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COLUMNA
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‘For All Mankind’: todo podía ser de otra manera. Y podríamos llevar décadas en Marte

El pasado alternativo de la atractiva serie de astronautas abarca varias décadas en las que pasó lo que creemos que no tenía que pasar

Vídeo: APPLE TV
Ricardo de Querol

Más vale estar atento en los primeros minutos de cada primer capítulo de cada temporada de For All Mankind, y vamos por la cuarta. La serie de Apple TV+ nos lleva a un pasado alternativo en el que se aceleró la carrera espacial. En cada arranque se contarán, a toda velocidad, las noticias que nunca ocurrieron, pero sí podían haber ocurrido. Entre los años sesenta y los primeros dos mil. Y que dan lugar a un mundo distinto.

Se llama ucronía al género de ficción que cambia nuestro pasado. En este caso, la URSS llega primera a pisar la Luna, y eso provoca una competencia feroz por el espacio entre las dos superpotencias. Para colmo, con Gorbachov no solo no se viene abajo el bloque soviético, sino que amplía su influencia en el mundo, con lo que tenemos una Guerra Fría continuada, aunque templada, hasta entrado el siglo XXI. En ese pasado ficticio seguiremos a astronautas, ingenieros y directivos de la NASA en un duro pulso con los soviéticos, los chinos y hasta con los norcoreanos en misiones a la Luna, a Marte y a un asteroide.

Esos repasos rapidísimos a las noticias solo aportan contexto. Lennon sobrevive al ataque de Mark Chapman, y los Beatles vuelven a reunirse, pero Juan Pablo II sí muere por los tiros de Ali Agca; Camila, y no Diana, se casa primero con Carlos de Inglaterra; Michael Jordan no ficha por los Bulls; se evita el desastre de Chernóbil. Hasta hay una presidenta de EE UU que aún no hemos tenido, e incluso sale del armario.

La trama es atractiva, gracias a unos personajes bien construidos, con los que te encariñas mientras los ves envejecer (sin efectos digitales: es todo maquillaje), y que además muestran todas sus complejidades: aquí se cruzan lo íntimo y lo político. En ese tiempo que no pasó, la humanidad mira arriba, a las estrellas, y no aparta los proyectos espaciales de su lista de prioridades. Crea bases permanentes allí fuera. Y de esos lugares remotos vienene algunas soluciones para nuestros problemas, como el sueño de la energía limpia.

Tendemos a pensar que la historia que hemos conocido es inexorable. Que las cosas que pasaron tenían que pasar así, porque hemos estudiado cómo llegaron a ocurrir. Que Grecia llevaría a Roma, la exploración marítima al colonialismo, la Ilustración a la Revolución francesa, Versalles a Hitler, Hiroshima al muro de Berlín, el 11-S a la invasión de Irak, la perestroika a Putin. Y nada de eso estaba predeterminado. Millones de decisiones, las de la gente poderosa en primer lugar pero no solo, van escribiendo la historia. En el caos se produce el efecto mariposa.

Podríamos llevar décadas en Marte, sí, si en su día se hubieran puesto los medios para ello. También podríamos habernos extinguido en la crisis de los misiles de 1962. Si el pasado pudo ser otro, es que podemos cambiar el futuro. No repitamos la manida coletilla “como no podía ser de otra manera”. Todo podía ser de otra manera.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).
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