El final de un expolio
Devueltas a Perú 31 obras robadas por un traficante de arte
Leonardo Patterson estaba fichado por la policía de medio mundo, pero en 1997 desembarcó en Galicia con todos los honores. Se presentó con las credenciales de ex diplomático costarricense, apadrinado por el entonces nuncio del Papa, Mario Tagliaferri, y con un millar de piezas de arte precolombino, la "mayor colección privada del mundo". Patterson convenció a la Xunta para que le organizase una gran exposición, en cuya apertura compartieron lugar preferente Manuel Fraga y la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú.
Un millar de piezas precolombinas lleva 11 años en un almacén de mudanzas
Después de 11 años, el tesoro -producto, en su mayoría, del expolio- sigue amontonado, bajo vigilancia policial, en el almacén de una empresa de mudanzas de Santiago. Varios países americanos reclaman piezas del conjunto. Perú ya ha logrado recuperar 31, entregadas ayer a su embajador en Madrid.
Miembros de la brigada de patrimonio de la policía, junto al director general de Patrimonio de la Xunta, Felipe Arias -cuyo departamento localizó las piezas en Santiago-, se reunieron ayer en el Museo de América, en un acto privado, con el embajador José Luis Pérez Sánchez-Cerro para formalizar la entrega. Las autoridades peruanas dejaron las piezas en depósito en el museo, que se encargará de restaurarlas. Perú aún reclama otras 200 obras, que asegura que proceden, como las devueltas ayer, del saqueo de El Cerro de la Mina, una pirámide mochica del siglo I. Los Gobiernos de Argentina y El Salvador ya han presentado también peticiones formales, mientras México y Guatemala siguen muy de cerca la pista de las joyas arqueológicas depositadas en Santiago.
La colección de Patterson abarca desde los Andes hasta América Central en todas las etapas del arte precolombino. La integran máscaras olmecas, vasos mayas, jades e incensarios aztecas, atavíos funerarios, aras para sacrificios humanos y una sección denominada El Dorado, la gran atracción de la muestra, en la que se exhibía un centenar de piezas de oro moche. Patterson anunció en Santiago que era "la primera y última vez" que exponía una colección valorada en 100 millones de dólares.
Lo cierto es que, concluida la muestra, intentó vender el botín al Gobierno gallego en 18 millones de euros, según descubrió la prensa peruana. Una arqueóloga advirtió a la Xunta de que el tesoro provenía en su mayor parte del saqueo y que algunas piezas eran de dudosa autenticidad. Entonces se supo también que Patterson tenía un extenso historial de fraudes y falsificaciones y que incluso había pasado por la cárcel en Tejas.
Patterson se fue de España dejando la colección al cuidado de una empresa de mudanzas de Santiago. Hace meses, técnicos de la Consejería de Cultura de la Xunta -ahora dirigida por los nacionalistas- supieron de su paradero. Antes del pasado verano, un juzgado de Lima reclamó formalmente la devolución del patrimonio expoliado. El Gobierno peruano se ha comprometido a pagar a la empresa de mudanzas por haber custodiado el tesoro. Pero, de momento, el empresario no ha visto un euro.
Babelia
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