_
_
_
_
Entrevista:LUIS GARCÍA BERLANGA | Director de cine

"Viví la Guerra Civil como si fueran unas largas vacaciones"

Juan Cruz

Luis García Berlanga, cuya obra cruza el cine español de los últimos 60 años, recibe hoy un homenaje de la Academia de Cine. El motivo: la conmemoración de los 55 años de una de sus obras mayores, ¡Bienvenido, Mister Marshall! En esta conversación, mantenida con él en su despacho de la calle de Gaztambide de Madrid, el director de El verdugo y Plácido habla, entre otras cosas, de "las parcelas infernales" a las que lleva el pesimismo que siempre ha alentado su vida, una existencia de alguien "caótico y libertario, desordenado y frenético".

Un día el actor francés Michel Piccoli, que trabajó para él en Tamaño natural, lo definió: "Es Don Quijote". Luego lo pensó mejor: "Bueno, también podría ser Sancho". He aquí algunas de sus reflexiones personales sobre el cine, la guerra, la sociedad española y la vida en general.

- Pesimismo. "Al tercer día de nacer ya me estaba cagando en la sociedad española. Siempre he tenido la sensación de que no iba a tener nada positivo, y he intentado crearme válvulas de escape. La principal es el erotismo, una de las pocas cosas que me asciende desde el nivel del barro y de la mierda de esta sociedad que me ha tocado... Dice Piccoli que soy el Quijote. ¡Tendría que ser el marqués de Sade! Hasta la Guerra Civil yo era un solitario total, no tenía amigos. Tenía la fantasía estúpida de querer ser invisible. Luego llegó la contienda y tuve que salir de casa. En el 36 yo tenía 15 años. Y a los 13 ya sabía qué pasaba en España, porque mi padre era diputado republicano y mi abuelo había sido senador con Sagasta... Mi familia era una familia de políticos, y con ellos supe que la política era una cagada, como todo...".

- Crispación. "Era evidente que desde que ganó el Frente Popular se produjo en España una crispación espantosa, y yo veía eso desde mi sitio de solitario. Era una crispación tan grande como la que hay ahora, pero ahora nosotros estamos vacunados contra el fusil y contra la trinchera, pero todo se parece mucho".

- La Guerra Civil. "La viví maravillosamente, si se puede decir así. Había persecuciones, muertes, pero, fíjate, en medio de aquel caos yo sentía que estaba viviendo unas largas vacaciones. Descubrí qué eran los amigos, aprendí a encontrar felicidad en los libros... Mi padre, republicano, pudo huir a Tánger, pero allí lo apresó Franco. Y le pidieron la pena de muerte. Fíjate, hubo dos divisionarios de la División Azul, Luis Ciges y Luis García Berlanga, y los padres de ambos eran diputados de Unión Republicana, el de Ciges había sido gobernador en Ávila y mi padre era diputado. Al de Ciges lo fusilaron los franquistas y mi padre tuvo que huir tanto de los franquistas como de los anarquistas. Lo que es la vida".

- La División Azul. "Fui porque me lo pidió la familia, porque mi padre estaba con petición de pena de muerte. Pero en realidad lo que me motivó a ir fue una chica. Yo estaba enamorado de ella, creí que estando en la División Azul se quedaría prendada de mi valor; no me mandó ni una carta y se hizo novia de mi amigo más íntimo. Me lo pidieron: 'A lo mejor sirve para que conmuten la pena a tu padre'. Nunca disparé un tiro, jamás maté a nadie. Me pusieron a vigilar en una torre vigía pero no veía nada y me inventaba las cosas. Hacía un frío intenso y a lo que temía era a Drácula... No, no entendí la guerra. Si no he entendido la vida, ¿cómo voy a entender una guerra? La guerra es una complicación de la vida. No sirvió para nada ir a la División Azul. Para conseguir la conmutación de la muerte que recaía sobre mi padre hubo que pasar por el estraperlo de la muerte. Había dos personas, un médico de los ojos y una hermana suya, que cobraban ese estraperlo. Mi padre tenía una fábrica de electricidad y una finca. Lo vendimos todo y le salvamos la vida, pagando".

- Los otros. "He trabajado con muchos: Bardem, Azcona, López Vázquez, Alexandre... Alfredo Landa dijo de mí lo que mejor me define: 'Berlanga es un hijo de puta con ventanas a la calle, pero si me llama, siempre me tendrá a su lado'. Se hacen amigos míos, pero en los rodajes me odian... Con Azcona dejé de hacer guiones y eso ha hecho que dejemos de vernos; nos juntábamos para buscar ideas... No nos vemos porque ya no se hacen tertulias, la ciudad está llena de coches. Con Azcona siempre hubo una amistad profunda, y se nota cuando nos hemos visto de nuevo, aunque estemos cagándonos en la vida mutuamente".

- El cine y él. "En el cine he querido contar lo que me ha salido. Lo que hay en mis películas es pesimismo, aunque he tenido la suerte de recubrirlo con un sainete cómico... Busco situaciones que no sean cotidianas, que sean disparatadas. Pero algunas se han dado. En la Guerra Civil fui a un palacio en el que había vivido un marqués que guardaba fotos en las que se le veía follando, y guardaba tarritos que almacenaban vello púbico. Los guardaba en tubos de aspirina, y yo saqué eso en La escopeta nacional. ¡Si lo hubiera hecho Duchamp imagínate lo que hubiera valido!".

- El Partido Egoísta. "Me intenté hacer del Partido Egoísta, que creó Tucker, el de los coches, en Estados Unidos. Cuando me quise hacer, ya se había disuelto. Y me quise hacer ciudadano del mundo. Y así me siento, ciudadano del mundo. Cuando acabó la guerra quise hacer una tertulia de falangistas y de anarquistas y de otros partidos. Estaba Pepe Martínez, de Ruedo Ibérico, se juntó Pepe Hierro. Ahora no puede haber tertulias así".

El cineasta Luis García Berlanga, en 2002, fotografiado en su despacho madrileño.
El cineasta Luis García Berlanga, en 2002, fotografiado en su despacho madrileño.RICARDO GUTIÉRREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_