Llega la hora del cine español
El catalán Lluís Galter presenta 'Caracremada', su ópera prima, y hoy aterriza la última aventura de Álex de la Iglesia, 'La balada de la trompeta'
Llega la esperadísima película de Álex de la Iglesia La balada de la trompeta, que algunos en el Lido ya sitúan entre las favoritas a abrazar el León de Oro... y eso que aún no la han visto. Se supone que el jurado aún no ha encontrado a la niña de sus ojos y que Quentin Tarantino bebe los vientos por el director español. Se supone. Luego pasará por la Mostra Lope, aunque sea para hacer un poco de turismo, ya que la película se ha estrenado el pasado fin de semana en España. Y ayer, con la responsabilidad de iniciar el desembarco patrio en Venecia se proyectó Caracremada, la ópera prima de un joven catalán, llamado Lluís Galter, que de momento ya se ha llevado el gato al agua al ser la portada de la revista que el certamen edita diariamente, un triunfo de muchos quilates para un proyecto tan pequeño como rocoso. "Estoy un poco nervioso, la verdad", se confiesa Galter, agarrado a un proyecto absolutamente personal y "probablemente un poco difícil para el espectador".
También pasará por el certamen 'Lope', aunque sea de 'turismo'
Skolimowski estrenó 'Essential killing', una epopeya sensorial
El realizador se ha plantado en Venecia con una película árida y valiente que prescinde de los fuegos artificiales para ir al grano: "La verdad es que soy un poco cobarde porque no se me dan bien los diálogos, así que a medida que avanzaba la película y veía que podía prescindir de ellos no me lo pensé demasiado".
Así arranca un filme que nunca vacila ni da golpes de timón, aunque ello signifique exponerse a la dictadura de las minorías. "No pretendo meterme en esos embolados de 'esto es una película solo para gente que sepa' ni nada parecido. De hecho, lo que me hace más ilusión es ponerla en Berga, donde la rodé y saber qué les parece a ellos".
Galter explica en Caracremada la historia de un hombre a medio camino entre el guerrero y el bandido, que se dedicaba en los años cincuenta al sabotaje a gran escala, haciendo caer torretas de la luz."Cuando me contaron la historia decidí lanzarme a la piscina sin saber muy bien lo que iba a pasar", cuenta el director, que ha pasado tres años dale que te pego para conseguir que el filme llegara a buen puerto.
La casualidad ha querido que la première de su bebé coincidiera con la de la película de Jerzy Skolimowski, Essential killing, otra epopeya sensorial con diversos puntos de conexión con Caracremada, como la ausencia de diálogos o el alma perturbada de su protagonista, un Vincent Gallo en plan talibán (esta vez de forma literal) huyendo de un enemigo casi invisible para acabar encontrando justo aquello de lo que iba escapando. Un cuento de fugas en el que no hay redención ni nada que se le parezca.
No cabe duda, y Skolinowski puede dar fe de ello, de que hay pocos sitios como la Mostra para desafiar a la audiencia: "Yo solo le pediría al espectador que nos dé una oportunidad, que se siente y se deje llevar... que vaya a vernos con una mentalidad distinta", sentencia Galter antes de encaminarse hacía el primer encuentro con el mundo real, la manada festivalera que engulle películas como el que respira. De momento, ya puede presumir de haber llegado hasta aquí.
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