Retrato desnudo del Nueva York de la Depresión
Una muestra en Fundación Telefónica de Madrid reúne 270 fotografías del célebre fotógafo Weegee
Joe Pesci le dio vida en el inolvidable personaje de Leon Bernstein en el El ojo público, el magnífico filme dirigido por Howard Franklin en 1992. En la vida real, Arthur Felling (1899-1968), alias Weegee, llegó a ser toda una leyenda del fotoperiodismo. Segundo de una familia polaca de siete hijos, Felling retrató la ciudad de Nueva York desde todos los ángulos posibles. Desde el mundo de la alta sociedad hasta lo más oscuro de las cloacas. Como el personaje que interpreta Pesci, Weegee se convirtió en la pesadilla de la policía. Nada ocurría en la ciudad sin que alguien lo soplara y él lo capturara con su cámara. No importa que se tratara de un incendio, una detención o un asesinato. La Fundación Telefónica abre hoy al público la exposición más extensa dedicada hasta ahora al fotógrafo en España, Weegee's New York. Son 270 fotografías, todas en tiraje de la época y en blanco y negro, procedentes de la colección privada de los suizos Michel y Michèle Auer.
Antes de cumplir los quince años, dejó la escuela y decidió llevar dinero a su casa, un hogar de emigrantes pobrísimos que se las veía y se las deseaba para poder comer cada día. Su primer trabajo fue de vendedor de caramelos en los semáforos. Después pasó a lavar vajillas en el restaurante en el que trabajaba su padre y muy pronto decidió que quería ser fotógrafo. Con 17 años consiguió ser contratado en un estudio de fotografía y poco tiempo después encontró un empleo como asistente de fotógrafo. Retratar todo aquello que veía y que con su espíritu curioso y mirón le dejaba sorprendido. Sin tomar nunca partido por lo que conmovía a su cámara, colaboró con todos los periódicos pequeños y grandes. Primero vendiendo sus fotos de forma anónima y después, convertido en freelance con su propia firma.
Con olfato y buenos contactos
Sus contactos se extendían por todas las capas sociales de la sociedad neoyorquina y nada escapaba al flashazo con el que coronaba sus exclusivas. Como el protagonista de El ojo público, vivía en un Chevrolet conectado a una radio de onda corta con la que podía seguir los avisos de la policía y de los bomberos. En el interior del coche llevaba un maletín con comida y bebida, gran reserva de sus inseparables puros habanos y un buen cargamento de carretes de fotografía. No se sabe si pertenece a la leyenda la versión según la cual la policía le vigilaba a su vez porque muchas veces se enteraba él antes que ellos de las cosas gordas que ocurrían en la ciudad.
Los retratos callejeros de los años de la depresión en Nueva York realizados por Weegee, ven reforzado ahora su interés. Los vagabundos que se abrigan con cartones en las entradas de los edificios o en las escaleras del metro, las familias numerosas que se apiñan desbordando una sola cama, los niños mugrientos llorando de hambre, son algunas de las instantáneas que más conmueven.
En el apartado dedicado a los sucesos, se puede ver como Weegee era capaz de retratar un incendio desde las llamas incontroladas , hasta la llegada de los primeros bomberos, el rescate de los vecinos o el llanto desconsolado de una mujer que contempla impotente como arde la casa en la que están sus dos hijas.
Vistazo a la farándula
El interior del mundo del espectáculo está profusamente representado con primeros planos de personajes habituales a los clubes de jazz, veladas de boxeo, antros de juego e incluso aperturas de la temporada operística en el Metropolitan. No se perdía nada. Pese a que muy pocas veces utilizó acreditaciones de prensa, sus contactos le franqueaban todas las entradas. Su famosa frase "sólo estoy casado con mi cámara", era garantía suficiente para que no se le implicara en ningún asunto turbio.
En su última etapa, sin abandonar nunca la calle, jugó a experimentar con la cámara y retrató de manera distorsionada con nombres luego tan conocidos como Warhol, Dalí o Picasso. Murió en Nueva York en 1968. A diferencia de Leon Bernstein no acabó sus días en medio de un tiroteo ni por amor. Weegee fue víctima de un tumor cerebral. Después de muerto sus fotografías fueron elevadas del fotoperiodismo al mundo artístico y los principales museos del mundo se han ocupado de su obra.
Babelia
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