Google como material dramático
El CDN estrena a un autor que emplea Internet para escribir sus obras
Alfredo Sanzol, dramaturgo y director de escena de 35 años, se encontró hace dos años con el título de una obra: Risas y destrucción. Si no quería renunciar a él (y no estaba dispuesto a eso) debía escribir algo de esas tres palabras. Al ponerse a hacerlo se topó con un problema: no daba con nada que le interesara tanto como el título. Un día, por casualidad, se acordó de Google, y se dejó llevar por el impulso de poner esa frase para ver qué pasaba. Fue toda una revelación. Halló el material más rico que jamás pudo imaginar y excitado con el hallazgo escribió la obra. La dirigió, y tuvo una inmejorable acogida en la madrileña sala alternativa Cuarta Pared.
Alfredo Sanzol pone el título de su obra en el buscador y, a partir de ahí, escribe
Así fue cómo descubrió la fuente inagotable de Google. Y decidió que aquella obra sería la primera de una trilogía inspirada en ese portal de Internet, desde el que el autor y director realiza un trabajo de "pura investigación". Una vez más, el punto de partida fue, a la hora de afrontar su segundo texto, sólo un título: Sí, pero no lo soy, la última frase de Risas y destrucción.
Tras volver a sumergirse en Google y embarcarse en sus particulares investigaciones, lo que era un simple proyecto se convirtió en un texto que aborda el conflictivo tema de la identidad: "Creo que es una pieza muy humana, que muestra la verdad desnuda y donde el humor está visto como una herramienta de pensamiento".
Esta segunda entrega de su trilogía supone un salto cualitativo importante, ya que se ha convertido en una producción del Centro Dramático Nacional (junto con Producciones Callao), y se estrena hoy, Día Mundial del Teatro, en la sala de la Princesa del teatro María Guerrero de Madrid. Una sala que para este montaje ha sufrido una profunda transformación. La escenografía de Alejandro Andújar la ha convertido en una auténtica boîte, marcada en rojo fuego con la estética de los años sesenta del pasado siglo, la misma época que ha elegido para Fernando Velázquez para escoger la música.
Cinco actores -Lucía Quintana, Juan Antonio Lumbreras, Natalia Hernández, Paco Déniz y Pablo Vázquez- se meten en la piel de 38 personajes, y en sus múltiples desdoblamientos. Tanto tráfico de identidades no les resulta farragoso. "Todos somos muchas cosas a lo largo de la vida, todos afrontamos muchos personajes en nuestra trayectoria personal", comentan los actores, que a lo largo de la pieza, pueden ser lo mismo turistas en un crucero que simples vecinas, y encarnan una amplia variedad de tipos: un entrenador, una actriz frustrada, una madre que impide que su hija se suicide, una familia que tiene su propio partido político, una mujer que quiere parecerse a la amante de su marido...
Sanzol aún no ha empezado a escribir la tercera entrega de esta trilogía "que habla sobre la vida". Pero, ¡cómo no!, ya tiene el título: Días estupendos. De ahí que tenga claro que lo que escribirá casi con toda seguridad tendrá que ver con los viajes y las vacaciones: "Cuando se meten esas palabras en Goo-gle, encuentras que todo el mundo habla de cosas que tienen que ver con la libertad que dan los viajes, con lo bien que se lo pasan en vacaciones. En cambio, Sí, pero no lo soy es una obra que tiene que ver con la identidad. Estoy casi seguro de que Días estupendos tratará sobre la relación entre ocio y libertad", señala el autor.
Panzol se ha ocupado en los últimos años de autores rabiosamente contemporáneos y ha dirigido también sus propios textos. Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional lo ha descubiero en ambas facetas, autor y director, y le ha propuesto abordar este montaje. El propio Sanzol reconoce que durante tiempo ha estado buscando su propio lenguaje, después de pasar por las influencias de Steve Berkoff y Harold Pinter, a los que también ha montado. Sólo cree haberlo encontrado tras escribir Risas y destrucción.
Un diario íntimo
El "proceso de investigación" de Sanzol consiste en ir abriendo todas las entradas que encuentra en Google una vez que introduce los títulos de sus obras. Imprime esas informaciones primigenias y elabora un abundante dossier con ellas. Con ese material sale a la calle, observa, y lo transforma en esbozos que terminan conformando un texto dramático al que se podría calificar como de historia de historias.
Entre otras muchas cosas, al teclear "Sí, pero no lo soy", última frase de la obra que inauguró su trilogía y título de la segunda parte, encontró una entrevista con una actriz guatemalteca que contaba sus cuitas. A Sanzol le hizo acordarse de Walter Vidarte, gran actor uruguayo residente en España desde hace décadas, que llegó a trabajar con Margarita Xirgu y recibió un Goya al actor revelación. "Cada información me hace preguntarme cosas, qué conflictos tiene el protagonista y cómo todos te conducen indefectiblemente a los tuyos propios. Así es como escribo y accedo a las cosas ocultas mías", señala el joven autor y director. Para él, Sí, pero no lo soy es un "diario personal, íntimo, sobre mí y las cosas que pasan a mi alrededor".
Babelia
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