De compras en la oficina
Los primeros datos fiables acerca del comportamiento de los consumidores durante el pasado Black friday han alimentado las esperanzas de una recuperación de la economía estadounidense más rápida de lo previsto. Al parecer, más compradores adquirieron mayor número de productos que otros años, aunque podría resultar que el gasto total no hubiera aumentado proporcionalmente al incremento del volumen de las ventas. La explicación de la paradoja tendría que ver con el aumento espectacular de las ofertas puntuales, válidas "durante un solo día", puestas en marcha por los templos del consumo para atraer a la clientela. Y, desde luego, con una mayor dedicación, por parte de los ciudadanos, a la búsqueda de las mejores ofertas: en épocas de crisis, la caza de la ganga proporciona un nada desdeñable orgullo, complementario al que suministra la posesión del objeto deseado. Así, y de un modo imprevisto por Thorstein Veblen en su (aún) muy aprovechable Teoría de la clase ociosa (1899), el placer de comprar más barato lo que muchos desean serviría para añadir valor al viejo "consumo conspicuo" realizado para exhibir estatus o identidad social. Un iPhone de último modelo "vale" más que el del vecino si, además, se consigue más barato: está claro que nadie quiere ser "tonto".
En España el comercio electrónico no crece con rapidez. Aún se cree en el, parafraseando a Santo Tomás, "si no lo toco, no lo compro"
La tendencia vendría avalada por el ya también institucionalizado Mega monday (este año ha sido el pasado 30 de noviembre), que es el día en el que se disparan las compras online tanto en Estados Unidos como en Reino Unido. Los primeros datos (provenientes de Visa y otras tarjetas de crédito y débito) confirman un notable incremento de las operaciones vía Internet, con webs como la de Amazon batiendo su récord de ventas (en el megalunes del año pasado la empresa de comercio electrónico de Seattle recibió 16 órdenes de compra ¡por segundo!).
Y es que a la gente le gusta "ir" de compras, pero no necesariamente cuando los comercios "reales" registran las mayores afluencias; además, los chollos "por un solo día" también han llegado a Internet, en cuyas "tiendas" no hay empujones ni cuelgan jamás el cartel de cerrado. De hecho, la nueva preocupación en las empresas es la pérdida de horas de trabajo a cuenta de las compras que realizan sus empleados en la Red: según la página británica VoucherCodes, se espera que durante los próximos días más de un 70% de los trabajadores realicen sus compras navideñas online desde la oficina y en horario de trabajo.
En España, como se sabe, el comercio electrónico no crece con la misma rapidez, de manera que podríamos descontar el, digamos, mercadeo electrónico-clandestino entre las causas que provocan la pérdida de competitividad de nuestras empresas. Aquí, con una menor tradición en la compra por correo, todavía tiene mucha fuerza, parafraseando al incrédulo Santo Tomás, lo de "si no lo toco, no lo compro", por lo que aún se lleva aprovechar la hora del desayuno para visitar los comercios cercanos a la empresa. A veces, incluso una librería (según las últimas estadísticas de hábitos de lectura, poco más del 2% de los lectores ha adquirido sus libros a través de Internet en 2009). Claro que, con la escasa calidad de la información (incluyendo la habitual ausencia del nombre del traductor de los libros) que proporcionan la mayor parte de las webs de las librerías online españolas, tampoco me extraña demasiado. En una de ellas (especializada, además en libros electrónicos) he podido leer hoy mismo la siguiente "descripción" de Así habló Zaratustra (ojo a la prosa): "En el libro aparece la famosa frase 'Dios ha muerto', aunque esta frase fue escrita por el autor con anterioridad en su libro La gaya ciencia". Por supuesto, no lo "añadí a mi cesta".
Babelia
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