Todo lo que está encerrado en un beso
Lionel Shriver disecciona el mundo de la infidelidad en su novela 'El mundo después del cumpleaños'
Irina vive muy a gusto en pareja desde hace diez años con Lawrence, inteligente, amable y comprensivo. Pero un día salta la chispa con un amigo de ambos, Ramsey, guapo y deportista (es campeón de snooker), y se ve arrastrada en un torbellino de sentimientos, de deseo y de culpa. Este es el argumento somero de El mundo después del cumpleaños (Anagrama), de la escritora estadounidense Lionel Shriver (1957), bien conocida por su polémica Tenemos que hablar de Kevin. La gracia de la novela, además de su magistral disección del mundo de la infidelidad -pocas veces se ha visto escribir con tanta precisión, sensibilidad y conocimiento de causa del asunto-, estriba en que Shriver narra en capítulos alternos la historia en sus dos posibles desarrollos: es decir tanto qué sucede si Irina decide ser infiel como si decide permanecer fiel a su pareja.
La primera opción, claro, tiene más morbo (y sexo), aunque la escritora, que ayer estaba en Barcelona presentando su libro, recalca que la infidelidad de Irina no es en absoluto sólo una opción de sexo. "De lo que hablo es de todo lo que está encerrado en un beso. La novela trata sobre una mujer que elige. Si elige besar al jugador de snooker (un beso muy bueno, aceptémoslo) se desencadena todo, deja a su marido y abre una nueva vida, una manera diferente de amar. Si decide que no hay beso, se queda con su pareja y vive una vida muy distinta de la otra".
Shriver, inteligente, simpática, irónica y atractiva, viste falda muy corta y un chaleco que deja al aire los brazos: un atuendo que hace pensar, absurdamente, en el de Irina cuando ha tomado la decisión de ser infiel y se dirige a casa del jugador de snooker. "Me interesa mucho ese momento de decisión: quién es nuestra pareja cambia absolutamente nuestras vidas". La idea de los universos paralelos, "es una literaturización de todo lo que te pasa por la cabeza cuando tienes que decidir: intentas ver el futuro, imaginar las alternativas, el problema es que nunca puedes preverlo todo".
La novela tiene un amargo giro dramático, incluso trágico. "Tienes que pagar un precio por la elección, esa es una parte principal de la historia. Para mí, eso tiene que ver con crecer, con madurar como persona. Y creo que cuanto mejor persona eres mayor precio pagas por la infidelidad y por sus consecuencias. Si eres un idiota, no es tan doloroso traicionar". Hay algo inexorable en la forma en que Irina -en la historia que mejor funciona de las dos- es infiel. ¿Se puede volver atrás? "Es difícil pero sí, aunque la confianza en la pareja es algo tan frágil". Parece haber algo físico, biológico en la pasión que arrastra a la protagonista. "Sí, eso es parte del amor, y es una parte importante. El placer con Ramsey es más extravagante, con Lawrence más tranquilo, dulce, este es más el tipo de relación que la gente tiene usualmente y no me parece aburrida sino maravillosa, aunque la recoge poco la literatura".
La manera sensacionalmente exacta de hablar sobre la infidelidad obliga a preguntarse si no hay algo personal en la novela. "Sé del tema", admite sin ningún subterfugio Shriver, "en un momento de mi vida tuve que escoger entre dos hombres que eran los dos grandes personas, eso ha inspirado sin duda el libro". Parafraseando a Flaubert con Emma Bovary, ¿Irina, c'est moi? "Tiene algo de mí, pero es mejor que yo". Dice que tras escribir la novela se dio cuenta de que esa situación de tener que elegir es muy común. "Si has estado años con una persona y de repente algo te tienta nunca sabes qué es lo mejor. He hablado con muchos lectores que pasaron la experiencia. Para algunos fue un desastre, a otros les fue bien".
El sexo juega un papel importante en la novela ("dígalo, por favor", ríe Shriver), las fantasías de Irina, su deseo de la boca de Ramsey, de bajarle la cremallera y de, sin ambages "follárselo" ... "He querido hablar del sexo de manera natural, es asombroso cómo le cuesta a la gente hacerlo y cuántas mentiras se dicen". La novelista opina que muchos autotes fracasan al escribir de sexo porque no se dan cuenta de que "lo importante no es la parte de tu cuerpo que está en la del otro, sino lo que pasa por tu cabeza; el mayor error de los escritores con el sexo es que son demasiado geográficos, y eso es aburrido".
En última instancia, ¿cuál de las dos alternativas de la novela es mejor? "No intento decirlo, es posible que en realidad las dos historias puedan funcionar igual de bien. Nunca lo sabrás a ciencia cierta. Eso es parte de la dificultad de decidir". ¿Podría haber hecho al novela sobre un hombre? "El hombre no es tan honesto en la infidelidad. Perdón por el cliché pero es cierto que el hombre es más capaz de compartimentalizar la experiencia, ese es un talento muy masculino". Después de casi 700 páginas sobre los vericuetos de la infidelidad -y toda la experiencia personal que hay detrás-, Shriver tiene un consejo que ofrecer, sólo medio en broma: "Si se quiere que una relación funcione, nada de mirar la televisión durante la cena".
Babelia
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