Refugiados en Madrid: dos familias unidas por una adopción se unen tras las guerra
Francisco, su mujer y sus hijos de origen ucranio abren su casa a Svitlana y sus hijos
La familia de Francisco Ramón Domínguez se considera numerosa casi desde el mismo 24 de febrero, cuando Rusia inició su ofensiva en Ucrania. Esa mañana, Domínguez, que cumplía 57 años, desayunó las noticias de la guerra. “Pensé inmediatamente en una persona y le escribí para que viniese a casa”, cuenta a EL PAÍS. Esa persona era Svitlana Korniienko, una profesora de universidad que dejó a su marido y a su hijo mayor en el frente y tomó rumbo a España con Denys y Maria, sus dos hijos de 16 y 12 años. Hoy las dos familias viven en una urbanización a las afueras de Madrid “hasta que sea necesario”.
El vínculo entre ambos cumple casi una década. Korniienko fue la traductora que medió en la adopción de los dos hijos, María y Ramón, que Domínguez hizo suyos con su exmujer. “Nos hizo todo el proceso más fácil y desde entonces no perdimos el contacto”, cuenta él. Ahora, la improvisada familia de acogida está empeñada en hacerlos sentir como en casa. “Nos estamos intentando adaptar para que todos estemos lo más cómodos posibles”, explica María.
Korniienko llora recordando su salida del país. Su hijo mayor, de 20 años, fue quien la aviso la madrugada del día 24 de que habían comenzado los ataques. La siguiente noticia que tuvo de él fue una llamada en la que la advertía: “Mamá, yo me quedo a defender mi país”. Su marido les acompañó hasta la frontera, pero obligado a combatir, se dio media vuelta hacia Kiev. “Te sientes muy mal. Nuestra vida se ha parado completamente”, lamenta ella.
Anastasia y Ramón, con doble nacionalidad ucrania y española, se sienten estos días especialmente vinculados a su país de origen. “Ha habido algo dentro de mi corazón que he sentido contra mi persona”, describe Anastasia, que se pregunta qué habría pasado si su adopción no se hubiera llevado a cabo. “Ahora mismo me siento muy afortunada”.