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Reportaje:

"Ángel era muchos ángeles"

Un año después de su muerte, sus versos rinden homenaje a Ángel González

Juan Cruz

Hizo un año la madrugada del domingo cuando Ángel González, el poeta, les decía a sus amigos que se fueran del hospital donde le velaban su salud frágil. "No es nada grave", les dijo.

Creía Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008) que su enfermedad era un disparate casual que se le iría enseguida; aprovechaba los descuidos hospitalarios para fumar a escondidas, y decía que iba a salir de inmediato de aquella cama de hospital donde celebraba la llegada de otra noche y la rara eventualidad de contar con un teléfono propio.

En la última velada de su vida, les dijo a algunos de los suyos por teléfono: "Ni se les ocurra venir. Mañana salgo". A su lado, como otras noches, y como la mayor parte de las de sus últimos 30 años, allí seguía Susana Rivera, profesora como él en Estados Unidos, su esposa.

Él le dijo a Susana: "Vete a casa, mañana nos vemos". Y se dispuso a cenar con apetito, algo insólito en aquel cuerpo enjuto, extrañamente poderoso para una salud tan endeble como duradera. Susana le vio comer, y cuando ya empezaba la televisión a devolverlo al mundo de los convalecientes, después de ver algún concurso, hojear algún libro reciente de los muchos que festoneaban sus mesas de noche, a Ángel González le sobrevino un golpe de tos del que ya no se recuperaría jamás, para su descanso y para la soledad de sus innumerables amigos, acostumbrados a la presencia silenciosa, tímida y también irónica de Ángel, hermano mayor y padre, oficios que a veces ejerció simultáneamente.

Murió en la madrugada del 12 de enero de 2008, y anoche, un año y un día después de su desaparición, Susana Rivera y muchos de aquellos amigos trajeron a Ángel a la vida de la memoria. Presentaron en la Delegación del Principado de Asturias de Madrid una antología que rescata versos suyos con un título que es un canto a la vida, La primavera avanza, que proviene de unos versos que le dedicó a Susana: "Si sale amor, la primavera avanza". En ese mismo verso escribió Ángel González: "Si sale nunca, la esperanza es muerte".

Susana Rivera recordó, como antóloga, a Ángel: "Era mucho Ángel y muchos ángeles". Su poesía es una fe de vida que nace de la irrenunciable voluntad de contar "una infancia literalmente bombardeada" y un paisaje arduo y arisco, ese paisaje despiadado que nace en su niñez y se prolonga, en palabras de Caballero Bonald, en un recordatorio emocionante de la oscura época del franquismo. Caballero, "incombustible amigo de Ángel González", como dijo Miguel Munárriz, delegado de Asturias, destacó la ironía, el efectismo, "la agudeza sucinta del último Ángel González", que nunca renunció a la poesía social, y que, como hombre (dijo Susana Rivera), era una persona "sensible, pudorosa, privada".

La antología La primavera avanza la ha publicado la compañía asturiana Alsa y la ha editado Visor. Representa la prolongación en el tiempo (como añadió la consejera de Cultura de Asturias, Mercedes Álvarez), una prolongación en el tiempo del hombre que se despidió de la vida hace ahora un año y un día. Cuando empezaron a morir sus amigos, Ángel González dijo: "Se me adelgaza el futuro". Cuando el futuro ya es el pasado, su poesía prolonga su aspiración de aquella última noche: "No es nada grave. Mañana nos vemos".

Munárriz dijo: "Estamos celebrando a Ángel por todos los costados". Y añadió: "Al final habrá unas copas y se regalará el libro". El poeta ahí hubiera celebrado la unión de la copa con el libro.

Homenaje a Ángel González, anoche en Madrid, con Caballero Bonald en primer término
Homenaje a Ángel González, anoche en Madrid, con Caballero Bonald en primer términoSAMUEL SÁNCHEZ

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