Lucha de clases
En el río revuelto del Oscar a la mejor película de habla no inglesa, este filme ha pescado el galardón. La portentosa Cuatro meses, tres semanas, dos días ni siquiera estaba entre las finalistas. Tampoco Persépolis. Luz silenciosa. En materia de premios, las comparaciones no son odiosas; son esenciales. Y quizá la austriaca Los falsificadores sea recordada como "aquella película que ganó el Oscar cierto año que los académicos estaban zumbados". Pocas veces un premio puede ser tan contraproducente en materia promocional. Y, sin embargo, más allá de todo ello, estamos ante una película estimable, pulcra, de temática en todo momento interesante aunque de desarrollo no siempre conveniente; sobre un tema, el Holocausto y los campos de concentración nazi, del que se han filmado infinitas ramificaciones, pero del que aún quedan aristas que tratar. El mal en su estado más puro es inabarcable.
LOS FALSIFICADORES
Dirección: Stefan Ruzowitzky.
Intérpretes: Karl Markovics, August Diehl, Martin Brambach, Devid Striesow.
Género: drama. Austria, 2007.
Duración: 98 minutos.
¿Hasta dónde puede llegar el instinto de supervivencia personal? ¿En qué momento comienza a afectar al colectivo? ¿Cuándo se convierte el impulso conservador en un egoísmo de consecuencias criminales? Los aspectos más trascendentes de Los falsificadores residen en estas cuestiones. Basada en un hecho real, narra la creación de una pequeña industria falsificadora de moneda, en el seno de un campo de concentración, dirigida por un alto mando alemán, pero llevada a cabo por un grupo de presos judíos encabezado por un artista del delito. Mientras hagan su trabajo con eficacia, los reos serán tratados (casi) a cuerpo de rey. Sin embargo, pueden estar inclinando la balanza de la guerra a favor del enemigo. Un dilema de consecuencias morales, apuntado con destreza aunque de exposición algo reiterativa, que el director Stefan Ruzowitzky lleva a cabo con una ágil dirección basada en ligeros zooms de acercamiento y alejamiento que, según el plano, le sirven para concentrar la atención en un elemento dramático u otro. El austriaco abandona así las tentaciones puramente comerciales de Anatomía (2000) y Anatomía 2 (2002) para volver al análisis ético que ya había experimentado en la notable Los herederos: un thriller moral y social sobre la ambición humana en el que las luchas por un pedazo de pan en el ámbito rural de los años treinta llevaba a tensiones entre propietarios y jornaleros, jornaleros y capataces... jornaleros y jornaleros. Quizá la lucha de clases no sea tan distinta a un campo de concentración.
Babelia
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