Llueve sobre mojado en el Retiro
La Feria del Libro de Madrid abre en medio de una continua caída de las ventas - La cita va perdiendo poco a poco los patrocinios privados con los que contaba
Tal vez el dato más claro de una crisis sea la falta de fondos para evaluarla. Pues en esas está el sector del libro en España, que ayer asistió -primero ilusionada, luego temerosa y, finalmente, pasada por agua- a la inauguración del último gran examen del curso: la Feria del Libro de Madrid. Se fue la Infanta Elena y llegaron las nubes. El chaparrón tardó algo más. Lo justo para que Fernando Valverde, secretario de la comisión organizadora, pudiera decir: "Si el tiempo funciona, la feria funciona". Y estalló la tormenta.
Con todo, hasta el domingo 12 de junio quedan 16 días para que la cita del Retiro cumpla con la expectativa que todos han puesto en ella: mitigar la caída del sector. Durante la presentación de la feria de este año, su directora, Pilar Gallego, situó esa caída entre un 15 y un 20% durante el primer trimestre de este año. A falta de datos objetivos -la objetividad también cuesta dinero-, las cifras salen de un sondeo entre algunas librerías. Por su parte, Rogelio Blanco, Director General del Libro, sostenía ayer en el propio Paseo de Coches que, según la información que él maneja, la bajada en las ventas no habría alcanzado "los dos dígitos".
La crisis ha acabado bloqueando las compras de libros a nivel institucional
Sea como fuere y como apunta Fernando Valverde, la caída de este no hará más que sumarse a la del primer trimestre del año pasado: otro 10%. El que fuera presidente de la feria hace una década está seguro del éxito de la cita, pero, contra el sentimiento general, no tanto de su carácter milagroso. Aunque, forma parte del tópico, sigue siendo el acontecimiento al aire libre más importante de la ciudad y solo el Museo del Prado tiene una capacidad de convocatoria mayor, "la feria no soluciona una crisis", dice. "Es una burbuja, una fiesta. Mucha gente cumple con los libros estos días y ahí queda todo".
La propia Feria de Madrid ha ido viendo cómo sus patrocinadores privados se iban dando de baja. Si en 2009 fueron dos históricos como Caja Madrid y Telefónica, este año se ha caído la Fundación Mapfre, que, eso sí, conserva su pabellón, dedicado a actividades infantiles. Así, el 45% del presupuesto -de 1.200.000 euros- corre a cargo del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. El resto se sufraga con las cuotas de los libreros, distribuidores y editores que participan.
En el arranque de la feria, la crisis ha desterrado incluso al fantasma estelar del año pasado: el libro electrónico. Las editoriales informan de los títulos que tienen en versión digital y, como el resto de los días del año, remiten a las plataformas que comercializan sus fondos por esa vía. Si Libranda agrupa a los tres gigantes -Planeta, Santillana y Random House Mondadori-, ayer mismo un grupo de pequeñas editoriales -entre otros, Libros del Viento, Rey Lear, Menoscuarto- presentó la web www.librosinlibro.es.
Los libreros, por su parte, saben que su fuerza todavía reside en el negocio del libro tradicional. Por más que, según el Ministerio de Cultura, el libro digital creciera el año pasado un 50%, lo hizo sobre un apenas el 1% del total del mercado. Justo el porcentaje que cayó el papel en ese periodo. El próximo martes, la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) -que reúne a 1.600 librerías- presentará oficialmente www.todostuslibros.com, un buscador que permitirá localizar en qué tienda de España hay ejemplares de un título concreto.
Los editores asumen que la crisis general ha terminado por afectar al libro. "El año pasado nos fue hasta bien, pero este está siendo muy duro", decía en su caseta Jaume Vallcorba, editor de Acantilado. "Esta retracción del consumo lastrará la recuperación". Los libreros, entretanto, añaden dos motivos más. Por un lado, el endeudamiento de las comunidades autónomas, que bloquea las compras institucionales. Por otro, la inflación de novedades editoriales. Aunque los sellos tienden a ajustar las tiradas, el ISBN, recordó Rogelio Blanco, acogió el año pasado 114.500 registros, si bien no todos llegan al mercado. Las editoriales se multiplican mientras el cierre amenaza a algunas librerías. ¿Hay demanda para tanta oferta? Por el momento, como decía ayer en el Retiro el librero y distribuidor Luis Terán, lo que no hay es "alegría". Así y todo, al final de la tarde salió el sol. Y a esta fiesta le quedan 16 días.
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