_
_
_
_
Reportaje:

'Fosfofagia', o el arte de comer luz

El ganador de una estrella Michelín Jesús Sánchez y el artista Alfonso Borragán crean una exposición con aperitivos fluorescentes donde el público es quien termina la obra

Once de la noche. En la calle Sol de Santander, punto de encuentro de artistas y espacios para la cultura, unas setenta personas aguardan frente a una puerta con más pinta de entrada peatonal a un garaje que a una galería de arte. "¿Venís también a la Fosfofagia?", pregunta desconcertado el último en llegar al lugar sin señalizar. Hay cierta expectación creada en el ambiente debido a la comida fluorescente a degustar en el interior de la sala. Pero quizá se ignore que la exposición creada por Alfonso Borragán (Santander, 1983) no acaba aquí. "Yo solo genero el espacio, la obra la termina el público", advierte el artista.

Tras bajar una escalera medio en penumbra, que recuerda a la entrada de aquellos garitos recreados en el cine negro, se recibe a los invitados con una crema pastosa hecha con perifollo que se unta sobre el reverso de la mano. Después de simular el acto previo del que toma un tequila, el cocinero cántabro -y ganador de una estrella Michelín- Jesús Sánchez pulveriza sobre la boca de cada individuo un combinado de ginebra con aroma de avellana a golpe de espray. Varias cámaras de vídeo inmortalizan el momento.

Lo que aparentemente parece una fiesta (no falta bebida, comida y música) se denomina happening, una manifestación artística multidisciplinar donde se requiere la participación del espectador para completar la obra. Una faceta del arte contemporáneo que han trabajado artistas como Roy Lichtenstein, Robert Rauschenberg o la mismísima Yoko Ono.

"No busco la satisfacción del público, solo espero que vivan esta experiencia y permanezca en la memoria. Lo importante no es que sea buena o mala, sino que la recuerden y tengan ilusión por ir a la próxima", asegura el artista santanderino mientras observa la reacción de la gente.

Con "fluoresceína"

Como seres hambrientos, los invitados se acercan a los alimentos fosforescentes. Terrones de azúcar en forma de corazón, jeringuillas rellenas de ginebra, paneles pegajosos de merengue seco o cápsulas de regaliz brillan en la oscuridad de la galería Demolden. "Están elaborados con fluoresceína, una sustancia colorante que se utiliza en medicina", explica el cocinero. A los pies de los comensales, una lona iluminada sustituye gran parte del parqué levantado. Cada cinco minutos, los fogonazos de luz del techo deberían proyectar un fotograma sobre el simulado mar de ardora, pero tan solo sirven para vislumbrar a zombies desorientados y sin mucha consciencia de lo que están tomando.

"Están ingiriendo luz; todos los que están aquí son portadores de esa luz que se llevan a casa. Por eso la obra está inacabada", explica el autor que sigue los pasos de artistas como Antoni Miralda o Rirkrit Tiravanija. "Esta obra de arte termina cuando mañana todos vayamos al váter. Vamos a mear fluorescente", dice convencido Borragán con una amplia sonrisa.

De forma intencionada o no, la música no ayuda; el arte de envolver el espacio con melodía experimental provoca en el invitado una sensación de agobio. "Es una idea original y divertida, pero no la he disfrutado porque me agobiaba con tanta gente y había demasiado ruido", dice Rosa Casuso, de 41 años, que asegura volver a entrar cuando se despeje "un poco" la sala. Mientras quedaba bufé, el lleno estaba asegurado. Pero ahora los corrillos de gente han vuelto a la calle.

No hay duda de que el ritual social en torno a la comida funciona en España, pero no en otros países europeos. "Con los anglosajones me cuesta más atraerlos", confiesa Borragán, que cursa un máster en la Universidad de Slade en Londres (UCL), una de las escuelas "más prestigiosas" de arte contemporáneo. "La gente aquí tiene más fe, se mete mejor en el papel de la fiesta".

Pero Borragán no se da por vencido. La próxima fosfofagia, "la 01", se organiza precisamente en Londres, donde además quedarán expuestos los registros de audio y vídeo recogidos en Santander e incluso los restos de comida. "Restos que con el tiempo serán como un cadáver, irán muriendo con el tiempo como ocurre con la memoria".

Lo que queda de 'Fosfofagia' puede visitarse en la galería Demolden Video Project los viernes y sábados, entre las 18.30 y 21.30, hasta el 30 de septiembre. (Calle del Sol, 12. Santander)

Borragán con su obra en Santander
Borragán con su obra en SantanderJESÚS VIDAL

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_