Odiosas comparaciones
A Curro Díaz le concedieron una oreja por un costalazo que se propinó sobre el albero como consecuencia de una voltereta de la que salió felizmente indemne. Intentaba torear con la mano izquierda, el toro lo prendió por un muslo y quedó conmocionado en el suelo; intentó levantarse y volvió a caer, por lo que se hizo patente la sensación de cornada. Pero una vez en pie, se comprobó que la taleguilla estaba limpia, le vaciaron una botella de agua por la nuca y volvió a la cara del toro entre la ovación atronadora del público. Pero ni había toreado antes ni lo hizo después. Bueno, lo cierto es que se le cantó mucho un derechazo circular, de enorme torería, pero desaprovechó la suave embestida de un toro de ésos que se dice que llevan un cortijo en los pitones.
Pereda / Díaz, Abellán, Girón
Toros de José Luis Pereda, bien presentados, mansos y nobles; sobresalieron segundo y cuarto.
Curro Díaz: dos pinchazos y bajonazo (silencio); pinchazo y estocada (oreja).
Miguel Abellán: estocada y dos descabellos (vuelta); estocada (ovación).
César Girón: pinchazo y estocada (ovación); pinchazo, media baja y tres descabellos (silencio)
Plaza de la Maestranza. 18 de abril. Tercera corrida de feria. Más de Media entrada.
A Miguel Abellán ni le pidieron la oreja después de torear muy bien con capote y muleta a su primero, un toro manso y noble, al que recibió con unas excelentes verónicas, lo quitó por ajustadas chicuelinas y lo muleteó con gusto y con gracia en el curso de una faena que no fue redonda ni maciza, pero sí garbosa, imaginativa y torera. Mostró sus buenas maneras al natural y trazó un par de tandas con profundidad y empaque. Con la mano derecha dibujó un circular invertido con cambio de manos incluido que resultó sencillamente perfecto. Sonó la música entonces, cuando la faena llegaba al final, y un molinete dio paso a una estocada que necesitó de dos golpes de verduguillo. Y este público, tan sensible con los artistas de aquí, se olvidó del madrileño, mantuvo la frialdad y todo el premio se redujo a una vuelta al ruedo. Estaría feo decir que le faltó la voltereta, o nacer, quién sabe, en la cornisa del Aljarafe sevillano, pero la verdad es que Abellán toreó y el premio fue escaso.
No es por comparar, que siempre es odioso, pero resulta a todas luces inexplicable que, minutos más tarde, premiaran a Curro Díaz por esbozar el toreo, por dejarse ir un toro que era un torrente de nobleza, por simular pases muy despegado y siempre fuera cacho, y dejar escapar el éxito que tanta falta le hace.
Y la peor parte se la llevó el joven Girón, que es todo pundonor y voluntad, pero, lamentablemente, no estuvo a la altura que exigía el tercero, otro toro manso y noble ante el que le faltó sosiego y le sobraron pases enganchados. Quizá lo que le pudo fue la responsabilidad de torear en el abono sevillano, con lo que ello debe suponer para su incipiente carrera. No sirvió el sexto, de fea condición y cuajado de defectos.
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