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Àngels Barceló: “Soy hipercompetitiva e hiperambiciosa”

La periodista confiesa que sus tres años al frente de ‘Hoy por hoy’ en la Cadena SER le han envejecido 30 y anuncia que trabaja “a pico y pala” para que el programa crezca “fuerte y sano” tras unas temporadas frenéticas

Àngels Barceló, directora de `Hoy por hoy'. Fotografía de BERNARDO PÉREZ. Vídeo de SAÚL RUIZ
Luz Sánchez-Mellado

Quedamos a las seis de la tarde, con un sol que raja en Madrid, aunque para ella sea casi la hora de la cena. Se despierta a las 3.59 horas de la madrugada para escuchar el “boleto” de las 4 de la SER, que tantas veces le ha tumbado el guion de Hoy por Hoy (HxH), el matinal que dirige desde hace tres años. Viene de clase de pilates, su “única hora libre” al día, en la que desconecta de la actualidad y solo piensa en “inspirar, exhalar y controlar el cuerpo”. En medio de la conversación recibe una llamada de móvil del trabajo, que despacha rápido, pero que le cambia el rictus. Le recuerdo la última vez que hablamos, en 2008, cuando asumió la dirección del espacio nocturno Hora 25. Venía entonces de dirigir el “apacible” magacín A vivir que son dos días, en el fin de semana, y se confesaba “relajada”, al haber descubierto que hay vida más allá del trabajo. Ha llovido desde entonces. Incluso piedras.

Pregunta. Después del oasis del fin de semana volvió a galeras. ¿Cómo llevó el cambio?

Respuesta. Volví a la información diaria, lo que llevo haciendo toda la vida. No me costó nada coger músculo, porque soy muy feliz haciendo esto. Llevo examinándome a diario desde los 20 años. Lo nuevo es que he aprendido a desconectar y a calmarme. Eso me lo ha dado la edad. No puedes estar toda la vida con este nivel de estrés. Estoy en una edad muy peligrosa, mucha gente alrededor ha tenido sustos serios de salud, y cada vez pienso más en eso. Francino [Carles, director de La ventana] me lo dice mucho: cada vez disparan más cerca.

P. Pandemia. ‘Filomena’. Volcán de La Palma. Ucrania. Estos tres años han sido de infarto.

R. Y te dejas el hackeo que sufrimos en la radio y que nos dejó trabajando a pedales. Ha sido vertiginoso. Tres años de Hoy por Hoy me han envejecido 30. He encanecido en directo. Bromeo con Emilio Arellano, nuestro técnico de exteriores, con que cada cana nueva que nos sale tiene el nombre de una crisis. Ahora es cuando empiezo a hacer el programa que quiero.

P. ¿Su Hoy por hoy está en mantillas?

R. Totalmente. Hasta ahora hemos hecho programas de supervivencia, de ansiedad. También es verdad que, si puedes con esto, puedes con todo. Ha habido días de estar seis horas sola en el estudio. Hemos estado a pico y pala, y seguimos picando para que el niño crezca fuerte y sano.

P. Dice que le gusta que le tumben el guion in extremis. ¿Cómo metaboliza tanto cortisol?

R. Eso es maravilloso. Me gusta entrar en el estudio sin nada. Son los programas más fáciles de hacer, cuando todo está pasando, todo está vivo, entra la gente en directo. Pasó con Ucrania. A las 4 me enteré de la invasión, con el boleto. Y empezó a venir gente, a organizarnos y a contarlo todo en vivo.

P. ¿No dudó al irse a cubrir esa crisis sobre el terreno?

R. Al revés. Había estado en otras guerras, pero no en una así. Hacer coberturas es lo que más me gusta. En la guerra o abajo del estudio, en la Gran Vía. Llevo años atada a una mesa, pero no se me ha pasado esa pulsión. Si por mí fuera estaría todo el día contando las cosas desde fuera.

P. ¿Cómo elige a sus colaboradores?

R. Tengo olfato para detectar el talento. Prefiero al que tenga ganas de trabajar que al que cree que lo sabe todo. Primero, porque así los puedo moldear a mi manera...

P.... Usted lo que quiere son barceloners.

R. Llámalo así, sí: que aprendan a trabajar como me gusta y así nos entenderemos. Un jefe me dijo que, más que mi equipo, era mi secta. Lo compro. Quiero a gente que le guste trabajar conmigo. No soy ni mejor ni peor que otro, pero tengo mis cosas, y me gusta que mi gente dé la vida por mí. En sentido figurado, claro.

P. Así son tan jóvenes, la mayoría.

R. Durante mucho tiempo fui la pequeña de los equipos. Empecé a presentar un informativo en la tele con 20 años. Luego, todo el mundo se fue haciendo más joven. Necesito de la juventud porque son más ocurrentes, tienen más ideas, menos miedo a las cosas, dominan la tecnología. De mi edad quedamos pocos profesionales en los medios, y eso también es un error.

P. ¿Ser la mayor fastidia?

R. No, porque la gente que ahora empieza en la profesión no va a vivir lo que yo he vivido. Poder ejercer el periodismo con medios, y cuando la relación con el poder era distinta. Lo tendrán más fácil en otras cosas, pero no en ejercer el periodismo como yo lo entiendo. Yo lo he hecho desde el rigor, la decencia y la honestidad. No tengo ningún mal sabor de boca. Aquí estoy, con 58 años.

P. ¿Cómo es ahora esa relación con el poder?

R. Pues en no pocos casos, de amistad, cuando no connivencia. Casi toda la culpa del descrédito del oficio es nuestra. Hemos metido al periodismo en un bucle de hooliganismo que no es para el que yo me preparé. Ahora vemos a periodistas que se pasan a la política y viceversa. Se han cruzado fronteras en uno y otro sentido y eso ha hecho un flaco favor a la profesión. Yo no soy amiga de ningún político. Creo que esa distancia es buena para el periodismo.

P. ¿Algunos se le van crudos de las entrevistas?

R. Muchos. Cada vez más saben cómo irse crudos. Si no quieren, no contestan. Da igual si les repreguntas, si les pones en evidencia, no responden. Al principio me cabreaba mucho más que ahora. No es que me haya rendido, pero creo que no lo vamos a conseguir.

P. ¿Se la han metido doblada?

R. Sí. Y no hace tanto. Lo sabes, te lo niegan, y se la guardas para la próxima vez saber por dónde van.

P. A veces se le nota todo en el tono en la radio. Editorializa con la voz, además de con la palabra.

R. La voz es la herramienta que tenemos en la radio para todo. Para editorializar y, sobre todo, para transmitir emociones. Es la única manera que tienes. Y yo no hago nada por suavizar mis emociones. Ni en el trabajo ni en la vida. Ahora mismo, por ejemplo, me he cabreado con la llamada que he recibido. Por eso he colgado pronto. Estoy contando hasta cien.

P. ¿Y el silencio, de qué sirve?

R. El silencio para mí es la emoción en la radio. La radio es muy, muy emotiva. Mucho más que la tele, y te lo dice alguien que ha estado muchos años en la tele. Nunca me ha gustado la gente que llora o se quiebra en antena, pero en esta época de pandemia ha sido muy, muy complicado no romperme. Eso, sí, a veces sales del programa como si te hubiera atropellado un camión.

P. ¿Se siente presionada por el dato de audiencia?

R. Sí. Tanto, que dejé la tele por eso. No quería vivir bajo el mandato de la audiencia, y me vi, en un momento determinando, configurando la escaleta en función de ella y no de mi criterio periodístico. En la radio, claro que lo tienes en cuenta, pero también puedes decir que no. Creo que hacemos una radio honesta, rigurosa, no gritamos. Yo solo sé hacer esto, y si algún día alguien piensa que para tener más audiencia hay que hacer otras cosas, haré lo mismo que en la tele: me iré.

P. ¿Y la competencia, le influye?

R. No la ignoro, nunca. Siempre miro lo que hacen, y si veo que hay algo que les funciona, pienso. ¿por qué? Habrá cosas que no me interesen y allá ellos, pero habrá otras de las que puedo aprender.

P. ¿Cuánto escuecen las críticas?

R. El insulto. La ultraderecha de Vox, llamándome roja, activista y ese tipo de cosas, cero. La crítica que insulta en las redes, no. Solo participo en debates con la gente que quiero, y en donde la gente insulta no me interesa lo más mínimo. La crítica de la gente que considero que tiene criterio me influye y, sobre todo, me jode, me cabreo conmigo misma, porque yo no quiero hacer nunca nada malo.

P. ¿Tiene mal perder?

R. Soy hipercompetitiva e hiperambiciosa. Pero eso no tiene por qué ser negativo. Quiero ser la mejor en todo lo que hago, en todo.

P. ¿También en pilates?

R. También. Y cuando deje de hacer cosas, quiero ser la mejor en no hacer nada. Si hago algo, lo hago. Si no, no me pongo. Pero si lo hago, quiero ser la mejor.

P. Reconózcame un error.

R. Mmm. Soy tan buena... [ríe]

P. Una imperfección.

R. Soy demasiado obsesiva con el trabajo, y eso a veces me ha impedido el disfrute de otras cosas, y aparcar mi vida personal, dejarla en segundo plano.

P. ¿Añora haber pasado más tiempo con su hija, por ejemplo?

R. Yo abandoné a mi hija con tres años, esa palabra tan fuerte que a veces he tenido que oír, y me vine a trabajar a Madrid y ella se quedó en Barcelona, y nos veíamos los fines de semana. A veces pienso cómo hubiera sido la vida si hubiera hecho otra cosa, y llego a la conclusión de que yo no hubiera sido tan feliz, ni probablemente mi familia tampoco. Pasamos el confinamiento juntas, y ella, que estaba teletrabajando en casa, se cobró la factura por todos los años que yo fui una madre ausente, por todas las veces que no fui a por ella al cole, al carnaval. Fue maravilloso.

P. Lleva casi 40 años trabajando en los medios delante y detrás de la pantalla. ¿Alguna vez ha vivido situaciones incómodas por el hecho de ser mujer?

R. Sí. Empecé muy joven y, entonces, mujer joven era igual a objetivo para según qué políticos, fuentes, jefes y compañeros. Claro que he vivido situaciones incómodas. Siempre piensan que te pueden camelar de forma más fácil que a los hombres, que te la pueden meter aún más doblada que a ellos.

P. Es la única mujer directora de un programa de radio en el tramo de información pura y dura de la mañana. ¿Cree que hay un sesgo de género en esa franja?

R. No, si hay sesgo, es ideológico. Hemos oído a mujeres progresistas decir cosas que jamás hubiera pensado que pudieran decir. Me cabrea mucho volver a arrancar debates que ya habíamos superado y que yo creía que solo podíamos ir avanzando. El otro día empecé el editorial de las 8 diciendo: no demos por conquistado ningún derecho, en general, ni ninguno de las mujeres en particular, tal y como van en este país las cosas con el auge de la ultraderecha. Ahí no disimulo mi cabreo. Nunca.

'HOY POR HOY' Y MAÑANA

Àngels Barceló (Barcelona, 58 años) lleva desde los 20 años "examinándose" a diario ante la audiencia, desde que empezara a presentar un informativo en televisión en Cataluña, sin haber terminado siquiera la carrera de Periodismo. Desde entonces, está "atada" a la mesa de la presentación y dirección de programas de tele y radio, aunque también ha cubierto crisis nacionales e internacionales, lo que más le gusta de la profesión. Confiesa que la peor noticia que le ha tocado dar en directo fue la muerte de su colega y amigo José Couso, en Irak, y la mejor, el fin de los atentados terroristas de ETA.  Asumió la dirección de 'Hoy por Hoy', el gran programa matinal de la Cadena SER en otoño de 2019. Al poco, estalló la pandemia y todas las hecatombes que la han sucedido. Solo ahora, confiesa, empieza a hacer el programa que había soñado.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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