafo. Piel negra bajo la seda blanca. Piernas como columnas de ébano. Todo parece pequeño ante el poderío escénico de las Williams. Hasta los destellos de flash se antojan ridículos para abarcar tanta exuberancia. Agarradas por la cintura, entrelazan sus manos. Están a punto de merendarse a la cámara. Serena abandona la sesión. Parece como si quisiera pulverizar el suelo dando zancadas sobre unos taconazos con plataforma. Es una mujer con curvas, desde luego. Venus todavía permanece expuesta al calor de los focos. Unos minutos después nos sentaremos a conversar a solas.
Larry Scott es el rey Midas del circuito femenino: "Esto es un gran negocio. Y una innegable potencia de 'marketing' mundial"
"Al final de este año no sé si conoceremos a la mejor jugadora, pero sí descubriremos quién de nosotras es la más fuerte"
Santana: "Las mujeres atraen tanto público como los hombres, pero en España nos falta un Nadal o un Verdasco femeninos"
-Serena dice que tiene usted las piernas más sexys del mundo.
-¡Oh!? Muchas gracias.
-Las gracias, a su hermana.
Venus agacha su hermosa cabeza adornada con trenzas. Pasa revista a sus piernas y entorna una sonrisa casi tan voluptuosa como sus herramientas de faena. "La verdad es que son sexys. Trabajan muy duro...".
A las afueras del hotel Palace de Doha, la temperatura ambiente ronda los 24 grados. La humedad supera el 60%. Hemos venido hasta la capital de Qatar a conocer el circo que rodea a las ocho mejores tenistas del mundo. Están a punto de disputar el Torneo de Maestras que sirve al circuito Sony Ericsson WTA Tour para cerrar la temporada 2008. Son las más deseadas del deporte femenino. Las más populares. Las más mediáticas. Perseguidas por fanáticos. Adoradas por el público. Aquí hay negocio. "Un gran negocio", en palabras de Larry Scott, máximo responsable de la WTA. "Y una innegable potencia de marketing a nivel mundial".
Larry Scott es el creador de la santa trinidad del tenis femenino contemporáneo: deporte, moda y espectáculo. Un hombre al frente de la más afamada competición de mujeres. Su rey Midas. Llegó hace cinco años para poner orden en este tinglado. Atrajo a Sony Ericsson como principal patrocinador hasta 2010 por 66 millones de euros. Es el responsable de que las tenistas se embolsen desde hace dos años la misma cantidad que los hombres por ganar los torneos más importantes. Ha gestionado el incremento de estos premios en metálico en un 40% desde 2006, hasta superar en la actualidad los 60 millones de euros. Asegura haber logrado que la WTA pase de ingresar cuatro a 20 millones de dólares anuales por patrocinios, así como haber invertido en marketing 15 millones de dólares en los tres últimos años. Pero además de avispado hombre de negocios, tiene fama de conciliador.
No pierde ocasión de reunirse con estas mujeres de armas tomar para convencerlas de su modelo visionario. Porque el aumento del dinero en premios no va a ser gratis. La equiparación salarial traerá consigo este 2009 un sistema de penalizaciones a las 10 mejores del ranking que no hagan acto de presencia en los principales torneos. Es una de las novedades del road map, la nueva hoja de ruta del circuito. "Estamos ante la reforma más grande que nunca antes se ha llevado a cabo en el tenis femenino", proclama Larry Scott ante el periodista en los majestuosos salones del Palace Doha.
Este estadounidense grandullón no oculta sus ambiciones. Alterna su conversación con sorbos a un té a la menta después de cenar. Se ha traído el Torneo de Maestras hasta el pequeño emirato del golfo Pérsico tras un desembolso por parte del emir de Qatar de 32 millones de euros a la WTA por tres años de concesión. "Ansiamos abrirnos a nuevos mercados. Y, además, las aspiraciones olímpicas de Doha garantizan la implicación del país en este tipo de eventos deportivos de alto nivel", justifica. También reconoce las dificultades que traerán aparejadas las nuevas normas que entran en vigor este año. Sobre todo en términos de disciplina. "Ya advertí a las jugadoras de que el incremento del dinero en premios requeriría una mayor implicación por su parte. La mentalidad no cambia de un día para otro y hay demasiadas costumbres arraigadas. Pero estoy seguro de que sabrán ver todo lo positivo: un calendario más realista, un mayor margen de negocio...".
-¿No le parece peligroso que la parte glamourosa robe terreno a la estrictamente deportiva?
-Nosotros intentamos que haya un balance correcto entre las dos partes. El glamour sin éxitos personales, sin esfuerzos, es algo mucho más superficial. Pero no podemos olvidarnos de que estamos ante el líder global en términos de beneficios con respecto al resto de deportes femeninos. Nosotros también promovemos la parte divertida y atractiva, por qué no decirlo, de esta competición. Su parte más fashionable. No es algo forzado, ellas llevan a cabo las campañas de forma natural. Y no sólo se encuentran cómodas haciéndolo, sino que ven recompensada su faceta de promoción.
Ellas, las protagonistas de este embrollo, tienen su propia visión de los nuevos retos de este año. Todas parecen estar de acuerdo en que merece la pena asumir penalizaciones a cambio de premios más suculentos. "Pero al final de temporada no sé si sabremos quién es la mejor jugadora; lo que sí descubriremos es quién es la más fuerte", analiza la rusa Elena Dementieva, número tres del tenis mundial y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín. Acaba de terminar sus entrenamientos en la pista central del torneo de Doha bajo la atenta mirada de Vera, su madre y manager. Son las 18.25, hora local. El muecín de una mezquita cercana impone su canto por megafonía. "¡Allaaaaahu Akbar!". Puede que sólo en un lugar como Qatar pudiésemos haber encontrado la anodina silueta de estas atletas impresa en las vallas publicitarias del estadio, en lugar de los carteles con los que la WTA se promociona en el resto del mundo mostrando todo el esplendor musculoso de las piernas de estas mujeres.
A partir del próximo 8 de mayo las veremos con todo lujo de detalles en la capital de España. Aterrizan para disputar, junto al resto de las mejores raquetas del mundo, el Mutua Madrileña Madrid Open. Al margen de los Grand Slam, uno de los cuatro grandes campeonatos combinados (masculino y femenino) con Indian Wells, Miami y Pekín. Al frente del mismo, a sus 71 años, Manolo Santana, el hombre que convirtió el tenis en un deporte de masas en este país y hoy sigue practicándolo cada día.
Nuestro campeón de Wimbledon en 1966 se reunió hace ocho años con el entonces alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, para anunciarle que un señor llamado Ion Tiriac barajaba cambiar de sede el Master Series de Stuttgart. Ex jugador de tenis y hombre de negocios multimillonario -la revista Forbes estimaba su fortuna en 2007 en unos 800 millones de euros-, Tiriac (Rumania, 1939) quedó seducido por la propuesta de Santana y Álvarez del Manzano y firmó un contrato por cinco años, renovable por otros cinco, para organizar el Master de Madrid. Pero en su cabeza siempre estuvo convertir aquel evento en el torneo combinado que ahora comienza.
Hoy cuenta con el apoyo institucional del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, cuyo sueño olímpico aspira a convertirse en realidad en 2016. El consistorio madrileño ha aprobado el desembolso de más de 1,8 millones de euros a la empresa promotora de Ion Tiriac para la celebración del torneo hasta 2013. "Si consideramos la imagen de la ciudad proyectada por televisión en alrededor de 150 países durante cientos de horas a lo largo de dos semanas, creo que es una cantidad muy justificada", argumenta Gerard Tsobanian, director general de Mutua Madrileña Madrid Open. A lo que hay que añadir la coincidencia de esta competición con la visita de la delegación del Comité Olímpico Internacional a Madrid para analizar sus posibilidades como futura sede olímpica.
Todo está preparado para recibir a las reinas de la pista en la Caja Mágica, una estructura sideral de más de 100.000 metros cuadrados diseñada por el afamado arquitecto Dominique Perrault a orillas del Manzanares que ha costado alrededor de 160 millones de euros. En sus futuristas instalaciones deportivas también se espera la presencia de las españolas Anabel Medina, Carla Suárez y María José Martínez, números 18, 27 y 51 del ranking mundial, respectivamente. Componen el presente de la élite de las jugadoras españolas. Por el momento, lejos de los éxitos de aquellas Arantxa y Conchita cuyos días de gloria todavía permanecen en la memoria de los aficionados. "El tenis ha tenido una evolución distinta entre hombres y mujeres en España", argumenta Manolo Santana. "Quizá haya faltado un mayor apoyo en la parte técnica, tanto en las escuelas públicas como en los clubes privados. Lo cierto es que las mujeres atraen tanta gente a la cancha como los hombres, pero en España hoy nos falta un Nadal o un Verdasco femeninos".
El parisiense de origen armenio Gerard Tsobanian, de 44 años, mano derecha del magnate rumano Ion Tiriac, coincide con el análisis de Santana en cuanto a la atracción que las tenistas ejercen en el público. "Pero en modo alguno superan la expectación ante un encuentro de tenis masculino. Nadal es atractivo. Sharapova, también. Aunque cada uno en su estilo. Y Nadal tiene más tirón que Sharapova. Al final del día queremos ganadores. Si vences, y además tienes sex appeal, es la bomba. Pero ser número uno ya te otorga suficiente glamour por sí solo".
Larry Scott ha luchado durante su mandato a cargo del circuito femenino por promover con la misma intensidad glamour y deporte. Se ha empeñado en consolidar este nuevo prototipo de tenistas polifacéticas. Y lo ha logrado. Al menos de momento. Ya ha anunciado que abandona la WTA en verano para conquistar otros horizontes desde la asociación de ligas universitarias estadounidenses (NCAA). Por el camino dejará su sueño nunca cumplido de aunar los dos campeonatos, masculino y femenino, bajo un mismo modelo de negocio. Una tentativa que siempre encontró la oposición de los jugadores de la ATP. Pero sobre todo, deja una competición cuyo trono permanece sometido a continuos vaivenes desde el reinado de la belga Justine Henin, la última mandataria absoluta del ranking hasta su retirada en mayo del año pasado.
Dinara Safina, al frente de la armada rusa contemporánea, es la nueva número uno mundial desde el pasado 20 de abril. Musulmana y lectora devota de Tolstói, ha desbancado del trono a la estadounidense Serena Williams, testigo de Jehová y apasionada defensora de su presidente Obama. Ninguna de las dos podrá ya elegir los torneos que más le favorezcan para mantener su puesto, como han venido haciendo hasta ahora. Más presión. Más promoción. Más destellos de flash. Más circo mediático. La contrapartida: ganar lo mismo que los hombres en los grandes torneos. El tiempo dirá si la nueva generación de tenistas está a la altura de lo que este renovado negocio espera de ellas.
Diplomacia rusa
Vera Zvonareva (Rusia, 1984).
Número 6 del tenis femenino.
Porque seas deportista profesional no tienes que estar vinculada a este ámbito durante el resto de tu vida. Vera vislumbra otros horizontes más allá del tenis. Compagina su carrera con estudios en una academia diplomática de Moscú. Preparo los exámenes en los viajes. No sé cómo irán las cosas en el futuro. Las reformas en el circuito van a permitir la organización de eventos más grandes y más ambiciosos. Es bueno fomentar la competitividad entre nosotras. Tendremos más oportunidades de trabajo, pero si te lesionas, acumularás penalizaciones por no participar en los principales torneos. Se impondrá un nuevo modelo de tenista.
Vestido negro de CK Calvin Klein y sandalias de Repetto.
Esplendor en la hierba
Venus Williams (Estados Unidos, 1980).
Número 5 del tenis femenino.
Lleva pegada a sus tacones una cámara de CNN que entremeterá sus cables en varias ocasiones durante esta sesión de fotos. Cinco veces campeona de Wimbledon. Esplendor en la hierba. Forma un tándem imbatible en partidos de dobles con su hermana Serena, con quien también comparte esta doble página. Las dos crecieron en el gueto californiano de Compton, donde escuchaban los silbidos de las balas desde las canchas de tenis. Así es la vida, pero debo decir que tuve una buena infancia en Compton. Fue la primera mujer afroamericana en alcanzar el top del ranking. El racismo no tiene ninguna validez en el tenis. Es un deporte donde nada puede pararte a la hora de estar en lo más alto.
Venus Williams lleva vestido blanco de CK Calvin Klein.
La número uno del mundo
Dinara Safina (Rusia, 1986). Número 1 del tenis femenino.
Cuando llegué a España, todo era fútbol, fútbol, fútbol, recuerda en perfecto castellano. Mi ídolo era Beckham, claro. Con doce años abandonó su Moscú natal tras los pasos de su hermano, Marat Safin, ex número uno del tenis mundial. Y llegó a Valencia. Sabía que allí mejoraría mi tenis; además, mis padres querían que estuviese cerca de mi hermano. Su regularidad le ha llevado a conquistar el trono femenino de este deporte sin ganar un solo Grand Slam individual. Es musulmana. Pero no practico. No tengo tiempo de seguir los ritos que lleva aparejada mi religión.
Y apasionada lectora del Tolstói. Con Ana Karenina disfruté muchísimo, pero confieso que no pude terminar Guerra y paz.
Dinara Safina lleva vestido estampado de Gucci y sandalias de Hermès.
Diosa de las aguas
Ana Ivanovic (Serbia, 1987). Número 7 del tenis femenino.
Ana, Ana, Ana. Llega un poquito resfriada a la sesión de fotos. De hecho, estos estornudos divinos le impedirán participar en el Torneo de Maestras de Qatar. Pero nada logra perturbar su arrebatadora belleza de pasarela. Su tenis nació de las aguas. Más bien, de una piscina que se quedaba vacía en un club de tenis de Belgrado. Allí aprendió la pequeña Ana a ajustar la bola a las esquinas. Todavía hay niños que siguen practicando en esa misma piscina durante el invierno. Ex número uno del mundo, ex pareja del español Fernando Verdasco y ganadora de Roland Garros, se confiesa fanática de las series de televisión. Mi favoritas: Prison break, Perdidos y Friends. Ése es mi top three.
Vestido de Yrusha, zapatos de Ailanto y reloj de Rolex.
Cine y show business
Jelena Jankovic (Serbia, 1985). Número 4 del tenis femenino.
Cambió el piano por la raqueta en Belgrado. Sus éxitos la han convertido en coleccionista de bolsos de Louis Vuitton. También me encantan los diseños de Missoni, los zapatos de Jimmy Choo Y la actuación, todo lo relacionado con el show business. Su pareja es un jugador de waterpolo con el que coincidió en los JJ OO de Pekín. Pero quien viaja junto a ella a los torneos es su madre. Ella es mi energía. Él es de Montenegro, nos estamos conociendo.
Vestido blanco de Sita Murt, anillo y pulsera de Bimba y Lola.
La protegida de Arantxa
Svetlana Kuznetsova (Rusia, 1985). En la actualidad, número 9 del tenis femenino.
Abandonó el frío de San Petersburgo con 14 años para ingresar en la academia Sánchez-Casal. Allí conoció a Arantxa Sánchez Vicario. Hoy habla español perfectamente, ganó el Abierto de Estados Unidos en 2004 y tiene su residencia fiscal en Montecarlo. Pero hay algo que no ha cambiado. La campeona española sigue siendo su consejera. Arantxa es una especie de madrina para mí. Fue mi mentora y hoy me sigue apoyando. La llamo cuando quiero, ella me llama.
Vestido de punto con aplicaciones de madera de Boss Orange.
Fuerza sobrehumana
Serena Williams (Estados Unidos, 1981).
Número 2 del tenis femenino.
Una potencia de la naturaleza. Un carácter torrencial, a prueba de agentes (ha traído tres a esta sesión de fotos). Ferviente seguidora de la moda, coordina los diseños de sus propias colecciones. También da rienda suelta a su filantropía desde una fundación que lleva su nombre. Como su hermana, testigo de Jehová y orgullosa del presidente de su país, Barack Obama. Y entre tanto, navega por los puestos más altos del ranking. Cuando ganó el Open de Australia en 2007, dedicó el triunfo a su hermana Yetunde, asesinada durante una reyerta en el suburbio californiano de Compton. Todavía siento vivo su espíritu.
Camisa y cinturón de El Caballo.
Una bailarina demasiado grande
Elena Dementieva (Rusia, 1981). Número 3 del tenis femenino.
Cuando era pequeña quería apuntarme a clases de danza. Pero era una niña demasiado grande. Medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, sus 1,80 metros de altura y unas piernas hercúleas combinan de manera explosiva con su dulce inglés con acento moscovita. Vera, su madre y manager, sigue sus pasos literalmente. Aunque tengo mi residencia en Mónaco, cuando vuelvo con mi madre a Moscú siempre vamos juntas a ver el ballet del teatro Bolshoi.
Vestido palabra de honor de gasa de Madame París.
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