Retrato de un pionero enfermo
"En las vidas americanas no hay segundo acto". Esta frase de Scott Fitzgerald abre y resume Bird, la biografía cinematográfica de Charlie Parker dirigida por alguien que desmiente la máxima del escritor, un Clint Eastwood que, antes de ascender a la categoría de cineasta especializado en mitología norteamericana, fue héroe de telefilmes de poca monta, villano de rostro impenetrable en misérrimos spaghetti-western, policía fascistoide en manos de Donald Siegel o de su propia productora, hasta alcanzar el estado de resucitado, de Shane de ultratumba en Pale Rider. En Bird, Eastwood es un artista de la mesura y el orden que rinde homenaje a otro artista, un saxofonista genial, autodestructivo, que pasó por el mundo del jazz y la música con la fuerza y rapidez de un ciclón, poseído por un impulso creador tan potente como esos miedos que combatía a base de alcohol y heroína.El Charlie Parker de Bird es un pionero que se arriesga en cada actuación, un instrumentista que explora con su saxo los sonidos que inventa una cabeza que va demasiado deprisa, es alguien menos desvalido que el perseguidor cortazariano y su eterno "esto lo estoy tocando mañana" pero igualmente patético. La película le hace, creo, justicia musicalmente hablando y nos evita una novelización de su vida. El filme tiene una construcción no lineal y procura seguir el flujo de la música. Se sirve de recursos clásicos, como es el flash-back o el collage como fórmula organizadora o de síntesis, pero les da un tratamiento moderno, sin respetar luego un orden cronológico estricto en el interior de este re torno al pasado ni la tópica sucesión de encadenados como estilema de la concentración de espacio y tiempo en unas pocas imágenes.
Bird Director: Clint Eastwood Intérpretes:
Forest Whitaker, Diane Venora, Michael Zo1niker, Swnuel E. Wright, Keith David, Damon Whitaker y Morgan Nagier. Guión: Joél Obansky. Música: Lennie Nichaus. Fotografia: Jack N.Green. Decorador: Edward C. Carfagno. Estadounidense, 1988. Estreno en cine Alphaville V. 0.
Repeticiones
Esta falta de ficción suplementaria, que podía consistir en poner un mayor énfasis en ciertos pasajes y evitarle al espectador la repetición de borracheras o disquisiciones sobre la dependencia de la droga, es lo que distingue sobre todo Bird de las cintas sobre músicos de jazz dirigidas por Martin Ritt, Howard Hawks u otros buenos directores norteamericanos, siempre falsísimas, con personajes tan idealizados como sublimes eran sus palabras sobre el arte. Bird es la versión íntegra de la hermosa pero algo pastelera Round Midnight, de Bertrand Tavernier. Eastwood no tiene a un actor tan formidable como Dexter Gordon -Forest Whitaker es bueno, pero él no es el personaje-, pero sí dispone de una actriz espléndida -Diane Venora como Chan Parker- y de un equipo técnico excelente, desde un Lennie Niehaus, que se responsabiliza de una banda sonora en la que Charlie Parker suena mejor que nunca después de someterse a un, quién sabe si aberrante, lifting de laboratorio, hasta un Jack N. Green que ha heredado de Bruce Surtees el gusto por una otografia en la que la luz se reparte con cuentagotas buscando convertirla en principal recurso de puesta en escena.Para Parker, como para Fitzgerald, no hubo segundo acto, y eso puede que pese un poco sobre las dos horas y 43 minutos de película que, a pesar de su fragmentación, resulta un tanto plana. Pero el compromiso con la figura de Parker puede que lo exigiera. Además, esto no significa que, al margen del placer o el interés que pueda tener el filme para el aficionado al jazz, el espectador ajeno al culto al saxofonista no considere extraordinarios bloques como el de la gira por el Deep-south, la improvisación durante una boda judía, la visita nocturna de Charlie Parker a Dizzy Gillespie o la secuencia en que él, al enterarse de la muerte de su hija, envía telegramas desesperados a su esposa. Y todo esto acaba con esa imagen poderosa y terrible de Parker muriendo ante el televisor, un nuevo mundo ocupado por viejos payasos que le hacen olvidarse de sus miedos de adolescente y adulto, recuperar por un momento la virginidad del pionero.
Babelia
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