Vargas Llosa vuelve a la escena con Sherezade
Comienza la gira de 'Las mil noches y una noche'
Reinciden por tercera vez. El escritor Mario Vargas Llosa, la actriz Aitana Sanchez-Gijón y el director Joan Ollé se embarcaron hace dos años en una experiencia escénica (La verdad de las mentiras) en la que el autor hispanoperuano se enfrentaba por primera vez, no a los escenarios -en su acercamiento a la política ya arengó a grandes masas- sino al oficio de actor o, como dicen muchos de esa profesión, cómico. Le cogió gusto y poco después debutó, con el mismo equipo, en otra aventura teatral más arriesgada: su versión del gran texto homérico al que llamó Odiseo y Penélope.
"El teatro de Mario es el de la palabra y hace falta poco más", dice Joan Ollé
El escritor ha hecho un homenaje al cuento en su versión minimalista
Ahora la cosa ya empieza a ser vicio -"el gusanillo está ahí", dice- o incluso perversión, porque confiesa tener muchísimo miedo. El caso es que se ha atrevido con un texto de mayor enjundia. La versión de Las mil noches y una noche (recupera su título original) que con producción de La Oficina del Autor se representará en Los Veranos de la Villa de Madrid en los Jardines de Sabatini (2, 3 y 4 de julio), en Sevilla (17 y 18) y en Santa Cruz de Tenerife (26 y 27).
"Una versión minimalista y cuyo primordial sentido es ofrecer un homenaje al cuento y a la tradición de vivir una vida alternativa", dice Vargas Llosa de este proyecto al que se ha incorporado Eduardo Arroyo, uno de los grandes artistas plásticos ligados desde hace años a la escena (sobre todo a la ópera) y que una vez más trabaja junto a su colaborador Bernard Michel.
Ollé tiene claro que deberían ser la compañía ménage à trois. El director se quita el sombrero ante el Vargas Llosa actor: "Son muy pocos los profesionales capaces de pensar y crear en directo. El teatro de Mario es el de la palabra y hace falta poco más, porque la palabra bien dicha evoca mil mundos, y si sumamos el trabajo de Arroyo, es un festín para los sentidos".
Por su parte el autor-actor no sólo ve a Sánchez-Gijón como su cómplice. También asegura que puede ser muy dura con sus miradas. La actriz pone cara de sorpresa, ríe abiertamente y añade: "Me ve como un sargento de caballería porque le doy mucha caña, pero es fascinante verle trabajar y sumergirse en ese texto donde hay teatro dentro del teatro, que está lleno de capas, donde jugamos a que jugamos, a ser y no ser el mismo. Me siento como cuando narro cuentos a mis hijos y al tiempo soy una niña, aunque con un maestro frente a mí, que también se entrega, se arremanga y suda la camiseta", dice la actriz.
Vargas Llosa se ha dejado enganchar por la escena, algo no previsto por él hace años: "Todo esto está siendo una experiencia maravillosa, pocos escritores tienen la posibilidad de vivir sobre el escenario fantasías y vidas simuladas, encarnar a otros seres y vivir esa transmutación que ofrece la lectura", sostiene el autor, que asegura que ha podido embarcarse en estas experiencias por la complicidad con director y actriz: "Disimulan mis imperfecciones y compensan mis deficiencias con su gran conocimiento, aunque a veces son persuasivos, despóticos y brutales", cuenta entre risas.
Dice también que no hay parábola más rica que la de este libro para explicar la función humanizadora que tiene la literatura: "Una muchacha cuenta cuentos a un rey despótico que piensa que al alba la cortará la cabeza, pero durante tres años esa chica salva todas las noches la vida apasionando a ese monarca cruel con relatos de la literatura oral y convierte a ese bruto en un ser sensible, arrepentido y enamorado...; le ha humanizado al sátrapa gracias a los cuentos", señala el autor de Travesuras de la niña mala, quien se ha centrado intencionadamente, para realizar su versión, en los cuentos menos conocidos: "Es un clásico de naturaleza proteica, con miles de autores, y cada uno le impregna con su sello, que puede ir desde el relato más angelical para niños hasta un asunto de gran profundidad erótica", dice Vargas Llosa, que confiesa que nunca aceptaría representar uno de sus personajes creados para teatro. "Por timidez, no lo haría por algo que ni yo mismo debo saber qué es, pero sólo pensarlo me pone muy nervioso", explica este escritor que trabaja en una nueva novela basada en la vida del diplomático británico Roger Casement.
El montaje de Las mil noches y una noche transita por tres planos que se entremezclan en la función. El de la realidad de los dos actores en la actualidad, el que viven el rey Sahrigar y Sherezade y el tercero, el de las historias que se van contando en diferentes épocas y espacios.
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