Josep Mª Pou: "Amo mi profesión por encima de todo"
El actor catalán, que presenta 'Máscaras', un documental sobre su oficio, entrega esta noche el premio Donostia a sir Ian McKellen
¿Qué retos le pueden quedar a alguien como Josep María Pou, un de los mejores actores europeos? "Todos, muchos... Amo mi profesión, mi oficio, sobre todas las cosas y aún me quedan muchas cosas". Y ese amor le ha traído a San Sebastián. Pou (Barcelona, 1944) está nervioso. Increíble. Su vozarrón suena con dudas. Sonríe y se explica. "Es cierto que no he hecho mucho cine, porque me fascina el teatro, pero sí que he rodado... Sin embargo, es la primera vez que vengo físicamente a un festival grande. No pude acompañar a Berlín a Ventura Pons cuando presentó Amic / Amat... No paro con el teatro, siempre de gira, y no suelo ir a los certámenes. El jueves por la tarde ya tengo de nuevo representación [está de gira con History boys]".
Pou tiene una doble misión en Donostia. Primero, apoyar el estreno de Máscaras, de Elisabet Cabeza y Esteve Riambau, en el que el actor habla sobre su profesión desde que acaba la gira de La cabra (que justo finaliza en el donostiarra Teatro Victoria Eugenia) hasta que se alza el telón por primera vez con una obra en Barcelona en la que encarna a Orson Welles. Es en esos ensayos cuando Pou charla, muestra su talento, su perfeccionismo, desgrana sus trucos, vemos cómo memoriza el texto paseando por su barrio. "Yo no tengo la sensación de haber rodado algo. La ví por primera vez medio tapándome los ojos, porque es un ejercicio de impudicia, salgo desprotegido y me da miedo que me den hostias. Seguro que más de uno suelta: '¿Quién se cree Pou que es para decir esas tonterías?'. Y otros verán su interés, que merece la pena, que sirve de ayuda a otros intérpretes, la motivación que me convenció para aceptar el reto".
Pou vive por y para su profesión. En Máscaras la cámara pasea por su casa, y hasta en el cuarto de baño hay DVD y libros, sobre todo relativos a intérpretes ingleses. Si hay algo que apasiona a Pou más que la interpretación ("Lo he dado todo al oficio, y él me lo ha devuelto multiplicado") es la obra y la vida de los actores británicos. Y esta noche tendrá el honor de entregarle el premio Donostia a sir Ian McKellen. "Huele a Shakespeare, que es el más grande autor de todos los tiempos. Todas las dudas vitales, cualquier sentimiento que imagines, ya fue tratado por Shakespeare. Y McKellen es un maestro en territorio shakesperiano". Anoche, tras aterrizar en San Sebastián por la tarde, el inglés pidió ver Máscaras. Pou no pudo aguantar y se refugió en la sala VIP. Pero Riambau y Cabeza atestiguan que McKellen se lo pasó en grande, riendo a carcajadas y aplaudiendo. "Conocí de una manera muy extraña a Ian. Hace año y medio yo estaba acabando La cabra y me enteré de que él estaba representando con la Royal Shakespeare Company El rey Lear. Estábamos en Navidades, no había entradas, las representaciones acababan el 7 de enero. Llamé a una amiga que tengo en Londres y me aseguró que haría lo imposible por encontrarlas. Y a la media hora me devuelve la llamada y me dice: 'Podías haberme avisado de que te conocían'. Me quedé paralizado: ¿a mí? 'Sí, les he dicho que eras un amigo actor, me han preguntado tu nombre y cuando les he respondido me han soltado: 'Para el señor Pou no hay ningún problema. El día 7 tendrá dos butacas'. Total, que voy a Londres pensando que es un error, llego a la taquilla, la chica me dice que sí, que hay dos entradas para mí y que McKellen quiere verme al finalizar la representación".
El actor relata como después de ver la representación una azafata le llevó al camerino de McKellen que apareció recién duchado y gritando "Josep Maria, Josep Maria, el Lear español". "Luego llamó al resto de los actores. Yo patidifuso", continúa "entonces me cuenta que investigando para su El rey Lear, navegó por Internet, vio unas fotos de la versión de Calixto Bieito que protagonicé, le gustó lo arriesgado de la propuesta, pidió el DVD y le encantó". Un inglés viendo a un español para preparar su visión. "Eso se llama amor por el oficio, y mucha humildad, porque en realidad ellos no pueden salirse del esquema clásico que marcó Laurence Olivier. Y aún así McKellen lo vio para aprender algo nuevo".
A Pou la historia le fascina no por su ego, sino porque demuestra que hay más gente como él, volcada en dar lo mejor a su oficio. "Esto no se hace un día, explotas y te forras. Esto son años y años de acumular vivencias y enseñanzas". Más que estrella, artesano. "Y a mucha honra"
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