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Reportaje:

Los pájaros levantan el vuelo

La gira de Serrat y Sabina, patrocinada por EL PAÍS, arrancará el próximo viernes 29 de junio en Zaragoza

Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina se lanzan al fin a la carretera. El próximo viernes arrancará en Zaragoza su gira Dos pájaros de un tiro, que patrocina EL PAÍS. La cuenta atrás ha finalizado y los artistas han puesto los contadores a cero. Por delante quedan seis meses de trabajo, más de 60 conciertos en otras tantas ciudades de España y Latinoamérica, y un público ansioso por ver a los dos pájaros levantar el vuelo juntos y subirse al escenario. Detrás han quedado otros tantos meses, centenares de correos electrónicos y mucho trabajo... Ahora los motores (el de Serrat susurra, "procuro no ceder a los nervios"; el de Sabina ruge: "Éste no me lo deja decir, pero yo estoy acojonao") están a punto.

"Está todo estudiado. Lo que no se sepa hoy, ¡ya no se sabrá nunca!", afirma Serrat
"Es una celebración de la amistad. Entre los dos, y con los de abajo", dice Sabina
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Serrat y Sabina inician su gira en Zaragoza

Una nave, en un polígono industrial a las afueras de Madrid, es testigo del primer encuentro sobre las tablas de Serrat y Sabina. El local donde se ha montado el escenario al que se subirán desde el próximo día 29 tiene el aroma, el color y la intensidad de una sala de conciertos. Todo está listo para el pistoletazo de salida. "Está todo estudiao, repasao y sabido. Lo que no se sepa hoy, ¡ya no se sabrá nunca!", afirma Serrat.

El lugar es un hervidero (literal y figuradamente) de luces, humo y música. Joaquín se divierte como un niño con la guitarra al cuello y sonríe escuchando los compases de Princesa. Bromean con sus músicos que son "una mezcla de su gente de confianza y de la mía", explica Sabina. "Aunque también hay algunos absolutos desconocidos", apostilla Serrat. "¡Y va a ser la primera vez en nuestra vida que tenemos chicas!", exclama el de Úbeda. "Nooo", le interrumpe Joan Manuel. "Chicas hemos tenido. ¡Ya hay un pasado!".

Serrat da palmas: "Ahora es demasiado tarde, princesa...". La banda muy afinada, está entregada. "Búscate otro perro que te ladre, princesa..." da la réplica y lo da todo el nuevo Sabina, el resucitado Sabina. Y Serrat el luchador, el incombustible, el también resucitado, destila felicidad y clase. Los artistas se acercan, se separan, juegan a provocarse, se divierten. "Esto es una celebración de la amistad. No sólo entre los dos, sino con los de abajo que vendrán no sólo a ver un concierto, sino a celebrar unas canciones compartidas", señala el de Úbeda.

Joaquín baila mientras su compañero de vuelo desgrana los versos de una de sus canciones. "Y sin embargo me voy por los tejados, como un gato sin dueño...", musita Serrat, ciñendo a su verbo la música de Sabina. "Tomar un repertorio ajeno, y hacerlo propio. Y hacerlo con el respeto que merece y al mismo tiempo darle una faceta nueva a las canciones tiene su cosa. Tienes que ofrecer una visión distinta que a la gente le haga mirarse uno a otro y decir ¡jódelo, anda, jódelo!", cuenta Serrat. "Pero estamos haciendo bien lo del robo y el saqueo", apostilla su compañero. "Cuando oigo cantar al Nano mis canciones, primero me emociono muchísimo, y luego es que el cabrón las clava de tal manera que parece que son de él. Le he oído emocionadamente y cuando canto las suyas trato de llevarlas un poco exageradamente a mi terreno. Efectuar el mismo robo, escupirlas más, darle mi fraseo que es distinto del suyo". "Y eso sin gran trabajo", bromea su primo el Nano.

"A mí me está encantando esta manera que tiene Joaquín de hacer suyas las canciones. Es muy ligero, muy rápido. Yo necesito trabajar más". "Con eso lo que quiere decir", interrumpe Sabina, "es que soy más vago".

La risa y la sonrisa fluyen como los centenares de correos electrónicos (también en verso) que durante meses se han cruzado los músicos. Y en el contacto frente al micro fluye esa misma magia que, por separado, y ahora juntos les ha llevado a convertirse en dos de los artistas mejor valorados por el público y por sus propios compañeros de profesión.

Casualmente, la canción que más se le está resistiendo a Sabina es la que más le gusta: Donde quiera que estés. A Serrat le apetecía cantar Y sin embargo. Pero ahora se siente muy cómodo con La del pirata cojo. "Yo le pedí que hiciera A la orilla de la chimenea porque la había imaginado cantada por él. Incluso cuando la compuse, pensé: me ha quedado una canción a la manera del Serrat". "Es verdad, no la tenía prevista", dice Serrat, "pero me dijo que la cantara y yo, que lo tengo muy consentido, pues le dije que bueno... y luego vi que tenía razón".

La banda sigue marcando el compás que los dos acompañan con sus voces ahora hermanas. Serrat, perfeccionista, repite y repite: "¡Verás como la toca otra vez!", dice Sabina, "por eso yo nunca ensayaba". Se habla del vestuario de las chicas, del atrezo de los músicos, de los entresijos del espectáculo y sus sorpresas, que guardan celosamente.

"Hoy un amigo que es camarero me preguntaba 'cuándo empezáis", cuenta Serrat, "y le decía, 'en 10 días. Nos faltan 240 horas'. Entonces he pensado que faltaban sólo 240 horas y que tenemos mucho que hacer. Así que perdónanos que nos vayamos enseguida, porque yo estaba muy tranquilo pero de repente me he dado cuenta de que nos quedan sólo 240 horas", pide Serrat.

"No olvidaré un correo que me mandó el Nano hace tiempo y que terminaba diciendo 'Ya no hay marcha atrás'. Pues eso, que ya no hay marcha atrás".

Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, en un ensayo.
Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, en un ensayo.CRISTÓBAL MANUEL

VIERNES / Sabina

El viernes, al comprar EL PAÍS, los lectores podrán conseguir por sólo 8,95 euros El hombre del traje gris, de Sabina.

JUEVES / Serrat

El próximo jueves los lectores podrán comprar por 8,95 euros, al adquirir EL PAÍS, Cada loco con su tema, de Serrat.

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