José Antonio Millán recopila la iconografía inventada contemporánea
El escritor y lingüista clasifica signos visuales retocados en los libros '¡No!' y '¡Contra!'
Todo el mundo sabe lo que significa el famoso icono de una bomba en una señal de prohibición: ¡No a la guerra! Pero cuando en la misma señal de prohibición aparece, por ejemplo, una señora de la limpieza, el contenido es mucho más ambiguo. Su lectura depende del contexto. Sobre los signos inventados o reciclados versan los dos libros que acaba de publicar (en Gustavo Gili) el lingüista y escritor José Antonio Millán. ¡No! se centra en las prohibiciones y ¡Contra! en las oposiciones. Le seguirán otros que recorrerán lo que él denomina "la iconosfera" contemporánea.
El mundo está lleno de signos incomprensibles. Tanto, que el mismo José Antonio Millán, en colaboración con la editorial Gustavo Gili, convoca cada mes un concurso en su página web (http://jamillan.com/rutas/) en el que anima a los internautas a que adivinen el significado del signo del mes. El de mayo es una pintada en la que aparece el triángulo de advertencia, algo perfectamente codificado, pero sobre la figura de alguien trabajando aparece un misterioso interrogante. Tal vez, "atención, los obreros están pensando si comenzar o no las obras". Seguramente, no. "Cuando muestras los signos fuera de contexto se ve que por sí mismos no dicen nada o dicen muy poco", comenta Millán, que comenzó a interesarse por este tema hace ya muchos años y se decidió hará una década a recopilar su personal diccionario de signos contemporáneos inventados. "Tengo 4.000 signos clasificados y la mayoría los he visto y fotografiado personalmente, aunque también los hay cazados en páginas web", explica.
Su idea inicial era hacer una enciclopedia del signo contemporáneo, pero, reconoce, era un proyecto de difícil salida editorial. Optó por hacerla por temas, en diferentes volúmenes, y entonces sí que encontró en Gustavo Gili un socio cómplice. De momento han salido dos volúmenes que se centran en la prohibición (¡No!) y en la oposición (¡Contra!). Está trabajando ya en otros dos, que saldrán a finales de año o principios de 2005 y se centrarán en la advertencia (¡Ojo!) y en la afirmación (¡Sí!). El formato siempre es el mismo, libros pequeños y cuadraditos en los que hay una introducción teórica y después un amplio despliegue gráfico con un signo por página acompañado del texto, si existía, que lo explicaba y el contexto o el lugar en el que lo vio el autor. Es decir, la dirección concreta en la que estaba una determinada pintada o la página web en la que localizó determinado signo. Todo ello se completa con la página web que redondea la información y contiene también índices cruzados de las distintas publicaciones.
"Comencé con ¡No! y ¡Contra! porque me parecieron los más llamativos y divertidos", comenta Millán. "No es el modo de prohibición que surge de la autoridad, y estamos en un mundo de prohibiciones. Consideré que una recopilación era una buena manera para que la gente se diera cuenta de que estamos rodeados de cortapisas por todas partes. Contra es lo contrario, son los signos que hacen los grupos o personas que tienen algo a lo que oponerse o sobre lo que mostrar su disconformidad".
Entre las prohibiciones hay muchas variaciones de temas conocidos que enfatizan o redundan en lo negado. Por ejemplo, en un hotel holandés encontró una señal en la que gráficamente se dejaba claro que se prohibía fumar cigarrillos, puros y pipas. Otra señal, en un bar de Venecia, dejaba claro que la entrada estaba prohibida a perros grandes y pequeños y, en París, la misma prohibición en un parque intentaba explicar gráficamente que también estaban prohibidos los canes con correa. En el caso de las oposiciones, la variedad y la inventiva es aún mayor, seguramente porque las cosas a las que se opone la gente son muy numerosas.
"La oposición política o ideológica es la que tiene el abanico más grande", indica Millán. "Y muchas veces se utilizan signos estándar que la gente recrea para generar nuevas ideas. La palabra clave es apropiación. Es lo interesante, que en general son códigos productivos que pueden usarse incluso irónicamente". En general, explica, los signos tienen menos matices que las palabras, lo que provoca insatisfacción entre los usuarios. Pero hay excepciones: "Durante la guerra de Irak, por ejemplo, mientras las pancartas decían 'no a la guerra', que es un lema muy general, los signos decían 'no a las bombas', que reflejaba mucho mejor lo que estaba pasando sobre el terreno. Aquí los signos fueron más finos que las palabras".
Como lingüista especializado en temas de lengua e ideología, esta recopilación de signos no verbales ha permitido a Millán relacionar los aspectos ideológicos de la lingüística con los de la iconografía. Un tema, este último, con una historia que también le gustaría investigar. "Sería interesante estudiar los símbolos a nivel histórico porque el signo ha sido muy importante en toda la cultura occidental. El dedo que señala aparece ya en los manuscritos medievales y se mantiene a lo largo de los siglos hasta transformarse hoy día en el emblema de la interactividad".
Con todo, añade Millán, la explosión de los signos contemporáneos ha venido de la mano de Internet y de los teléfonos móviles, que han introducido nuevos signos que si han conseguido imponerse ha sido más por repetición que por la lógica. "La pretensión del signo es funcionar en todas partes, pero cuando lo estudias bien ves que son más locales de lo que parece. Algo tan simple como el orden de lectura, que cambia según las culturas, modifica su significado. Y también puede suceder que haya trampas lingüísticas, como la casita que significa inicio en Internet, que se representa así porque en inglés se denomina homepage".
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