La cara B de la pasarela española
El EGO, que se celebra el último día de la Cibeles Madrid Fashion Week, agrupa a diseñadores con propuestas diferentes que no entran en la pasarela principal
Aunque no todos lo sepan y no muchos le hagan caso, la pasarela Cibeles se celebra durante seis días. No son cinco sino seis jornadas de carreras, tacones, agujas, aplausos y cafés por los pasillos. La sexta jornada, la última, es un poco más invisible para los que buscan en las pasarelas los mismos nombres que en los escaparates de las grandes avenidas o en los frascos de colonia. Todavía no hay un perfume que se llame El colmillo de Morsa, ni una libreta de American Pérez. Pero eso no quiere decir que ellos no existan.
Porque ellos, junto a otras ocho firmas de moda, conforman el llamado EGO de Cibeles, un espacio que agrupa en una sola jornada a algunos de los talentos mas prometedores de la moda en España. O, simplemente, a 10 diseñadores que, por falta de nombre, de financiacion o de un proyecto mas desarrollado para la pasarela, se han quedado fuera de la Cibeles oficial .
Etxeberría es el único de los 45 diseñadores que presenta una colección íntegramente para hombre.
Este año el EGO ha recibido 112 solicitudes de diseñadores para las 10 plazas que ofrecen.
Maya Hansen y American Pérez ganaron premios por sus buenas colecciones. Este año comparten desfile y probador.
Uno de ellos es Roberto López Etxeberría, al que no es fácil aplicar el calificativo de joven promesa emergente. Comenzo con su firma Etxeberría en 1998, aunque no saltó a ferias y pasarelas hasta 2008, gracias a su experiencia como colaborador del diseñador ruso Serguei Povaguin, con el que acudió tanto al EGO como a Cibeles. Es el único de los 45 diseñadores que presenta una colección íntegramente para hombre. En tejidos como zorro, astracán, pitón o visón rasurado tricotado (ahí es nada) ofrece propuestas de sastrería masculina por precios que rondan los 1.000 euros un abrigo, por ejemplo. "Sabíamos desde diciembre que íbamos a venir al EGO, pero empezamos a idear la colección como en septiembre. Esta es una apuesta importante, consigues visibilidad y críticas", comenta Etxeberría mientras realiza la prueba de vestuario a imponentes chicos de metro ochenta y sonrisa perfecta.
"La repercusión es una de los elementos claves del EGO para los nuevos diseñadores", explica el comisario de esta pasarela, Andrés Aberasturi, en la terraza de la cafetería del pabellón 14 de IFEMA, donde se celebra. Aberasturi lleva al frente de esta iniciativa cinco años y medio, es decir, las 11 ediciones del certámen (primavera-verano, a mediados de septiembre, y otoño-invierno, a finales de febrero), que hasta septiembre de 2008 se realizaba en la sala de exposiciones de la calle de Alcalá, 31. Su comisario todavía recuerda los míticos conciertos que se allí se ofrecían, normalmente el día después de los desfiles.
Sin embargo, reconoce que con mudarse a IFEMA han ganado mucho. "Profesionalidad", resume Aberasturi. En IFEMA todo es real. "La luz, la pasarela, la escenografía, la repercusión en prensa... Todo es como un desfile más. A veces se valoraba más el evento y no se entraba tanto al detalle de contenido", explica. Un contenido que solo puede ser presentado cuatro veces en el EGO: es el número máximo de ediciones a las que puede acudir un diseñador. Después puede optar por intentarlo en Cibeles, como Sara Coleman, que este año ha sido la única que ha logrado ascender. Aun así, entrar en el EGO no es nada fácil: este año han recibido 112 solicitudes para las 10 plazas que ofrecen. Los solicitantes envían un dossier, bocetos y una fotografía de un diseño ya realizado, y un jurado especializado elige a los participantes. "Eso es lo difícil: hay veces que el jurado tira más por el riesgo, por la aventura y otras por lo vendible para que la inversión sea rentable", cuenta Aberasturi.
Esta pasarela tiene un presupuesto de unos 93.000 euros, que pagan tanto IFEMA como los patrocinadores (este año el principal es la cadena de comida rápida Burger King). A los diseñadores no les cuesta un euro el desfile. Aun así, la inversión es grande. Que se lo digan a Maya Hansen y su homónima firma de corsés, inspirada en las reinas españolas de la dinastía de los Austrias y la oscuridad de la época que les tocó vivir, como ella explica tras horas de estudio imbuída en libros de Historia. Complejos diseños, ricas telas, siluetas marcadísimas y estampados de Tiziano reproducidos con permisos especiales... Una inversión muy importante para esta corsetera española de madre danesa y padre argentino que, tras crear su marca en 2004, consiguió ganar el premio a la mejor diseñadora en la pasada edición del EGO en septiembre de 2010.
"Estamos aquí para lograr visibilidad y repercusión", reconoce Maya Hansen, que este año comparte espacio en pasarela y probadores con los barceloneses Natalia Pérez y Jorge Bolado Moo, que juntos se convierten en American Pérez. "La gente conoce mucho más tu trabajo después de esto", comentan mientras le prueban a una modelo su último conjunto, una especie de top rosa brillante con cintas negras. Ella será una de sus 21 mujeres caniche, como han definido con humor a las chicas de su desfile. "Son prendas más o menos clásicas", explican Natalia y Jorge, "solo que nosotros lo americanperizamos todo", ríen.
Los American Pérez también fueron ganaron como mejores diseñadores aquí hace dos ediciones, el pasado febrero. Aunque por ahora no parece que haya demasiada competición ni egos subidos en su vestuario. "Tanta diferencia entre nuestros diseños nos aporta frescura a los dos", explica Hansen, que tendrá que ponerse de acuerdo con sus compañeros en la peluquería y el maquillaje de las modelos. "Pero estamos encantados", explica la rubísima corsetera junto a uno de sus piezas más espectaculares, un corsé negro de tres kilos de peso que posa frente a un vestido corto con hilos multicolor de lúrex de American Pérez. Una incesante búsqueda de la diferencia que, quién sabe, quizá un día acabe por llenar etiquetas de botes de perfume o en un juego de toallas de baño.
Babelia
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