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Reportaje:

¿El genio literario es un monstruo moral?

Una biografía sobre V.S. Naipaul y una entrevista con Evelyn Waugh muestra a los dos novelistas como éticamente cuestionables

La historia de la cultura universal está plagada de nombres que no fueron precisamente dechados de comportamiento moral y que demuestran que se puede ser un genio de la literatura o el arte y al mismo tiempo cuestionable como persona. Dos ejemplos controvertidos de actualidad son el del Nobel de literatura V. S. Naipaul y el del autor de ¡Noticia bomba!, Evelyn Waugh (1903-1966).

Una biografía sobre el premio Nobel de literatura de origen caribeño-hindú V. S. Naipaul recién publicada por el británico Patrick French, The World is what it is (Ed. Picador), que ha originado un auténtico escándalo en este país por la catadura moral que acredita el retratado. La publicación coincide con la recuperación de una entrevista con Waugh archivada en la fonoteca de la BBC que atestigua su ideología conservadora, e incluso lo muestra como un misántropo. El caso de Waugh no es tan extremo como el de Naipaul y, de hecho, sólo resulta realmente controvertido al sugerir su preferencia por la pena de muerte.

El cínico Naipaul

La nueva biografía del Nobel es, para sorpresa de muchos, un trabajo que cuenta con la aprobación de Naipaul: el escritor permitió que French consultara todos sus papeles, unos 50.000 documentos que se conservan en la Universidad de Tulsa (Oklahoma, EE UU), contestó a todas sus preguntas, leyó el manuscrito y no puso pegas.

Naipaul ha escandalizado más de una vez con sus opiniones, nada correctas políticamente y a veces directamente ofensivas, sobre el Islam, los países en desarrollo, en especial los africanos, el multiculturalismo y las personas de color más oscuro que su propia piel. Sin embargo, las revelaciones de este libro, sobre todo sobre su relación con las mujeres de su vida, son las que más han chocado en círculos intelectuales del Reino Unido hasta el punto de que alguna conocida comentarista, que decía admirar su literatura, ha prometido que, después de leer su biografía, no volverá a tocar un libro suyo.

Menosprecio conyugal

Lo más moralmente ofensivo para muchos es lo que el libro cuenta sobre su relación con su primera mujer, la británica Patricia Hale, a la que conoció en 1952 cuando ambos estudiaban en Oxford, que le rescató de sus tendencias suicidas y lo sacrificó todo por él para sufrir luego el mayor de sus desprecios.

Ambos se casaron cuando tenían 22 años, pero como reconoció abiertamente Naipaul, Pat no le atrajo nunca sexualmente hasta el punto de que, como contaría en 1994 a la revista New Yorker en una entrevista que dio la vuelta al mundo, a partir de 1958, es decir desde los primeros años de su matrimonio, había recurrido al servicio de prostitutas. Cuando leyó aquella entrevista, Patricia Hale, que estaba recuperándose de un cáncer de mama -había tenido que someterse a una mastectomía- sufrió una recaída general que acabaría algún tiempo después con su vida.

"Podría decirse que yo la maté", confiesa al biógrafo el premio Nobel, quien en otra ocasión se declara "totalmente indiferente a lo que la gente pueda pensar de mí, pues mi único servicio es a eso que se llama literatura". Patricia Hale lo había aguantado todo de un hombre a quien siempre consideró un genio y al que sólo había querido servir para encontrarse con que éste la pagaba burlándose de sus opiniones o diciéndole que era demasiado aburrida como para llevarla a las fiestas, socavando así la poca confianza que le quedaba.

Amante y objeto sexual sadomasoquista

Durante aquel primer matrimonio, Naipaul conoció en 1972 a una argentina de origen británico llamada Margaret Murray que le atrajo sexualmente nada más verla y con la que viajaría durante más de veinte años por el mundo, satisfaciendo todas sus fantasías sadomasoquistas. Murray, que estaba casada con un ejecutivo, fue, según la biografía, objeto voluntario y complaciente de sus palizas, pero si le servía como objeto sexual, Naipaul, que la consideraba más bien ignorante y torpe, nunca aceptó casarse con ella a pesar de que ésta dejó a su marido y a sus tres hijos y se quedó tres veces embarazada del escritor.

La primera vez, Naipaul le mandó un cheque para compensarla por el gasto del aborto, pero en las otras dos ocasiones, ni siquiera eso, sino que dejó que se las arreglara para desembarazarse de los fetos y finalmente la despidió, una mujer a sus ojos ya envejecida, entregándole una suma de dinero como compensación. El libro termina cuando en compañía de su actual mujer, una periodista paquistaní veinte años más joven llamada Nadira Alvi, a la que propuso en matrimonio mientras la primera agonizaba y tras haberse desembarazado de su amante, el escritor va a un bosque a depositar las cenizas de su primera y fiel esposa.

Waugh, el polemista irredento

Las declaraciones del novelista británico Waugh no son tan escanadalosas como la experiencia personal de Naipaul, pero son interesantes por el sutil sentido del humor que da a unas observaciones políticamente incorrectas, según una entrevista rescatada ahora de la fonoteca de la BBC y grabada en CD.

Preguntado por la pena capital, el autor de Retorno a Brideshead afirma que es "una de las cosas más amables que se pueden hacer con los más malvados". En la entrevista, de 1953, le preguntan si él mismo aceptaría hacer el papel de verdugo y Waugh, conocido por su humor sarcástico, responde: "Bueno, creo que sería muy extraño que pensasen en un novelista para ese tipo de cometidos".

A propósito de su familia, el autor de Merienda de negros comenta: "Gracia a Dios que apenas los veo, salvo en las vacaciones". El entrevistador le pregunta si le resulta fácil llevarse bien con el hombre de la calle, a lo que Waugh responde: "No me he topado nunca con esa persona". ¿Ni siquiera en un autobús o en un tren?, insiste el periodista, a lo que el novelista contesta: "Nunca he viajado en autobús y jamás he hablado a un extraño en un tren".

"La idea de que me presenten a un desconocido total, a alguien de la calle, como podría decirse, me resulta totalmente repugnante", insiste. Sobre el arte de su tiempo, Waugh cree que está en franca decadencia y opina que los impresionistas franceses acabaron con "la auténtica pintura".

El teatro también estaba ya entonces en fase de declive: "Ahora voy al teatro y me encuentro con gente que va allí a comer y fumar y a hablar entre sí. Parecen espantapájaros". Cuando el entrevistador le pregunta qué vicios puede perdonar más fácilmente en sus semejantes, Waugh responde sin titubear: "La bebida".

En busca de Lawrence y Hardy

La BBC ha publicado anteriormente entrevistas de su archivo sonoro con el poeta W.H. Auden y el novelista Graham Greene pero busca desesperadamente alguna grabación de otros escritores que seguían vivos cuando se inventó la radio, entre ellos Thomas Hardy o D.H. Lawrence.

Lo más curioso, según el diario The Guardian, es que no tenga tampoco ninguna entrevista con un gran escritor que trabajó incluso algún tiempo para la BBC: el autor de 1984 y Rebelión en la granja, George Orwell.

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