Pina Bausch baila en 'Café Müller', su debut en el Liceo
"No tengo tantas oportunidades de subir al escenario, y hacerlo, bailar, es siempre como la primera vez". Diva, coqueta, encantadora pero siempre con la tensión agazapada tras sus ojos de un azul gélido como un gatillo amartillado, Pina Bausch presentó ayer en Barcelona el histórico programa doble que ofrece con su Tanztheater Wuppertal en el Liceo, donde actúa por primera vez (mañana, y del viernes al domingo). Una primera parte con Café Müller, en el que baila la propia Bausch -la única de sus coreografías en que lo hace- y una segunda con su no menos legendaria versión de La consagración de la primavera de Stravinsky. "Es un programa muy especial para mí. Son dos piezas que significan mucho en mi carrera", subrayó Pina Bausch, que exhibió todo un repertorio de gestos casi tan hipnotizantes como su mirada.
De Café Müller, con música de Purcell, su obra maestra, en la que evoca el café que tenían sus padres en la posguerra y el tiempo en que la pequeña Filipina (Pina) refugiaba su infancia entre las patas de las sillas, recordó que fue creada en 1978, que inicialmente no estaba previsto que ella bailase, y que su impresionante presencia en escena, inolvidable, sacerdotal, con un largo camisón blanco, es fruto de la casualidad. Empezó haciendo el papel para marcar los pasos, "pero me dijeron que si yo no salía a bailar no había obra", evocó. De La consagración de la primavera explicó que se ha convertido en la pieza que han de bailar todos los nuevos bailarines que llegan a la compañía, como si fuera un test.
Interrogada acerca de su evolución (desde unas obras de matiz más sombrío y pesimista a la vitalidad y alegría que parecen irradiar las más recientes), opinó que "todas las piezas son diferentes, como la gente, todas explican historias diferentes. Si algo ha cambiado es que no son historias tan premeditadas. Al principio tenía mucho miedo, no sabía dar respuestas, planificábamos mucho, pero luego aparecían cosas que no tenían nada que ver con mi plan. Así que empecé a dejarme llevar. Eso es lo que hacemos. Ahora al empezar no tenemos música, guión ni escenario, sólo nos tenemos a nosotros, la vida, la muerte, el amor. Nunca sabemos adónde nos llevará y eso nos enriquece mucho".
Asegura que la fama no la hace vanidosa: "Tengo los pies en la tierra, estoy demasiado preocupada por los detalles de mi trabajo". De su forma física ante la actuación dijo con un mohín delicioso: "De momento estoy muy resfriada, y siempre un poco nerviosa". Y añadió misteriosa: "Pero tengo un secreto".
Babelia
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