Manson ya no mete miedo
El músico ofrece un concierto desganado en un Palacio de los Deportes semivacío
Malas noticias a las puertas del infierno: Marilyn Manson ya no mete miedo. Venía la cosa trastabillada desde el pasado verano, con ese concierto desastroso que ofreció en el festival Kobetasonic de Bilbao, y se había fijado el recital de anoche en Madrid como la prueba definitiva. ¿Está el anticristo con su cruz astillada? Mayormente, sí. Eso, o que su chiste ha dejado de hacer gracia después de casi 20 años repitiéndolo.
Pocas veces se había visto un pinchazo tan clamoroso en la capital. La temperatura en el Palacio de los Deportes era glacial. Si su capacidad es de unos 15.000 espectadores, allí se congregaron apenas 5.000, cálculos hechos con ojos optimistas. No había excusas porque la competencia no era de fuste: un Austria de Viena-Athletic de Bilbao en Tele 5 y Antonio Orozco en La Riviera.
Los valientes que eligieron a Manson le vieron salir con una chaqueta con un mensaje en la espalda ("Hell. Etc.") y con unos guantes cuyos dedos despedían un rayo láser rojo. Cacharrería barata comparado con los espectáculos que montaba hace años.
Arrancó con Cruci-fiction in space y Disposable teens, un par de temas de ritmo furioso que, sin embargo, sonaron desganados. Desde estos primeros compases se apreció que este hombre no está en forma. La mayoría de las decisiones que tomó en el escenario fueron erróneas. Se movió de forma patosa, escupió con frecuencia (afortunadamente al suelo), bebió de botellas que le ofrecía un sufrido asistente para luego lanzar el líquido al público (directamente de su boca) y, eso sí, dijo muchos veces "fuck". Pero lo peor es que parece no creerse lo que está interpretando. Quizá su tortura sea que ahora es mucho más famosa que él su pizpireta ex novia, Dita Von Teese. Es sólo una teoría.
La idea más nefasta de la noche salió de la cabeza del técnico de luces, que se empeñó en encender las de mayor potencia en dirección al público. Cuando el recinto está lleno, aquello queda muy espectacular. Anoche, ésa no era la mejor idea.
Tampoco contribuyó a dar brillo la inclusión de varias canciones de su último e irregular álbum, The high end of low, con ese Pretty as swastika en el que el cantante clama: "Nena, eres tan guapa como una esvástica". Una provocación más que se podría pasar por alto si el tema no fuera tan irrelevante. Con esto, mejor de la noche fueron las dos versiones que interpretó: Sweet dreams, de Eurythmics, y Rock 'n' roll Nigger, de Patti Smith.
Antes, Marilyn Manson generaba una tensión en el escenario que te creías. Ahora es tan inofensivo que los que clasificaron con una 'S' la película Saw VI hubieran recomendado este concierto hasta a los fans de los Jonas Brothers.
Babelia
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