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Crítica:CINE / 'LA SENDA TENEBROSA'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La mirada negra

Dark Passage (aquí titulada La senda tenebrosa) es una de las obras más singulares de Delmer Daves, que a su vez es uno de los más singulares (y peor conocidos) cineastas de Hollywood en los años que siguieron a la guerra mundial. Su carrera se alargó hasta casi 20 años después de realizar este inquietante, extraño y vigoroso filme negro y en ella destacan, junto con esta incatalogable obra, algunos westerns de intenso sabor expresionista y, pese a su aspecto normal, que les permite entrar sin chirriar en los cánones del género de géneros, se observa en ellos algo raro, poco común, casi extemporáneo el sello de un estilo que supo diferencirse, aceptando la uniformidad impuesta por el entorno don de se desplegaba, de los modelos y las fórmulas sobre los que había de desplegarse. Un western como 3.10 to Yuma es dinamita dentro de las leyes del género y uno de los filmes del Oeste más hondos que se han hecho.La senda tenebrosa significa dentro del llamado género negro, algo parecido a lo que significó ese citado western: una ruptura desde dentro de las leyes genéricas primarias y de lo que el espectador espera de antemano contemplar en ellas. La crítica, a uno y otro lado del Atlántico, no supo verla. Los analistas norteamericanos la despreciaron y los franceses se dividieron, como de costumbre, en mitificadores retóricos y en negadores arbitrarios. El filme, por esta causa, pasó sin pena ni gloria. Obtuvo éxito rutinario, gracias a la presencia de Bogart y Bacall, que componían una pareja capaz por sí sola de sostener comercialmente una película, y sus innovaciones pasaron a ser patrimonio de circulitos de mitólogos e iniciados, que siguiendo alquimias selectivas de especialistas como Raymond Borde, la consideraron -con Gilda, Sueño eterno, Laura, El halcón maltés y pocas más- un filme modélico del cine negro.

La senda tenebrosa

Dirección y guión (basado en la novela de David Goodis): Delmer Daves. Fotografía: Sid Hickox. Música: Franz Waxman. Estados Unidos, 1947. Intérpretes: Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Bruce Bennett, Agner Moorehead, Tom D'Andrea, Clifton Young. Estreno en madrid, en versión original subtitulada: cine Bellas Artes.

Identidad de miradas

En realidad no es en absoluto ese filme modélico el arquetipo que quisieron ver sus mitologizadores, sino algo muy diferente. La senda tenebrosa no entra en ninguna fórmula ya hecha: tiene, crea y agota su propia fórmula. Es un filme que, bajo apariencia genérica, lleva dentro (como si se tratara de dos filmes distintos, pero férreamente interrelacionados) una quiebra íntima, una ruptura o cesura en sus tripas, una manera, heterodoxa donde las haya, de narrar algo ortodoxo. En esencia, es una aportación incatalogable del cine negro a la representación de la realidad contemporánea bajo especie onírica, la casi surreal, exasperada captura por una retina loca de la cadencia de una pesadilla exterior igualmente loca.Los primeros 20 minutos del filme son, por sí solos, junto a la totalidad de la insólita Dama del lago (obra negra genialoide, pero muy desequilibrada formalmente, de Robert Moragomery), un instante de cumbre en el desarrollo de la idea de cán-lara o de cine subjetivo. Plena identidad entre la mirada del espectador y la mirada de la cámara, identidad que obliga a la composición de un personaje sin rostro y la progresiva creación de este rostro mediante signos indirectos: movimientos, objetos, sombras, deslizamientos, interlocutores fantasmales. Por sólo esta irrepetible, intensa y audaz secuencia, La senda tenebrosa tiene un lugar propio e indiscutible en la evolución del lenguaje del cine, es decir, en el mismísimo sistema circulatorio de la expresión cinematográfica. De ahí que, por tratarse de un capítulo sin par de la evolución del arte, sea indispensable conocer (al menos en su sorprendente arranque) esta película y a través de ella descubrir alguno de los rincones del misterio de la mirada humana.

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