Resucitar a ritmo de pop
Ringo Starr lideró ayer el arranque de un año crucial para Liverpool
La lluvia helada no altera las sonrisas igualmente heladas de las chicas de la compañía de teatro callejero que recibe a los 10.000 asistentes al espectáculo. Liverpool celebra el comienzo de su año como Capital Cultural Europea. Y de paso estrena a lo grande el novísimo Echo Arena, un imponente edificio a orillas del río Mersey que le quedará a la ciudad como legado después de esta aventura que llevan preparando desde que su candidatura fue elegida por la Unión Europea el pasado 4 de junio de 2003. En este proyecto las autoridades (del Partido Liberal Demócrata) han depositado todas sus esperanzas para dar el impulso definitivo a la regeneración de una de las ciudades más pobres del país. Una ciudad con 800 años de historia y con 450.000 habitantes que siguen honrando a todas horas a cuatro históricos vecinos que un día de 1960 formaron una banda llamada The Beatles. Liverpool prevé que la capitalidad cultural traerá a la ciudad 1,7 millones de visitantes extras este año, y que generará 67 millones de euros. Los críticos dicen que, de momento, la aventura amenaza con llevar a la ciudad a la bancarrota.
Pero esta noche es tiempo de celebración. Reina el despiste y la intriga entre el público, de una edad media tirando a avanzada, que va llenando poco a poco los asientos del pabellón. ¿Qué van a ver esta noche? ¿Qué demonios será este tinglado bautizado como Liverpool-The Musical? ¿Qué tipo de espectáculo puede juntar, sobre un mismo escenario, a Ringo Starr (ex batería de los Beatles), la Real Orquesta Filarmónica de Liverpool, Dave Stewart (de Eurythmics), The Wombats, Echo and The Bunnymen, coros y trapecistas? Poco se sabe, más allá de la inmodesta aclaración de los organizadores que lo definen como un espectáculo basado en "las canciones clásicas que han ayudado a convertir a la ciudad en el centro creativo del universo". "Ayer vi en la tele que el director artístico [Nigel Jamieson] fue el responsable de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Sidney", dice una señora de Manchester que ha obtenido su entrada en una subasta benéfica celebrada en una iglesia anglicana. "Así que espero que haya gente colgando del techo. Si no, me sentiré decepcionada".
Pues no debió de sentirse decepcionada. Hubo música, hubo una bonita puesta en escena y, sí, hubo gente colgada del techo. El espectáculo empezó, como un guiño al año que empieza, a las 20.08 y duró dos horas. En una estética industrial, la orquesta filarmónica se dispuso en vertical, con los músicos distribuidos por un enorme andamio, cubierto por una pantalla traslúcida sobre la que se proyectaban videocreaciones. Los artistas fueron desfilando velozmente. Puede que demasiado. Cada canción la interpretaba una formación distinta, combinando las piezas disponibles: la orquesta (dirigida por el ruso Vasili Petrenko), los coros, los solistas, y los pinchadiscos locales de hip-hop No Fakin Dj's. Hubo bandas de ayer y de hoy: Echo & The Bunnymen, el grupo de pospunk formado en la ciudad a finales de los setenta, interpretó Nothing lasts forever, y el joven combo The Wombats, Moving to New York.
Pero el público quería Beatles, y tuvo su generosa ración. Sonaron Revolution (con The Christians y los pinchadiscos) y All you need is love (con la orquesta y un coro). Y fue, cómo no, un simpatiquísimo Ringo Starr quien logró levantar a la gente de sus butacas. Interpretó primero Liverpool 08, el single que da nombre a su nuevo disco. Y lo hizo con Dave Stewart, del grupo ochentero Eurythmics, coproductor del álbum. En ella el ex beatle canta: "Liverpool, te abandoné, pero nunca te decepcionaré". La echa mucho de menos desde su casa en Montecarlo. Después interpretó con la orquesta (y un público entregado) With a little help from my friends. Y para terminar, Ringo invitó a todos los que habían participado a cantar una simbólica Power to the people, de Lennon. Un final emocionante para el arranque de un año crucial para la ciudad.
Babelia
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