"El mejor retratista de todos los tiempos"
La Fundación Juan March acoge una ambiciosa exposición sobre el artista Wyndham Lewis
Wyndham Lewis fue el peor enemigo de Wyndham Lewis. El artista y escritor no se mordía la lengua (se hubiera envenenado) y eso le procuró una interminable y poderosa colección de enemigos. En 1938 la Royal Academy de Londres rechazó incluir en su Exposición de Verano el retrato del poeta T. S. Eliot pintado por Lewis. El escándalo fue mayúsculo (entre sus detractores estaba Winston Churchill) y el caso saltó a las primeras páginas de los diarios londinenses. Cuando la BBC preguntó al artista si creía que la obra era poco ortodoxa, éste respondió sin inmutarse con una muestra de su manera de hacer amigos: "¿Poco ortodoxa? No se ajusta a los estándares de estupidez supina de la Royal Academy".
La grabación de la televisión británica puede verse en la exposición que acaba de inaugurar la Fundación Juan March de Madrid, un acontecimiento mundial si tenemos en cuenta que la primera y última gran muestra de este tipo se hizo en la Tate Gallery en 1956, un año antes de la muerte de Lewis, que acudió, ya ciego, a la inauguración. Paul Edwards, comisario de la antológica, subrayaba esta mañana la importancia de una exposición que -con 150 obras, más de 50 libros y un catálogo monumental- despierta un interrogante: "¿Por qué se hace ahora en Madrid algo que tendría que haberse hecho en Londres hace años?" Al lado de Edwards, Richard Humphreys abundaba en la paradoja: "Durante los 30 años que trabajé en la Tate intenté sin éxito hacer algo parecido a esta exposición".
"Contradícete. Para poder vivir, debes permanecer dividido". Esta frase de Wyndham Lewis con algo de autorretrato define perfectamente el carácter de alguien al que le sirvió de poco la catarata de elogios que vertieron sobre él escritores y artistas como el pintor Walter Sickert, que lo consideraba "el mejor retratista del nuestro y de cualquier tiempo", o el propio T. S. Eliot, para el que el artista y escritor era "la personalidad más fascinante de nuestro tiempo".
El contrapeso a la fascinación que suscitó entre sus contemporáneos, recordó esta mañana Humphreys, lo puso el propio Lewis de tres formas distintas: 1) Siendo demasiado satírico para un país que, en principio, ama la sátira. 2) Derrochando energía en un lugar, en principio, lleno de gente enérgica. Y 3) Metiéndose en política.
En el oscuro callejón de la ideología fue donde esperaron sus detractores al autor de Estallidos y bombardeos, las memorias publicadas en España por la editorial Impedimenta con traducción de Yolanda Morató y prólogo de Juan Bonilla. Según George Orwell, tenía "talento suficiente como para fabricar con él docenas de escritores corrientes", pero todo ese talento y toda su obra no le alcanzaron. La posteridad consideró imperdonable lo mismo que, por la vía del arte, le terminó perdonando a autores como Heidegger, Céline, Knut Hamsun o Giuseppe Terragni.
En 1931 Lewis publicó una recopilación de artículos titulada Hitler en la que habla de éste como "hombre de paz". De poco le sirvió que ocho años más tarde publicara un radical ataque al nazismo (The Hitler Cult) y una encendida defensa de los judíos (The Jews: Are They Human?). El mismo efecto tuvo su insistencia en que los horrores de la Primera Guerra Mundial, en la que participó, era lo que le llevaba a tratar de evitar por todos los medios la Segunda.
Pintor, dibujante, novelista, crítico y tipógrafo, Wyndham Lewis es, él sólo, todo un movimiento de vanguardia. De hecho, alguien que no mirase las cartelas de la exposición de la Juan March podría pensar que se trata de una colectiva en la que un escritor torrencial y prolífico hubiera confluido con un dibujante clásico, un cubista, un pintor abstracto y otro metafísico. Todos eran él, el fundador del vorticismo, una síntesis entre cubismo y futurismo, el único movimiento de vanguardia nacido en el Reino Unido. Algunos historiadores dicen que el cubismo imaginó el mundo transformado pero no el proceso de transformación. El futurismo hizo lo contrario. Y Wyndham Lewis quiso ser el eslabón perdido entre ambos. El vórtice es el punto de máxima energía y eso fue él. Como decían esta mañana los estudiosos británicos de su obra, la exposición de Madrid está llamada a transformar radicalmente su reputación en el mundo entero. Esta vez, al menos, ya no estará él para arruinarla de nuevo tirando piedras a su propio tejado.
Babelia ofrece mañana un amplio reportaje sobre la exposición y la figura de Wyndham Lewis
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