Apasionante excentricidad
¿Qué tienen en común el estructuralismo, el concepto de responsabilidad en la filosofía de Sartre, la transmigración del alma, el orientalismo, Freud, la globalización, el azar surreal, Steven Soderbergh, la física cuántica, el hipertexto? Respuesta: ser la excusa para densos, desconcertantes, pero también a menudo apasionantes discursos lanzados, sin aparente sentido, en una película de animación.
Intentar describir la dramaturgia de un filme como Waking life puede resultar un jeroglífico. Baste, no obstante, con adelantar que, tras los primeros compases del filme, surge una suerte de frase / programa: 'El sueño es el destino', que da la pista del sentido que las imágenes, formidables desde el punto de vista de la animación (como el resto de la historia, aparentemente inconexas, llenas de un colorido inestable, con formas progresivamente evanescentes), parecen ordenar.
WAKING LIFE
Director: Richard Linklater. Intérpretes: Filme de animación. Género: ensayo, EE UU, 2001. Duración: 101 minutos.
Descifrar si estamos ante un sueño, una pesadilla o un inteligente recurso para colar de rondón un discurso filosófico de tomo y lomo es competencia que el director deja al espectador. Pero es preciso afirmar que Waking life es uno de los filmes más raros que imaginar se pueda. Su responsable es el inclasificable Richard Linklater.
Lo que del filme queda es un resultado tan apabullante como, en el fondo, insospechado: una suerte de explicación, un brillante resumen de las aventuras filosófico-científicas más impactantes del pasado siglo. Es una película que postula algo así como el sentido mismo de la existencia.
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