Dejen crear a los creadores
Si la mercadotecnia está por encima del acto de creación, luego no nos quejemos de que todas las películas sean iguales
“Quiero dedicarle este premio a todos los cineastas de Europa a los que se les ha dicho que no son lo suficiente para Berlín, Cannes, o Venecia; que no son lo suficientemente interesantes, controvertidos o comerciales. Cuando algo viene del corazón, encontrará ahí afuera alguien a quien le guste”. Con estas palabras ha recogido Isabel Coixet el Premio Logro Europeo en el Cine Mundial, galardón concedido por la Academia del Cine europeo.
Me da la impresión de que hay mucho que leer entre líneas en este pequeño discurso. Escribe Marisa Fernández Armenteros (sobresaliente productora que ha trabajado con Coixet tanto en Un amor como en Nadie quiere la noche) en sus redes, al hilo del premio, que son “tiempos de modas, temas, relatos, donde se echa de menos, de vez en cuando, al cine”. No puedo estar más de acuerdo.
No sé si a ustedes también les pasa que les da igual el discurso de quien hace una película. Hace años un rico heredero —que luego fue en las listas de un casi difunto partido político— me dijo que a él no le gustaba Deliverance porque el director era un facha. “Valiente capullo”, pensé. Si hay que estar de acuerdo con lo que dice un director para ver una película suya, mal vamos. Si hay que convertirse en una expendedora de majaderías para ir a un festival, pues que le den por saco a los festivales. Y si la mercadotecnia está por encima del acto de creación, luego no nos quejemos de que todas las películas sean iguales. A lo mejor habría que dejar escribir a los guionistas, dirigir a los directores y explicarle a según quienes que, por muy idiota que sean, no pueden presuponer que el público también lo es.
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