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Hockney sustituye el pincel por el píxel

El artista británico expone por primera vez sus obras en formato digital

A David Hockney, veterano pionero del pop art, siempre le ha interesado experimentar con formatos diversos, pero su actitud ante las posibilidades que abre la era digital tiene todos los visos de rendición incondicional. El artista británico (Bradford, 1937) está realizando sus últimos trabajos directamente sobre la pantalla del ordenador, convencido de que no sólo puede reproducir fielmente el aspecto tradicional de las pinturas, sino incluso obtener efectos más sutiles. En otras palabras, a sus 71 años Hockney ha decidido sustituir el pincel por el universo de los píxeles.

Él mismo reconoce que otros colegas ya han recurrido al software electrónico para ejecutar sus obras, pero subraya que hasta hace muy poco esas creaciones delataban de inmediato el medio artificial utilizado. "Sólo desde el último año tenemos ordenadores lo suficientemente rápidos como para seguir el pulso del dibujante", declara sobre "un nuevo medio que se ha revelado fantástico". Armado con un punzón y trabajando sobre una tabla electrónica conectada al ordenador, Hockney acaba de plasmar ese entusiasmo en una serie de retratos de familiares, amigos y compañeros, y de paisajes de la campiña de Yorkshire, idílico entorno donde hoy tiene su residencia. La galería londinense Annely Juda Fine Art expone por primera vez en Europa esa primera colección -integrada por 28 cuadros- desde esta misma semana hasta el próximo 11 de julio.

El propósito comercial de estas obras digitales es imprimirlas en ediciones limitadas, de un máximo de 25 ejemplares, cuyos precios oscilarán entre las 7.000 y las 20.000 libras (entre 7.800 y 22.500 euros). Se trata de cantidades muy alejadas de las cifras millonarias que se pagan por la producción tradicional de Hockney, y cuyo récord ostentan los 2,92 millones de libras (3,2 millones de euros) obtenidos por el cuadro The Splash, en 2006. La sala Christie's aspira a pulverizarlo el próximo mayo, cuando pretende obtener hasta siete millones de libras con la subasta en Nueva York de la obra Beverly Hills Housewife (1966-67), parte de la colección de la millonaria Betty Freeman, una de las amigas de la etapa californiana del artista, fallecida recientemente.

En su nueva faceta digital, Hockney no ha decidido todavía si va a destruir los ficheros originales de sus pinturas o bien abrirá la posibilidad de que los amantes del arte puedan descargarlas e imprimirlas. Este último experimento fue tanteado dos años atrás por el dúo británico Gilbert and George, que colgó su obra Planed en la Red para la libre descarga de los usuarios de Internet, aunque tan sólo durante 48 horas.

Cuando un artista se vuelca en el ordenador, ha explicado David Hockney, su trabajo "pierde en textura física, pero también gana velocidad al aplicar el color, porque cambiar los pinceles con la mano requiere su tiempo". El software Adobe Photoshop, versión lanzada al mercado el pasado septiembre, le ha procurado esa agilidad, antes imposible de conseguir: "Los antiguos ordenadores no podían seguir mi trazo: acababa de pintar y la línea de la pantalla seguía moviéndose".

El nuevo juguete de Hockney ha convencido al experto Hans Ulrich Obrist, codirector de la prestigiosa galería londinense Serpentine, quien considera muy difícil detectar el uso de las herramientas digitales en la nueva producción del artista británico. Otros críticos, sin embargo, se resisten a avalar que las nuevas tecnologías acaben suplantando a las técnicas tradicionales. Son quienes caracterizan a la computadora como una suerte de trampa, un arma tentadora que permitirá a cualquier artista corregir los detalles de su obra más allá de los límites del propio talento."Sólo desde hace un año los ordenadores pueden seguir el pulso del artista"

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