Carles Porta, director de ‘Crims’: “No nos fascina el mal, sino su potencia narrativa”
El periodista plantea tres exigencias al equipo de su programa: rigor, respeto y ritmo narrativo
El novelista Ferdinand von Schirach cree que la fascinación por el mal fundamenta el atractivo de la crónica negra. Puede que así sea, pero en el caso de Crims (Crímenes) no basta para explicar su éxito, con unas cifras más propias de la astronomía que de los audímetros. Tanto el programa de Catalunya Ràdio, premio Ondas en 2021, como las tres temporadas de TV3 pueden repescarse en los archivos digitales de las emisoras. Y Movistar+ ofrece las dos primeras temporadas televisivas en versión original subtitulada y en versión doblada.
Carles Porta, su director, plantea al equipo del programa tres exigencias: rigor, respeto y ritmo narrativo. “No nos fascina el mal, sino su potencia narrativa, con personajes muy extremos. El crimen siempre es un fracaso de toda la sociedad. La responsabilidad recae únicamente en su autor, pero algo ha fallado. Salvo en dos ocasiones, siempre escogemos casos judicialmente cerrados. Nosotros no resolvemos crímenes, los narramos. Nuestra virtud está en la mirada. Evitamos el amarillismo. No mostramos sangre, que es algo que ensucia, ni cadáveres, salvo en el doble programa sobre la chica de Portbou porque el misterio era su identidad. Pero en el segundo capítulo, cuando se había logrado su identificación dejamos de hacerlo. No obstante, que huyamos del sensacionalismo no quiere decir que no busquemos la tensión narrativa. En un caso de descuartizamiento, mostramos el traslado de las bolsas de basura en las que el asesino había troceado el cuerpo de su hermano. Y hubo quien nos criticó por mostrar cadáveres. La sugestión es tan intensa que el espectador ve más de lo que se le enseña”.
Cada episodio supone más de un año de trabajo. “No queremos ni expertos ni tertulianos. No hacemos reportajes. Contamos historias y necesitamos que lo hagan quienes las vivieron”. Todos los elementos del episodio se estudian al milímetro y hay una extenuante vigilancia sobre los adjetivos. Es inevitable cometer errores. No ruedan, y eso es saludable, escenas teatralizadas, lo que merma la cantidad de recursos disponibles y, a veces, se cae en imágenes de relleno redundantes, usos abusivos de los drones o la declamación en cada capítulo de una frase excesivamente lapidaria: “Ponemos luz en la oscuridad”. “Me refiero a una luz narrativa”, aclara Porta. Todos los testimonios, incluidos los policías, hablan en un mismo espacio, un tanto lúgubre, que recuerda una habitación de interrogatorios, detalle que no deja de tener un pellizco de ironía. “Necesitamos crear un formato que el espectador identifique. El color nos acercaría a la mentira de Mindhunter. Es un plató estudiado para concentrar la iluminación en el rostro, en la mirada de quien habla”.
El equipo del programa, antes de empezar a elaborar el guion, habla con la familia de la víctima. “Hemos abandonado proyectos porque la revisión del crimen en la televisión habría supuesto un gran sufrimiento para alguno de ellos. Hay un episodio que hemos hecho desaparecer del archivo porque la hermana de la víctima nos llamó diciendo que habíamos ofrecido datos del suceso que ella desconocía y que estaba padeciendo nuevamente serios episodios de angustia. Incluso en el caso del asesino, renunciamos si, en la fecha de emisión, hay hijos menores”. Lo hacen por el eventual coste que podría tener para estos devolver al padre una negrísima notoriedad. “Y también hay familias que nos agradecen la emisión porque, finalmente, han podido compartir su dolor. El programa no quiere entronizar a ningún asesino”. A veces, la familia admite que se haga el programa, pero se niega a aparecer en el mismo. En estos casos, el relato está protagonizado por los policías y, según como, puede parecer un halago enmascarado. “Es obvio que la policía suele tener un papel destacado en una crónica negra. Pero no nos dedicamos a adularla. En muchos programas aparecen los tropiezos, errores y dilaciones de la investigación”.
En la tercera temporada televisiva, los capítulos se titulan con el nombre de la víctima. Salvo uno en que había dos y el último doble episodio porque se desconocía la identidad de la supuesta suicida que fue hallada ahorcada en un árbol de Portbou. El último capítulo lo vieron 600.000 televidentes la noche del estreno y un millón al día siguiente. Se trataba de un caso pendiente de esclarecimiento que resolvió la gente de Crims en colaboración con un programa de la televisión privada austríaca, Casos sin resolver. El cadáver, indocumentado, llevaba 30 años sin nombre. “Al haberse interrogado en su día a un grupo de jóvenes austríacos acampados a 50 metros de donde se halló el cadáver, pensamos que podía ser una chica austríaca. Llamamos al policía responsable del área de Desaparecidos de Viena y nos dijo que solo podría abrir una investigación si lo solicitaba la Guardia Civil. Pero el hipotético delito estaba prescrito y no hubo ninguna rogatoria. Fue el propio policía vienés quien nos encaminó al programa de la televisión. Nos pusimos de acuerdo para trabajar juntos. Casualmente, el programa vienés lo vio una turista italiana que reconoció a la chica. Era Evi Rauter, de su pueblo. Ha sido un éxito producto de la intuición, la perseverancia… y una pizca de suerte”.
El éxito y la seriedad de Crims ha hecho crecer la marca. Porta también es responsable en Amazon Audible de Por qué matamos, sobre crímenes españoles. Movistar+ está interesada en estrenar su propia serie en setiembre de 2023. Y últimamente ha estado sumergido en la edición de cuatro o cinco capítulos sobre Tor, un pueblo de 13 casas, cuyos vecinos eran condueños de la montaña cercana. Unas dudosas expectativas de negocio provocaron una riña entre caciques que se saldó con tres asesinatos. Porta regresa al tema porque, asegura, hay novedades. Tiene entre manos 60 entrevistas. Podría decirse que Tor es fundacional en su carrera como periodista de sucesos. Cuando estaba en la redacción de TV3 le enviaron a hacer un reportaje. Era en 1997. Luego hizo un libro, del que se han vendido 70.000 ejemplares en catalán. “Con Tor nace mi concepto de narración de la crónica negra”. Tras alguna aventura ruinosa —como producir y dirigir un filme, sustituyendo a Bigas Luna, fallecido poco antes―, el estreno de Making a Murderer (2015) en Netflix lo anima a proponer algo similar a Catalunya Ràdio y TV3. Y hasta aquí. “Dirijo un equipo de 70 personas. El espectador no se imagina el trabajo que hay detrás de cada episodio”. Y lo pensados que están. Pero Porta no quiere olvidar sus años de principiante en la prensa local leridana, en el Segre. “Cuando cubres un suceso en la prensa local debes de ser muy escrupuloso con el relato porque, a la mañana siguiente, te puedes encontrar a los protagonistas en la calle y yo quería poder salir a pasear tranquilamente”. Sigue haciéndolo.
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