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La última fiesta del verano

Este fin de semana vuelve el Metrorock a Madrid con Calamaro y Melendi como platos fuertes

Es literal. El 21 de septiembre acaba el verano. Un día antes, el sábado 20, para animar la fiesta hasta el último momento, llega el Metrorock, festival que, después de diez años celebrándose en la capital, se consolida con la edición de este año en el complejo deportivo Cantarranas de la Complutense de Madrid. Andrés Calamaro, Melendi, Los Delinqüentes, Elbicho, Siniestro Total, El Tío Calambres, Ragdog. Y además, Felix Da Housecat, Stereo Mc's y siete grupos más de música electrónica en un escenario paralelo.

Algunos de los grupos repiten la experiencia. "Son amuletos del festival, por ejemplo Los Delinqüentes, que han tocado en casi todas las ediciones", explica Roberto Azorín, codirector del encuentro. "O'Funkillo porque se han separado, pero siempre han estado con nosotros. Yo siempre les decía que habíamos empezado juntos y teníamos que terminar juntos. Este año incluso hemos tratado de reunirlos para el festival, pero no ha podido ser". Son grupos, cuenta Azorín, que se identifican con la idea de fiesta que quiere transmitir el festival, y que cuentan con el favor del público. "Sobre todo es un cartel con solidez, algunos repiten pero otros es la primera vez que tocan, la idea es que den el ambiente de fiesta que queremos". Elbicho y Siniestro Total también repiten, y lo mismo Tío Calambres, aunque es la primera vez que se presentan con esta formación, antes estuvieron como músicos de Bebe. "Nos faltaría Chambao, que han tocado en otras ediciones", añade.

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Este año habrá sorpresas. El director avisa que todos los grupos contarán con músicos invitados, pero no quiere adelantar mucho para que el público lo disfrute más. "Con los Delinqüentes siempre se juntan setecientos a tocar, pero ellos nada más nos avisan de los micros extra que necesitan en el escenario. Es mejor que lo preparen por su cuenta y sorprendan al público".

Este año esperan recibir entre 25 y 30.000 personas, aunque hay dos elementos que podrían afectar a esta edición negativamente: la fiebre de festivales y la crisis. "Hemos cambiado la fecha, que tradicionalmente era en junio, un poco por eso", explica Azorín, para no coincidir con otros eventos que han tenido lugar en la capital. Las entradas oscilan entre 25 y 40 euros, que no es mucho comparado con otros macrofestivales celebrados este verano, pero sí teniendo en cuenta que el Metrorock comenzó siendo un festival gratuito. Sin embargo, Azorín es optimista, porque el festival ha logrado reunir a un público fiel. "Nosotros nos centramos en el público de Madrid, un público en buena medida universitario, que ya sabe lo que va a encontrar aquí, que saben que se lo van a pasar fenomenal".

De Mar de Cristal a Ciudad Universitaria

La vinculación del festival con el Metro de Madrid es obvia, lo llevan en el nombre. El festival comenzó en 1999 como una muestra de fotografía de rock en la estación de metro de Mar de Cristal a la que se añadieron actuaciones en vivo en los andenes. Comenzaron con un público de 3.000 personas. Cuando decidieron salir del Metro, el festival tenía lugar en Príncipe Pío, con una media de 10.000 asistentes. "Con el tiempo nos dimos cuenta de que la gente lo que quería era más concierto y no tanta fotografía". El festival se transformó, de cinco días se pasó a uno, se comenzó a cobrar entradas, se fue trasladando de sede... Hasta hoy. "Se mantiene el espíritu de festival urbano, de apostar por la música en español, el público, que suele ser el mismo, y los que lo hacen posible, Ayuntamiento, Comunidad y Metro de Madrid", explica el codirector.

Uno de los alicientes de esta edición, sin duda, es que el emplazamiento del festival está mejor comunicado, a unos metros del intercambiador de Moncloa, y no tiene vecinos. "Hoy en día, hacer un festival sin vecinos que se quejen es un privilegio", cuenta Azorín. Pero sobre todo, que se celebra en canchas deportivas, con espacios verdes en los que relajarse entre actuación y actuación. "En dos campos de rugby y un campo de fútbol entra más gente y además se pueden tumbar en el césped". Una auténtica fiesta, la última del verano.

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