Winterbottom promete y no da
El director británico no responde a las expectativas que crea en su película 'Génova' - El cine francés aporta 'La belle personne', un filme lamentable
Es improbable que los adictos al cine de ese individuo heterodoxo y sorprendente llamado Michael Winterbottom padezcan alguna vez síndrome de abstinencia, ya que, como el estajanovista Woody Allen, se ha propuesto rodar una película (o incluso dos) todos los años. Cambiando de géneros y de formatos, con presupuestos saneados o mínimos, sin compromisos mercenarios, haciendo lo que le da la gana. Esa libertad creativa y esa obra prolífica llevan permanentemente el sello de la casa, pero ello no implica forzosamente la excelencia.
De entrada, a mí me interesa todo lo que hace, aunque más de una vez me haya irritado. Sólo he disfrutado plenamente de su incuestionable talento en su emocionante retrato de soledades urbanas en la película Wonderland y de su fascinante y tragicómica visión de la new wave en el filme 24 hours party people.
El arranque de 'Génova' es capaz de enganchar al espectador
El festival muestra una maquiavélica inquina hacia el cine francés
La última película de director tan identificable y festivalero se titula Génova y, durante bastante tiempo, su hábil creador nos hace presagiar que van a ocurrir cosas fuertes en la historia de un profesor de Harvard y de sus dos hijas, que emigran durante un año a esa ciudad italiana intentando cambiar de ambiente para superar el brutal trauma de la muerte en accidente de la esposa. El arranque, recreando el fatalismo que ha destruido una existencia familiar que disfrutaba de plenitud, tiene capacidad para enganchar al espectador. También la nueva y problemática vida en una ciudad extraña del afligido viudo; una Lolita con demasiadas ganas de marcha y en plena rebelión contra el tutelaje y las prohibiciones paternas y la atormentada y vulnerable hermana pequeña.
Michael Winterbottom sabe crear suspense y nos ofrece demasiadas pistas de que las sombras y el peligro siguen acechando a la complicada supervivencia de esa gente rota. Pero ocurre como en la impagable novela de Dino Buzzati El desierto de los tártaros, que el anhelado enemigo no aparece, que la espera te consume. Y, por supuesto, no ocurre casi nada que merezca ser contado. Algo particularmente grave cuando el conductor de la trama te ha estado prometiendo todo el rato lo contrario. Me parece tramposo, me siento ligeramente estafado.
Si Winterbottom al menos te ofrece expectativas y posteriormente decepción, en la desdichada película francesa La belle personne te puedes amodorrar a los diez minutos sin peligro de que te vayas a perder algo interesante en la evolución de la trama. Ambientada en un instituto, cuenta de forma grotesca amores, desamores, celos, abandonos, intrigas y amarguras entre chavales tan inverosímiles como los estúpidos diálogos que les obliga a recitar el director.
El Festival de San Sebastián está demostrando una maquiavélica inquina hacia el cine francés al seleccionar sus productos más lamentables. El estupor ante la ridícula La casa -no se esfuercen en recordarla ya que no se ha estrenado en España- presentada en la edición anterior, se prolonga este año con un engendro similar. Y digo yo que forzosamente habría algo medianamente digno que escoger en la cinematografía que ha parido a gente como Renoir, Becker, Truffaut, Sautet, Melville y Tati. Es imposible elegir con peor criterio en la cosecha anual de cine francés.
Babelia
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