Delitos y faltas y zombies
Siga la cuenta atrás para la gala de los Oscar en el diario de Gregorio Belinchón
Desde hace poco más de doce horas, el productor Nicolas Chartier tiene prohibida su entrada a los Oscar . La Academia ha decidido expulsarle sin contemplaciones, y tendrá que devolver sus cinco entradas para la gala... lo que no quiere decir que si En tierra hostil gane la estatuilla principal su nombre no sea mencionado o que después del próximo domingo no pueda recibir su premio en una ceremonia privada. El productor no ha dejado de pedir perdón por los correos electrónicos en los que pidió el voto, pero la Academia, en el primer castigo que impone de este estilo no se ha andado con chiquitas. Y tras terminar el plazo de recogida del escrutinio, hizo público su correctivo por "violar las normas de la campaña.
Pero Chartier no tendrá problemas para disfrutar de la velada, y el estadounidense-francés tendrá su propia fiesta organizada por amigos de la industria con comida francesa, gente vestida de calle (eso sí, Chartier irá de smoking), su propia alfombra roja y la madre del delincuente, que para la ocasión volará desde París. Hasta en la casa de los pobres -supuestos, porque son indies, pero pueden montar celebraciones- hay alegrías.
Mientras, Hollywood boulevard ya está cortado a la altura del teatro Kodak. Allí se monta la auténtica alfombra roja y las gradas donde se situarán la prensa que cubre la entrada a los Oscar y los espectadores que alegrarán con sus gritos el momento. Este año, la previsión de lluvias para el domingo ha obligado a que se monte una gigantesca pérgola, como hace dos años, que cubra el espectáculo de glamour y de declaraciones de amor por parte de los protagonistas. Puestos a preguntar, no estaría de más saber cuántas de las estrellas que disfruten de las cámaras ese día conocen al director iraní Jafar Panahi, detenido en su país por su gobierno. Y eso que Panahi es uno de los cineastas más reputados de Oriente.
Volviendo a lo meramente banal, enfrente del teatro Kodak se sitúa el cine Capitán, clásico en Hollywood y lugar habitual de saraos. Allí se anuncia para el fin de semana el estreno de Alicia en el País de las Maravillas, el nuevo trabajo de Tim Burton, que ha aprovechado para anunciar que producirá la adaptación al cine del libro Abraham Lincoln: el cazador de vampiros, otra novela más en la estela del advenimiento de zombies y monstruos a historias reales o clásicos de la literatura, como Orgullo y prejuicio y zombies, un pseudo Jane Austen sedienta de sangre (en la gran pantalla la protagonizará Natalie Portman).
En el libro el presidente estadounidense, el hombre que abolió la esclavitud, se venga de todo chupasangre que encuentra a su paso tras la muerte de su madre a manos de una de esas criaturas. Dirigirá el asunto Timur Bekmambetov, el responsable de Wanted y Los guardianes de la noche. Por ahora, entre la fauna que se disfraza de superhéroes y grandes villanos del cine a la puerta del Teatro Chino de Grauman para sacar dinero a los turista que quieran hacerse una foto con ellos, aún no hay ningún vampiro, no vaya a ser que algún niño se asuste. Todo llegará, como la están Spiderman, Superman (el iniciador de este fenómeno, y un tío que se toma muy en serio su trabajo), Batman, Darth Vader -ayer por la tarde paseaban dos, rompiendo la regla de que sólo haya una persona caracterizada de cada personaje a la vez-, chica maravillas, capitán Sparrow, Marilyn Monroes... y cualquier cosa que alegre la visita a las manos impresas de famosos en el suelo, el gancho turístico de la acera enfrente del teatro Chino. Aunque todo eso no parece distraer a los obreros que continúan acarreando las estructuras metálicas y los grandes cortinajes de terciopelo rojo para acabar a tiempo.
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