Esfuerzo y predestinación
¿Por qué adaptar hoy Jude el oscuro, la terrible novela victoriana de Thomas Hardy, una desencantada denuncia de la inmovilidad de la sociedad de clases de su tiempo, que aplasta a los más inquietos y los confina entre los límites de un destino trazado desde la cuna? Tal vez para recordamos que, en el presente, muchos miembros de las clases subalternas británicas experimentan la misma situación de Jude Fawley, incapaz, a pesar de sus estudios autodidactas, de ingresar en una universidad debido a su oficio de cantero: la sociedad neoconservadora no se caracteriza precisamente, parecen sugerir el director y su guionista, por su movilidad social o por la democrática igualdad de oportunidades para todos sus miembros.Gran tema homogeneizador de toda la novela, la castración de las ilusiones del protagonista es, no obstante, sólo uno de los argumentos que aborda el filme. Otros podrían prestarse igualmente a una lectura contemporánea; por ejemplo, el carácter sin ataduras de su personaje femenino, la prima Sue, con el que Kate Winslet borda una performance hermosa. Sue será el objeto de deseo del protagonista, y la versión de Winterbottom / Amini apunta en la dirección de un romanticismo por encima de la adversidad.
Jude
Dirección: Michael Winterbottom. Guión: Hossein Amini, según la novela Jude el oscuro, de Thomas Hardy. Fotografía: Eduardo Serra. Música: Adrian Johnston. Producción: Andrew Eaton. Reino Unido, 1996. Intérpretes: Christopher Eccleston, Kate Winslet, Liam Cunningham, Rachel Griffiths, June Shiffield. Estreno en Madrid: Bristol, Tívoli, Acteón y Luna.
Crisis
Pero así como los responsables del filme salvan a su personaje masculino en un final abierto no previsto por el relato de partida, no hacen lo propio con Sue, tan contemporánea, libre y desprejuiciada; tan responsable, en suma, de su vida, a pesar de las constricciones del entorno. Ella caerá, como en la novela, en una crisis de superstición tras el brutal episodio que cambia la vida de ambos amantes, con lo cual, elocuentemente, las modificaciones en el carácter de Jude quedan en entredicho, sobre todo porque el relato no abunda en la crítica a un estado de cosas que, por lo visto, sus responsables dan por suficientemente sabido.Filme de evidentes logros estéticos (la fotografía de Eduardo Serra es portentosa), con una rigurosa reconstrucción del referente histórico que es marca de la mejor tradición británica y unos actores desigualmente inspirados (Eceleston resulta un pelo envarado en su problemático personaje protagonista), Jude es la confirmación de que adaptar una obra es también reproponer un orden de lectura que, al menos para quien esto firma, peca un tanto de un patriarcalismo que no conviene endilgar en el debe del bueno de Thomas Hardy, sino en el de quienes sólo modifican del original aquello que agiganta a su torturado, envarado personaje masculino.
Babelia
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