Las barbas del guionista y la navaja de la IA
Nos enredamos en una telaraña que ha hecho de nuestras vidas un angustioso vagar entre pantallas: la diferencia entre facilitar la vida y quitarle el sentido a la misma empieza a ser exigua
Tras 148 días de huelga, la WGA (Writers Guild of America) ha llegado a un acuerdo provisional con la AMPTP (Alliance of Motion Picture and Television Producers). Dicho acuerdo tiene 94 páginas en las que se recogen mejoras en los salarios, número mínimo de guionistas por proyecto, y regulación del uso de la inteligencia artificial.
Geoffrey Hinton (padre de la IA) dijo en mayo que se arrepentía de sus investigaciones. Como saben todos ustedes, la caja de Pandora (que en realidad era un ánfora) no se puede cerrar. Sus males ya campan por sus respetos generando fotos de menores en canicas, noticias falsas, trabajos universitarios, traducciones criminales, etcétera. Los diablos de siempre sin el engorroso esfuerzo de hacer las cosas por uno mismo.
La IA, como todos los males de nuestro tiempo, nos conquistará a través de la comodidad y de la pura chorrada. Todo lo engañoso, todo lo cuestionable, llega de formas seductoras. ¿No sería más rápido hacer ese trabajo con ChatGPT? ¿Por qué no pides que te traigan un cartón de leche en bici en vez de bajar a por él? ¿Y si miras esta notificación? ¿No te apetece comprar este producto con un solo clic? Y nosotros somos tan inocentes que vamos como Pinocho a la Isla de los Juegos.
Poquito a poquito nos enredamos en esa telaraña que ha hecho de nuestras vidas un angustioso vagar entre pantallas. La diferencia entre facilitar la vida y quitarle el sentido a la misma empieza a ser exigua. Los guionistas y actores se han dado cuenta a tiempo de que pueden llegar a ser prescindibles. Trabajan en una industria en la que hay millones de empleados, y que genera decenas de miles de millones. Y han necesitado casi medio año para pactar. Tengan ustedes cuidado, que las barbas del vecino ya están cortadas.
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