Retorno al pasado
El periodismo impreso del futuro es, en realidad, el del pasado. Los medios técnicos hacen que cada vez tenga mayor sentido regresar a los orígenes, al viejo reportaje. En Internet sobra información y falta calidad. En la era digital, vuelve a tener más sentido que nunca dibujar la realidad. Joe Sacco fue uno de los pioneros de este nuevo periodismo en forma de cómic, un reporterismo que se traza con viñetas.
Pero no ha sido el único. Se trata de un género que experimenta con nuevas fronteras, que juega, que busca nuevos caminos. XXI es una revista trimestral francesa dirigida por el veterano reportero Patrick de Saint-Exupéry. Es uno de los proyectos periodísticos más innovadores que se están haciendo en Europa. Y está llena de reportajes en forma de tebeos. En el último número ofrece el nuevo cómic de Emmanuel Guibert, que dio un impulso a este género híbrido con El fotógrafo. Mezclando fotos y viñetas, relataba en tres tomos el viaje a Afganistán en 1986 del fotoperiodista Didier Lefèvre. Ahora, en su nueva serie, sigue al reportero Alain Keler por diferentes conflictos, el primero de ellos Kosovo.
Es uno de los caminos; otro es el del humorista gráfico del Herald Tribune Patrick Chappatte, que decidió viajar a Gaza tras la ofensiva de enero de este año. En vez de chistes concibió un tebeo con sus impresiones. Su objetivo: "Narrar los sufrimientos de los que no pueden hacer nada: los civiles". Del encuentro entre uno de los policías que vigilaba la revista Charlie Hebdo, Pierre Dragon, con el dibujante Frederik Peeters surgieron los dos cómics de la serie RG, una mezcla en viñetas de ficción sobre la vida de un agente de la brigada de información en París.
De los periplos asiáticos de Guy Delisle han surgido Shenzhen, Pyonyang y Crónicas birmanas, extraordinarios retratos de los confines de Asia, mientras que en el último Festival de Angulema, Afganistán se había convertido casi en un subgénero con los trabajos de Nicolas Wild y Ted Rall. La historia de un fotógrafo de guerra que decide retirarse al campo y que descubre que ha tenido siempre delante de sus narices la historia de su vida, la extinción de los astilleros en los que ha trabajado su padre, constituye uno de los mejores relatos publicados esta década, Los combates cotidianos, de Manu Larcenet. "Tenía la esperanza de que llegaría el día en que nos respetarían. Y me he equivocado", dice uno de los obreros en el cuarto tomo de la serie. Como la realidad, los caminos del periodismo son infinitos.
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