No disparen. Sólo somos osos
Los especuladores a la baja se defienden de quienes les acusan de haber hundido al mercado mediante las llamadas ventas en corto
Un oso pardo disecado de dos metros de alto guarda la entrada de las oficinas de Fleckenstein Capital, en Seattle. El oso -el animal que simboliza la tendencia bajista de la Bolsa, frente al toro alcista- envía un mensaje claro: el hombre que está en las oficinas, Bill Fleckenstein, fundador y presidente de la firma, es un especulador a la baja y está orgulloso de serlo.
Fleckenstein, de 55 años, ha surgido como uno de los defensores más vehementes de lo que ha sido descrito por todos, desde el primer ejecutivo de Morgan Stanley al arzobispo de Canterbury, como una clase de inversores proscritos. Desde que los mercados empezaron en julio su mayor desplome en décadas, 17 países han prohibido o restringido las llamadas ventas en corto, y comentaristas de todo el mundo han etiquetado a los vendedores en corto como hienas, chacales, sabandijas y buitres.
La Bolsa cayó un 17,7% mientras las ventas bajistas estaban prohibidas
Los especuladores provocan en ocasiones una reacción en cadena
Fleckenstein dice que los inversores que apuestan a descensos de acciones, como hacen los vendedores en corto, son simplemente "osos". Y dice que no son responsables del desastre de los mercados. "Los vendedores en corto no bajaron el tipo de los fondos federales ni le dijeron a los deudores que sacaran hipotecas que no debían", dice. "Ahora somos los malos".
Las oficinas de Fleckenstein son un canto a su estrategia negociadora, en la que los inversores piden acciones prestadas a inversores institucionales y después las venden con la esperanza de recomprar las acciones a un menor precio antes de devolvérselas a quien se las prestó. El oso pardo tenía puesta una gorra de béisbol con el lema Dow a 10.000 cuando el índice estaba todavía en los 11.000 puntos. En un gran cartel en la pared de la oficina se puede leer: "Protege el derecho a que los osos tengan armas".
Fleckenstein es miembro de un colectivo de inversores pesimistas que ha sido acusado de manipulación del mercado desde el siglo XVII. Los recientes ataques empezaron después de un rápido deterioro de la cotización de Bear Stearns en marzo. Cuando la acción de Bear Stearns cayó un 47% el viernes 14 de marzo, la Reserva Federal de EE UU intervino y ese fin de semana organizó la venta del banco de inversiones a JPMorgan Chase. Más tarde, el presidente de Bear Stearns, Alan Schwartz, dijo en el Congreso que la entidad se vino abajo por la difusión de rumores y una negociación abusiva -eufemismos utilizados a menudo para referirse a las ventas en corto.
Tras la caída de Bear Stearns, cada nueva crisis en el sector bancario dispara las alarmas sobre las ventas en corto. Cuando la cotización de Goldman Sachs y de Morgan Stanley cayó en picado el 17 de septiembre, el primer ejecutivo de Morgan Stanley, John Mack, acusó a los vendedores en corto. Y el ex presidente de Lehman Brothers, Richard Fuld, culpó en parte a las ventas en corto en descubierto de la quiebra de la firma el 15 de septiembre.
Las ventas en corto en descubierto se producen cuando un vendedor en corto le dice a su intermediario que venda las acciones que el vendedor aún no ha tomado prestadas. El 17 de septiembre, la SEC decidió por primera vez que eran un fraude. El 28 de octubre, Japón las prohibió hasta el 31 de marzo de 2009.
En Reino Unido, la campaña contra los vendedores en corto también se remonta a marzo, cuando la Financial Services Authority (FSA) dijo que sospechaba que "rumores falsos" vinculados a ventas en corto llevaron a una súbita caída de la cotización de HBOS, la mayor entidad hipotecaria del país. Una investigación de la FSA no encontró prueba alguna de abusos.
En septiembre, cuando Lloyds TSB Group Plc decidió comprar HBOS por un quinto de su precio de un año antes, tanto el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, como el de York, John Sentamu, continuaron responsabilizando a los vendedores en corto. Sentamu los llamó "atracadores de bancos".
El informe anual del ejercicio 2007 de la Iglesia de Inglaterra muestra que sus 5.500 millones de libras (casi 7.000 millones de euros) en activos incluían una posición por 34,5 millones de libras en HBOS y de 40,4 millones de libras en Barclays, cuyas acciones también se desplomaron en septiembre y octubre. El Consejo de Pensiones de la Iglesia de Inglaterra, a finales de 2007, gestionó otros 850 millones de libras, incluyendo 8,5 millones en HBOS.
En respuesta a tal furor, la FSA prohibió las ventas en corto de acciones de bancos y aseguradoras hasta fin de año. Un día después, la SEC impuso su propia prohibición sobre las ventas en corto de 799 cotizadas financieras. Más tarde agregó otras 170 empresas, como IBM y Sears. La prohibición de la SEC, tras una prórroga, expiró el 9 de octubre, seis días después de la aprobación del plan de rescate de 700.000 millones de dólares (medio billón de euros) para el sistema bancario. En el periodo en que estuvo en vigor la prohibición, la Bolsa cayó un 17,7%.
Los vendedores en corto dicen que son los chivos expiatorios del desastre financiero. "Los vendedores en corto que advirtieron sobre la burbuja inmobiliaria han resultado tener razón", dice Fleckenstein. "Están responsabilizando a los vendedores en corto y rescatando a quienes perdieron todo el dinero y casi derrumban el sistema financiero".
Manuel Asensio, de 53 años, presidente del hedge fund Mill Rock, con sede en Nueva York, dice que tanto él como sus asociados mantienen limpia a la Bolsa yendo tras empresas con mala contabilidad, planes de negocio dudosos y deuda excesiva. "Hubo una razón legítima en cuanto a por qué los valores financieros cayeron; los que ocasionaron los problemas fueron los valores con un valor erróneo en sus balances", dice.
"La ventas en corto son una expresión de duda, no una actividad criminal", dice George Feiger, presidente de la gestora de inversiones Contango Capital Advisors, de California. "Los consejos de administración de Lehman, Bear Stearns y Merrill siempre decían que todo estaba bien. Después, cada tantas semanas tenían que aprovisionar miles de millones".
El poder de los vendedores en corto ha sido exagerado, dice Douglas Kass, fundador del hedge fund con sede en Florida Seabreeze, que gestiona 150 millones. "La concentración dedicada a operaciones en corto totaliza unos 5.500 millones", dice Kass. Firmas "dedicadas" a las ventas en corto gestionan fondos que no hacen nada más. "Eso es demasiado pequeño para que tenga impacto", dice Kass.
La prohibición de las ventas en corto ha exacerbado la crisis financiera, llevando a docenas de hedge funds al borde de la quiebra, dice Richard Baker, presidente de Managed Funds Association, un grupo de presión del sector.La mayoría de los observadores académicos coincide con Kass en que el poder de los vendedores en corto es exagerado. "En la crisis actual, las operaciones en corto son como moscas sobre un cadáver en el arcén de una carretera", dice James Angel, un profesor de finanzas en la Universidad de Georgetown, en Washington, que estudia las ventas en corto. "Deberíamos concentrarnos sobre quién o qué mató al animal".
Bajo determinadas circunstancias, los vendedores en corto pueden manipular las cotizaciones -ya sea mediante acciones concertadas o a través de un feedback loop, dice Itay Goldstein, un profesor de finanzas en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania. Un feedback loop es simplemente una reacción en cadena.Un ejemplo podría ser cuando entidades crediticias niegan nuevos préstamos a una empresa después de que surgen informes de que hay fuertes posiciones de ventas en corto en su valor, dice Goldstein. La negativa a conceder crédito conduce a más caídas de las acciones y a un descenso de la capitalización de la firma.
"Es difícil decir si la reciente caída del mercado se debe a intentos de manipulación", dice Goldstein. "Las condiciones fueron tales que esto es bastante posible".
Los vendedores en corto han puesto en orden las estadísticas en un intento por demostrar que jugaron un reducido o nulo papel en el desplome del mercado. Al tiempo, Kass apunta que Morgan Stanley no aporta ningún dato que sustente el argumento de Mack, su responsable ejecutivo, de que los vendedores en corto fueron responsables del desplome de su entidad.
La primera prohibición de ventas en corto documentada tuvo lugar en Holanda en 1609, cuando Issac Le Maire, un comerciante flamenco y ex miembro de la Dutch East India Company, formó una sociedad secreta de vendedores en corto para hacer bajar la cotización de la empresa, dice el escritor Edward Chancellor.
Parte del esquema de Le Maire fue formar una compañía francesa para competir con la firma holandesa de negociación. Después, la Dutch East India Company persuadió al Gobierno para prohibir las ventas en corto.
En 1792, la nueva legislatura del Estado de Nueva York prohibió las ventas en corto tras el primer crash de la bolsa de Estados Unidos. Sólo cinco semanas después, dos docenas de intermediarios firmaron el Acuerdo de Buttonwood que dio lugar a la Bolsa de Nueva York, donde las ventas en corto estaban permitidas.
A los vendedores en corto se les responsabilizó de las salvajes oscilaciones de la Bolsa tras el crash de 1929 -y por una buena razón, dice Charles Geisst, profesor de economía y finanzas en el Manhattan College en Riverdale, New York y autor de Wall Street: a history.
"Durante el año anterior previo a la aprobación de la Securities Act y Banking Act de 1933, hubo un 'ataque bajista' masivo sobre Wall Street", dijo Geisst. "Algunos ejecutivos vendían en corto sus propias acciones". La Securities Act dio lugar a la SEC.
En 1938, la SEC adoptó la norma uptick, que permitía a los vendedores en corto pedir prestadas las acciones de una empresa sólo cuando las acciones están subiendo. La SEC eliminó la norma en 2007, y también relajó la normativa sobre ventas en corto a descubierto -decisiones que suscitaron una tormenta de críticas contra el presidente de la SEC, Christopher Cox, un año después, cuando los mercados se fundieron.
Las dos actuaciones "acabaron con 71 años de estabilidad", dice Geisst. "Es lo que rompió la joroba del camello".
Fleckenstein, sentado entre pilas de diarios e informes de analistas en su oficina de Seattle, dice que la prohibición de la SEC de las ventas en corto sólo pospuso el día del ajuste de cuentas.
"El capitalismo no es sino auges y caídas", dice, mientras revisa correos electrónicos y vigila las cotizaciones. "Prohibir las ventas en corto significa que el Gobierno determinará cuáles deben ser las cotizaciones".
Como otros vendedores en corto, Fleckenstein no ve rentabilidad en el optimismo. El 24 de septiembre dijo a Bloomberg News, cuando el Dow estaba en las 10.825 unidades, que esperaba que tocara el nivel de 8.500. El Dow cayó hasta 8.176 puntos el 27 de octubre, antes de rebotar este martes a 9.065. Fleckenstein insiste, sin embargo, que no le divierte que el cartel de su oso pardo Dow a 10.000 esté ahora caducado.
Cortos en España: Los bajistas tienen 1.200 millones declarados
El supervisor bursátil español pasó en pocas semanas de señalar que aquí no había problemas con las ventas a corto a tomar medidas para dotar de mayor transparencia a este tipo de operativa.
El pasado 22 de septiembre, tras ver las iniciativas que habían tomado otros mercados para frenar la especulación bajista, la CNMV decidió obligar a los inversores que comuniquen mediante un hecho relevante cualquier posición corta en una veintena de valores financieros que supere el 0,25% del capital. Para calcular este nivel, el supervisor exige tener en cuenta no sólo las posiciones al contado, sino también aquéllas con instrumentos derivados. Asimismo, los inversores deben informar de las variaciones de dichas posiciones que supongan un cambio de la posición bajista por encima o por debajo del umbral del 0,25%.
La medida tiene carácter "excepcional" y estará vigente hasta que la CNMV considere que "han desaparecido las condiciones de mercado que la han motivado". En cuanto a las ventas a corto descubiertas (aquellas que se hacen sin tener los títulos), el supervisor bursátil se ha limitado a recordar que la legislación española las prohíbe desde hace años.
Desde que entró en vigor la normativa se han comunicado posiciones cortas en siete compañías y su valor de mercado alcanza los 1.194 millones de euros. Donde más se concentran las apuestas bajistas es entre los bancos domésticos de mediana capitalización. El 4,78% del capital del Banco Popular está en posiciones cortas; en el caso del Sabadell, el 1,35% de sus acciones está en manos bajistas, mientras que en Bankinter alcanzan el 2,02%. Por lo que se refiere a los dos grandes bancos, Santander y BBVA, las posiciones cortas declaradas (tener más del 0,25% del capital en ambas es mucho dinero) supone sólo el 0,57% y el 0,8%, respectivamente. -
En su propia trampa: Los bajistas, atrapados en Volkswagen
Volkswagen ha llegado a ser esta semana por momentos la primera empresa del mundo por capitalización en Bolsa, tras una espectacular revalorización fruto, paradójicamente, de los especuladores a la baja.
Porsche anunció el domingo que, además del 42,6% del capital que había declarado, también tenía derivados para hacerse con otro 31,5%, una posición que no se conocía. Eso suponía que en el mercado flotaba disponible sólo un 5,8% del capital, pues el Estado de Baja Sajonia cuenta con otro 20,1%.
Los hedge funds que habían vendido títulos prestados con la intención de recomprarlos a más bajo precio entraron en pánico. Más de un 10% del capital estaba en préstamo y eso suponía que no había acciones suficientes para que todos pudieran cerrar sus posiciones. Se lanzaron a comprar como locos y la acción se disparó, provocándoles fuertes pérdidas.
Sólo el anuncio de que Porsche ponía en el mercado un 5% más del capital (con suculentas plusvalías) alivió algo la presión, aunque no del todo. Ha habido fuertes críticas a la normativa del mercado (que no obliga a declarar las posiciones con derivados). Las autoridades bursátiles alemanas investigan lo ocurrido. -
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