El gran arte de EE UU desembarca en Cuba

Pese a los desencuentros políticos y a las crisis cíclicas entre Washington y La Habana, parece llegado el momento del desembarco en Cuba del gran arte estadounidense. Ayer se confirmó que el trompetista estadounidense Wynton Marsalis y la Orquesta de Jazz del Lincoln Center de Nueva York viajarán a la isla de Cuba la semana próxima y que ofrecerán cuatro conciertos en uno de los principales teatros de la capital.

A comienzos de noviembre, el American Ballet Theater (ABT) participará con sus estrellas en el 22º Festival Internacional de Ballet de La Habana. En esta prestigiosa compañía se formó como bailarina y fue figura principal la fundadora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso. El ABT no actuaba en la isla desde 1960.

Se consolidan los intercambios culturales desde la llegada de Obama

Ambos sucesos culturales, que por supuesto cuentan con la autorización y el beneplácito del gobierno estadounidense, consolidan la tendencia al incremento de los intercambios desde que Barack Obama llegó a la Casa Blanca.

Si en el último año decenas de artistas cubanos han podido presentarse en escenarios de Estados Unidos, después de que prácticamente desapareciera esta posibilidad durante el mandato del presidente George W. Bush, ahora son dos grandes instituciones culturales de Estados Unidos las que viajan a La Habana.

"No estamos hablando de un trompetista y media docena de bailarines, sino de dos espectáculos de envergadura", dijeron fuentes implicadas en la organización de las presentaciones.

La Orquesta del Lincoln Center, unos 15 músicos en total, se presentarán el 5, 6, 7 y 9 de octubre en el teatro Mella, conciertos que contarán con la participación del pianista cubano Chucho Valdés, ganador de siete premios Grammy y amigo de Marsalis.

Los músicos norteamericanos ofrecerán además una clase magistral para profesores y estudiantes de música y visitarán centros de enseñanza artística en La Habana.

Marsalis no viaja a Cuba desde los años noventa, cuando actuó en la capital e invitó a tocar al Lincoln Center al gran pianista cubano Frank Emilio Flyn. Eran otros tiempos. Entonces, pese a las malas relaciones políticas los intercambios culturales se mantenían y el flujo de artistas en ambas direcciones era constante. Chucho Valdés, por ejemplo, se presentaba todos los años en los mejores escenarios de EEUU, y así muchos otros. Ahora, después de casi seis años sin poder actuar en Estados Unidos, tiene previsto hacerlo antes de fin de año.

Si la Orquesta de Jazz del Lincoln Center es toda una institución y su viaje a La Habana despierta expectativas, qué decir del ABT. Todo un lujo en un país de amantes del ballet. La presentación en La Habana de la compañía completa -viajan más de un centenar de personas- se ha convertido en un acontecimiento. Durante el festival, entre el 28 de octubre y el 6 de noviembre, el ABT bailará Temas y variaciones, de George Balanchine; Las Siete Sonatas, de Alexei Ratmansky, y Nancy Free, de Jerome Robbins.

En el jazz y en el ballet se pone de manifiesto que los lazos entre ambos países y ambas culturas son sólidos, por encima de las discrepancias políticas entre los dos gobiernos.

"El ABT desde hace mucho se ve como embajador cultural, llevando el ballet norteamericano al resto del mundo", dijo recientemente la directora ejecutiva de la compañía, Rachel Moore. "Y Alicia es parte de nuestro pasado, y seguirá siendo parte de nuestra familia", agregó.