El gran James Gray
Si existiese un premio al mejor director sin éxito del cine americano, James Gray sería favorito. En las notables Little Odessa (1994) y El otro lado del crimen (2000), y en la soberbia La noche es nuestra (2007), Gray ejercitó un cine mafioso con toques de drama familiar que, en lugar de entroncar con las corrientes más populares, bebía de la fuente más complicada (por poco comercial en estos tiempos vertiginosos, y por intocable debido a su calidad): El padrino. La negrura de sus tramas, el clasicismo moderno, el destino de sus protagonistas abocados al abismo, esa luz tenue que remite a la fotografía de Gordon Willis... Gray es el verdadero hijo de Coppola.
Y sin embargo, el gran público rechaza sus películas, pocos ciné-filos retienen su nombre y sólo en Francia se le tiene en cuenta. De hecho, su inmensa última obra, Two lovers, llega a España con dos años de retraso. ¿Por qué? Porque Gray ha abordado el clásico drama romántico huyendo de todo lo que el público espera. Hay un protagonista a la deriva, callado y malencarado, de contadas virtudes salvo la de vivir el amor con una rabiosa intensidad, y un rostro de poca empatía (Joaquin Phoenix está lejos del galán romántico); una protagonista femenina un palmo más alta que el hombre, una de esas egoístas que sólo están contentas cuando alguien las adula, sea amante, amigo o amigo-amante, y además interpretada por una actriz como Gwyneth Paltrow, guapa pero de porte simpático, alejada de la arpía que devora al más débil; un tercer vértice, abocado al papel de buen-partido-para-toda-la-vida, comprensiva y cariñosa, habitualmente interpretada por la chica mona con cara de vecina, a la que sin embargo pone rostro un cañón como Vinessa Shaw.
TWO LOVERS
Dirección: James Gray.
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini, Moni Moshonov.
Género: drama romántico. EE UU, 2008.
Duración: 110 minutos.
Aborda el clásico drama romántico huyendo de lo que el público espera
Para rematar, una visión del amor tan poco convencional que abre la posibilidad de que el conformismo del segundo plato no sea en realidad una visión fatalista de la existencia, sino una muestra de que se puede amar a dos personas a un tiempo. En fin, James Gray, el mejor director americano sin éxito.
Babelia
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