El Bolshói se queda sin director artístico
Alexandr Vedérnikov deja su cargo en el teatro y reprocha a la dirección la anteposición de los "intereses burocráticos a los artísticos"
Alexandr Vedérnikov, el director artístico del legendario Teatro Bolshói de Moscú, ha renunciado sorpresivamente a su cargo. Vedérnikov, que hacía ocho años dirigía el Bolshói, hizo pública su decisión en Milán, donde el teatro ruso se encuentra de gira. A La Scala Vedérnikov ha llevado la ópera de Chaikovski Eugenio Oneguin, uno de sus principales éxitos en los años en que ha estado al frente del Bolshói.
La sede principal del famoso teatro se encuentra en estos momentos en reparaciones. Comenzadas en el año 2005, en un pricipio los trabajos deberían haber durado sólo tres años, pero no parece que pueda reabrir sus puertas antes del 2011. Para Vedérnikov, la dirección administrativa del teatro "está poniendo los intereses burocráticos por sobre los artísticos". "Pero los intereses del arte son mucho más importantes que los de la burocracia", señaló. Vedérnikov también se queja que le han privado de facultades estipuladas en su contrato, concretamente de haber hecho el plan de óperas de la próxima temporada sin consultarle, aunque él es quien debería determinarlo.
La crisis económica también ha afectado al Bolshói, y Vedérnikov tiene razones para temer que el deseo de ahorrar conducirá a compromisos que tendrán pésimas consecuencias, particularmente para la acústica de la sala. La administración anunció a los expertos alemanes de Mueller-BBM que estaban encargados de reparar el daño que la construcción del metro hizo a la acústica en los años treinta que su contrato está siendo revisado y que por ahora recurrirá a especialistas rusos.
La época de Vedérnikov a la cabeza del Bolshói ha sido contradictoria, según los críticos, que citan indiscutibles éxitos -Adriana Lecouvreur de Cilea, Turandot de Puccini, la coproducción con Bob Wilson de Madame Butterfly del mismo compositor, por nombrar sólo unas cuantas óperas- con fracasos rotundos como Ruslán de Glinka y puestas en escena polémicas, como Los hijos de Rosenthal, con música de Leonid Desiátinikov y libreto del escritor Vladímir Sorokin, que motivó un escándalo.
La administración del Bolshói no piensa contratar a nadie para el cargo que ostentaba Vedérnikov, contentándose con los cinco directores invitados con los que ya se ha acordado el repertorio para los próximos cinco-siete años.
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