La beca que nunca existió
La AMA retira la financiación a un investigador denunciado por prácticas dopantes
Bien sabida es la historia de Francesco Conconi, él mismo la ha contado, el bioquímico italiano que recibía con una mano dinero del Comité Olímpico Internacional (COI) para investigar métodos de detección de la EPO y con la otra pagos de deportistas a los que suministraba EPO y organizaba autotransfusiones de sangre. Aquello ocurrió en la década de los 90 y fue motivo de juicios penales. El escándalo no evitó, sin embargo, que una situación similar estuviera a punto de producirse en España dos decenios después.
En su último número, aparecido ayer, la revista Interviú denuncia el curioso caso de un equipo de investigadores de la Universidad de Valencia que había recibido una beca de 100.000 dólares por parte de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) para investigar cómo el uso de cámaras de hipoxia en altitud servía para disimular la toma de EPO y engañar al pasaporte biológico. Y el caso era curioso porque uno de los miembros del equipo, Fabián Sanchis-Gomar, había sido investigado recientemente por la policía española después de las denuncias de Yesenia Centeno. La atleta, que se benefició de una reducción a un año de una sanción de dos por dopaje por colaborar con la policía, denunció que el mismo Sanchis-Gomar era la persona que le daba EPO y otros productos dopantes. La investigación policial descubrió a otros clientes suyos, ciclistas que también han dado positivo, como Toni Colom o Marga Fullana, y Floyd Landis, desde Estados Unidos, le identificó tras ver su foto en un periódico como la persona que le ayudaba a pasar los controles de EPO. Otras, como un médico del Euskaltel, también le han reconocido y han recordado que trabajó en 2005 en el equipo como consejero de Aitor González, quien también dio positivo.
La atleta Yesenia Centeno confesó que Sanchis-Gomar le daba EPO y otros productos
Pese a estos indicios, y algunos más, la juez archivó el caso. Sanchis-Gomar se integró en el grupo de investigación dirigido por el catedrático José Viña, que empezó a producir literatura precisamente de técnicas de dopaje y de denuncia de las trampas que se podían hacer para saltarse los controles. Presentaron un proyecto a la AMA, que, en principio, lo aceptó. Sin embargo, según fuentes de la propia AMA y de la agencia española (AEA), alertada por la policía de la incongruencia, decidió no materializar la ayuda, retirar la beca, aunque para no despertar sospechas y permitir a la policía seguir investigando mantuvo la ficción de que seguía en pie.
“Nosotros ya sabíamos de Sanchis”, dicen en la AEA, “pero la beca era para el doctor Viña, un investigador libre de sospechas”.
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