Ancianos en almíbar
La primera parte de Cocoon nos presentaba a un grupo de ancianos a los que la casualidad ponía en contacto con unos alienígenas que: les liberaban del envejecimiento y les curaban de todos los achaques. Esto permitía que Don Ameche practicara breakdance y que Hume Cronyn recuperara el ímpetu sexual de sus años mozos. Sin embargo, la película no quería crear más conflictos de superpoblación a nuestro planeta y los protagonistas se veían forzados a elegir entre morir en la ciudad que les vio nacer o convertirse en inmortales en otros planetas. Y casi todos optaban por lo segundo.Cuatro años después, los ancianos regresan a la Tierra por unos pocos días. Eso les permite reencontrar viejos amigos, hijas pragmáticas, nietos con problemas, terrícolas en tanga y las enfermedades olvidadas. La excusa del viaje es confusa e incomprensible, a no ser que se tenga un recuerdo exacto de la primera parte.
Cocoon, el retorno
Director: Daniel Petrie. Intérpretes: Don Ameche, Hume Cronyri, Jessica Tandy, Steve Gutienberg, Tahnee WeIch, Wilford Brimley, Gweri Verdon, Elanie Str'tch, Maureen Stapleton, Jack Gilford y Courteney Cox. Guión: Stephen McPherson. Fotografía: Tak Fujimoto. Música: James Homer. Estadounidense. Estreno en cines Benlliure, Cartago y Lope de Vega.
En esos cuatro años los ancianos han pasado a ser menos entrañables: su recobrado vigor ya no los hace divertidos, sino ridículos, pues han pasado de las proezas danzarinas a las hazañas de chulo de piscinas, de la añoranza de la juventud a ser auténticos viejos verdes, sobones y presuntuosos.
Pero si ellos han perdido atractivo, los guionistas se han quedado sin imaginación. La trama, que se dispersa en varias historias paralelas, está tan trabajosa como previsiblemente trabada y las situaciones cómicas hielan la sonrisa del espíritu mejor dispuesto. Y como no queda otra solución, se recurre a la muerte para lograr la adhesión sentimental del espectador. A base de toneladas de azúcar, recalentado con música de violín y disuelto en el agua de la redundancia -los viejecitos intercambian sus muertes- , los protagonistas quedan bañados en imágenes almibaradas, falsas y relucientes como quincallería.
Puede que este Cocoon, el retorno encuentre su público entre los pensionistas que deseen soñar con un futuro que no depende del dinero que les promete el Gobierno, pero es difícil que convenza a quien exija del cine algo más que unos minutos de distracción. Sobre todo, ante una realización tan descuidada que permite que la chica que -se supone- siente respeto y cariño por un alienígena agonizante lo mire con total frialdad y tomando un café. Eso sí parece un asilo.
Babelia
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